martes, 29 de diciembre de 2009

El salón ‘Surrey Gardens Memorial Hall’, una especie de capilla que contaba con 1,000 asientos, había de ser un memorial del ministerio del pastor Spurgeon en el afamado salón ‘Surrey Gardens Music Hall’, y también tenía el propósito de apoyar a la escuela dominical de Carter Street. El pastor se sintió muy frustrado al no poder predicar en su inauguración.

Cartas desde el sufrimiento - No.44

Westwood, Beulah Hill, Upper Norwood
23 de Mayo de 1891

Queridos amigos:

Mi doctor no me permite abandonar mi aposento bajo ninguna excusa de ningún tipo. Piensa que estoy mejor, pero dice que no debo salir en los próximos días.

No pretendo aplazar las colectas para el Memorial de Surrey, porque el amor de ustedes es justo tan generoso en mi ausencia como lo es en mi presencia. Necesito unas 270 libras esterlinas ahora para completar las 3,000 libras que han costado el terreno y los edificios. Ustedes no permitirán que experimente problema alguno acerca de eso.

Quisiera estar con ustedes para comentarles más al respecto, pero el doctor dice que no debo hacer nada parecido a eso, y él es un hombre de una voluntad peculiarmente firme. Me revisó y me auscultó y me encerró toda la semana, y tenía razón. Yo habría podido estar entre los que han partido si el doctor no me hubiera visto a tiempo; habiéndome encontrado postrado con un resfriado me ha cuidado estos días. Me ha visitado tres veces al día mientras he estado enfermo, y estoy agradecido por su atención.

Si la cantidad necesaria es provista mientras me encuentro enfermo, regresaré con un rostro doblemente sonriente. Pienso que la meta podrá ser cumplida si unos cuantos resuelven que así será; de hecho, se cumpliría si todos ustedes decidieran que así será.

Esperando estar pronto de regreso y recuperado, estoy muy agradecido por estar vivo todavía.

Soy de ustedes su amoroso pastor

C. H. Spurgeon

sábado, 26 de diciembre de 2009

Diario de Spurgeon

25 de Abril – 1850

Fui a Burwell. Presencié los exámenes de los niños. La educación es en verdad un talento dado por el Señor. ¡Qué peso de responsabilidad hay depositado en mí! Confío en que un día voy a emplearlo más en Su honor. Recibí carta de mi padre; en verdad, es más bien áspero conmigo. Puesto que seguí mi conciencia y no traspasé los límites del Señor en cuanto a Su Iglesia, debí haber esperado esto. Mi obligación es seguir a mi Salvador, y no escoger para mí mismo caminos allanados. Si en alguna medida he caminado dignamente, deseo dar toda la gloria al grandioso Autor de mi salvación. Me siento tan audaz ahora que si el diablo me reprochara, podría responderle. ¡Señor, que no me haya echado atrás y que ningún enemigo haya hecho que me acobarde por el terror es atribuible enteramente a Ti! ¡He de proseguir con el cielo mismo ante mi vista, confiando enteramente mi salvación en las manos de mi Jesús, mi vida, mi todo en todo!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Trasfondo del último año completo

Trasfondo del último año completo de la vida del pastor Spurgeon

Spurgeon estaba de regreso en el púlpito del Tabernáculo el día 8 de Febrero. El señor Stott, quien es mencionado en las últimas tres cartas, había sido nombrado como ministro asistente en el año de 1891. Spurgeon le había escrito diciendo: “Sería un gran alivio para mí si supiera que alguien estaría disponible al instante para subir al púlpito si yo faltara inesperadamente”.

La Conferencia del Colegio tuvo lugar del 20 al 24 de Abril, durante la cual Spurgeon hizo el bien conocido llamado a la antigua fe: “La Mayor Lucha del Mundo”. El pastor escribió: ‘La semana de la conferencia fue de un deleite agotador… por supuesto que hubo una reacción para quien estaba al centro de todo esto; y por primera vez en un ministerio de cuarenta años, subimos al púlpito la noche del domingo (17 de Mayo), y nos vimos obligados a apresurarnos a bajar de él; pues una condición nerviosa, depresiva, se apoderó de nosotros. Felizmente el señor Stott pudo retomar la historia en el lugar y al instante mismo y entonces… cuán grandiosa es la previsión del Señor al enviar a tal ayudante’.

La semana previa a ésta fue muy agotadora, con muchos compromisos adicionales de predicación con motivo de reuniones especiales tanto en el Tabernáculo como en otros lugares, en adición a los sermones regulares, a la publicación de escritos y reuniones. Después de esto se enfermó con lo que se pensaba que era influenza.

A lo largo de todo ese año, Spurgeon continuó la lucha contra el declive de la fe. Combatiendo a quienes afirmaban que había sobrerreaccionado, escribió en La espada y la cuchara de Junio de 1891:

“La idea de que la teología errada está abandonando las denominaciones es una ficción… Los ministros han citado, con una muy ligera censura, algunos libros que están arruinando a las almas de los hombres, y la culpa yace a su puerta. 'Que no haya crecimiento en las iglesias es, tal vez, uno de los más ínfimos de muchos males'; pero si los corazones de los cristianos estuvieran en un estado de rectitud, eso sería visto como una calamidad y se pedirían días de humillación y de oración. En vez de esto, el progreso hacia la infidelidad prosigue rápidamente, y tanto los ministros como los laicos están contentos que así sea’.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Cartas desde el sufrimiento - No.43

Menton
Jueves 29 de Enero de 1891

Queridos amigos:

Espero que esta sea la última carta que envío a casa esta vez, y que el 8 de Febrero he de estar en medio de ustedes en persona. No puedo estar seguro de nada, pues el martes sufrí súbitamente un ataque de mi terrible enemigo, y no lo he superado todavía, aunque estoy haciendo desesperados esfuerzos para sacudirme del enemigo. Tengo la firme confianza de que regresaré en el día señalado, y que estaré con ustedes conforme a lo esperado; sin embargo, quisiera que pidan esto por mí al Señor, pues no estoy bien justo ahora.

Voy a predicar esta mañana con motivo de la apertura de la Capilla Presbiteriana; y aunque estoy físicamente incapacitado, creo que recibiré ayuda. Cuando haya cumplido con mi trabajo, terminaré esta nota, y les comentaré cómo me he sentido.

He podido dar testimonio a una gran asamblea de ‘la redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia’. Se me hizo muy difícil esta de pie, pero fue un deleitable oficio hablar, aunque mi voz no respondía por causa de mi debilidad.

No puedo estar callado por más tiempo. En este lugar he recibido muchas cartas de personas que han encontrado a Cristo por medio de mi ministerio en días pasados y, por tanto, debo regresar al trabajo de mi vida.

Ya me estoy recuperando y espero haber ahuyentado al león que saltó sobre la grupa de mi cabalgadura. Ustedes han de entender mi símil.

¡Que el señor Stott logre una enorme captura con su ancha red en ambas ocasiones el día domingo! Mi amor es para todos ustedes, y me alegra que el clima ártico ceda el lugar a una estación más benigna en cuanto a la temperatura. ¡Espero que se convierta en zona tórrida en cuanto a la calidez de la misericordia!

Suyo en Cristo por siempre

C. H. Spurgeon

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Diario de Spurgeon

24 de Abril – 1850

Recibí carta del señor Cantlow. El bautismo será un día jueves. ¡Que Dios me ayude a vivir dignamente delante de Él, y que mi abierta confesión de Él me haga más diligente! También recibí carta del señor Leeding, mejor de lo que pensaba. Ciertamente, oh Señor, mi porción es en lugares agradables, y poseo una herencia piadosa. He de hacer lo que me parezca adecuado en cuanto al bautismo. Nunca pierdo nada por el celo por la verdad, y por caminar cercanamente a mi Salvador. Más bien, lo gano todo. Señor, Tú eres mi vida; ¡guíame, y asígname mi porción en esta tierra conforme a Tu propia sabiduría y amor!

Nota: el señor Cantlow, mencionado en esta carta, había sido misionero en Jamaica. En la época de esta carta se había establecido como pastor de la Iglesia Bautista de Isleham, un lugar ubicado a unas siete millas (once kilómetros aproximadamente) de Cambridge.
El bautismo se llevó a cabo un día viernes. Es de notar que nadie de la familia de Spurgeon se había bautizado por inmersión, por lo que Charles fue el primero en hacerlo. La convicción de hacerlo le vino después de reflexionar y estudiar detenidamente los catecismos anglicanos. Obviamente, Spurgeon experimentó cierta oposición de parte de miembros de su familia y de algunos allegados.

Quien tenga mayor interés en este asunto puede recurrir a la biografía de Spurgeon, a la etapa que vivió en Maidstone, en un colegio perteneciente a la Iglesia de Inglaterra.

El señor Leeding (Edwin Sennit Leeding) fue un maestro y formador de Spurgeon en dos etapas de su vida: cuando era un adolescente en Colchester, y posteriormente en Cambridge. A la muerte del señor Leeding, el pastor Spurgeon rindió un sentido homenaje a su maestro diciendo: “Fue un maestro que realmente enseñó a sus alumnos, y gracias a su diligente habilidad yo adquirí el cimiento sobre el cual construí en años posteriores”.


viernes, 11 de diciembre de 2009

"La intercesión es un instinto de un corazón regenerado. Cuando el creyente descubre que es salvo, tiene la necesidad de orar por sus semejantes".

Charles Haddon Spurgeon, volumen 59, sermón no.3377

jueves, 10 de diciembre de 2009

Contra la justicia propia

Los ataques del pastor Spurgeon contra la justica propia eran incansables y perennes. Es asombrosa la capacidad de supervivencia que tiene ese mal. El sábado pasado fui a Cuernavaca para platicar sobre el Evangelio con algunas personas. Estuve hablando sobre la condición perdida del hombre, y me ayudaba para ello de los conocidos textos de Romanos 3, tales como "No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios, etc." Enfaticé mucho esa parte del Evangelio para luego concluir en la necesidad que tenemos de que Dios nos dé el arrepentimiento y la fe. A nuestro regreso a la Ciudad de México, una de las personas que participó en la reunión tuvo la gentileza de acompañarme, aunque él vive en Cuernavaca. En el camino me dijo: "yo estoy convencido de que el hombre tiene libre albedrío". ¡Oh, frustración! Mi respuesta fue: "el hombre tiene libre albedrío para todo mal dentro de la esfera del mal, mas no para lo bueno". "No hay quien haga lo bueno", dice Pablo en Romanos 3: 12

He aquí unas palabras del pastor Spurgeon, contenidas en el excelente sermón que estoy traduciendo:

"Tu esperanza no ha de estar aquí, en lo que tus manos puedan hacer, sino allá, en aquella cruz, en lo que Él hizo, y allá, en aquel trono, en Aquel que resucitó para tu justificación.

La cosa más difícil del mundo pareciera ser lograr que la gente se apegue a esta verdad, pues he notado que mucho de la doctrina del pensamiento moderno no es nada sino la justicia propia disfrazada de nuevo. Les está pidiendo a los hombres que todavía crean en ellos mismos, que confíen en su carácter moral, que confíen en sus aspiraciones morales, o en esto o en aquello.

Estoy aquí esta noche para decirles que la base de su esperanza no es ni siquiera su propia fe, ni mucho menos sus propias buenas obras; sino que la base de su esperanza es lo que Cristo hizo de una vez por todas, pues “vosotros estáis completos en él”, y nunca podrían estar completos de ninguna otra manera."


Este sermón fue predicado al final de su vida, y fue leído nuevamente un 18 de Diciembre del año de 1892 porque fue considerado muy apropiado para esta época del año.

Sermón no.2287, Si no hay Resurrección

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Cartas desde el sufrimiento - No.42

Menton
22 de Enero de 1891

Queridos amigos:

Confío que para estas fechas el clima ya haya cambiado para ustedes, puesto que hemos experimentado una decidida mejoría aquí. Continúen recordando a los pobres. Ha sido una dura prueba para nuestro país tener casi dos meses de heladas. Bien dijo el Salmista: ‘Ante su frío, ¿quién resistirá? Inclusive aquí las plantas y los árboles más delicados se miran como si hubiesen sido restregados con un hierro candente, y otros están bastante quemados por el frío extremo. No sé de qué otra manera describirlo.

Me alegra estar muy cerca de regresar a ustedes, pues me siento listo e incluso ávido de involucrarme una vez más en la feliz tarea de proclamar el Evangelio a la multitud. El sermón impreso de esta semana habrá de garantizarles que me sigo apegando a la vieja norma; estoy más obligado a hacerlo cuando noto los nuevos desarrollos del error, de los cuales me veo en la necesidad de decir que parecen, desde diferentes ángulos, tan horribles como ridículos. No podría decirse qué oiremos a continuación: pero Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.

Rueguen al Señor de la mies que envíe obreros a Su mies, y que detenga a los que siembran la cizaña en medio del trigo. Pido su ayuda desinteresada en la obra del Colegio. Justo ahora, las corrientes de suministro para el Colegio están congeladas, pero como se trata de la obra del Señor, yo sé que no podrá fallar. Sin embargo, tenemos que preocuparnos por eso.

Confío en que el señor Stott será ungido en medio de nosotros para ser de gran utilidad en dar seguimiento a algunas cosas que, por falta de fortaleza, me he visto obligado a posponer. Hagan una oración por él, y por mí también, para que goce de libertad para hablar en medio de ustedes, y que reciba guía en la obra del Señor.

¡La paz sea con ustedes y con sus hogares! ¡Que el sol brille y que soplen vientos cálidos, y que en nuestro país se oiga la voz de la tórtola!

Suyo en intensa unión de corazón

C. H. Spurgeon

martes, 8 de diciembre de 2009

¿Qué tiempo del verbo te describe a ti?

Hay dos religiones que gobiernan a nuestro alrededor en este tiempo, y principalmente difieren en cuanto al tiempo de los verbos. La religión general de la humanidad es "hay que hacer," pero la religión del verdadero cristiano es "ya está hecho." "Consumado es" es la palabra conquistadora del creyente. Cristo llevó a cabo la expiación, y nosotros la aceptamos como concluida. Así que en ese sentido ponemos nuestros pecados sobre Jesús, el santo Cordero de Dios, porque ponemos nuestro humilde sello sobre esa grandiosa transacción que fue la confirmación del pacto antiguo.

C. H. Spurgeon, sermón no.1771

Una importante petición para los domingos

Esta mañana deseo predicar de tal manera que pudiera yo responder a la oración de aquel pequeñito que, un sábado por la tarde, antes de irse a la cama, pedía en oración: "Señor, concédeme que nuestro ministro diga mañana algo que yo pueda entender." Lamento mucho que sea necesaria jamás una oración así, pero me temo que no sólo es necesaria para los niños, sino que muchos adultos tienen también que orar así: "Señor, ayuda a nuestro ministro a decir algo que podamos entender, y que valga la pena que entendamos."

C. H. Spurgeon; sermón no.1771

lunes, 7 de diciembre de 2009

Diario de Spurgeon

23 de Abril – 1850

Mi oración es respondida en cierta medida; confío en que la obra ha sido revivida. No hay ningún merecimiento en mí; he de reconocer que todo es por misericordia. Siento que dependo del Señor para todo, para el crecimiento en la gracia y para una vida de gracia. Tengo mi suministro diario, y no recibo en un día la porción de dos días en cada ocasión. Es una misericordia sentir nuestra propia dependencia, y ser capaces de confiar en el Señor para todo. ¡Canta, oh alma mía, pues el Señor te ha redimido y estás segura!

martes, 1 de diciembre de 2009

Amados, hay muchos que dicen: "Cristo es mi Rey," pero no saben lo que dicen, pues no le obedecen. El siervo de Cristo, confía en Cristo, camina conforme a la mente de Cristo y ama la verdad que Jesús ha revelado: todos los demás son meros hipócritas.

Jesús, el Rey de la Verdad. C. H. Spurgeon

lunes, 30 de noviembre de 2009

Una maravillosa fuente de poder

Amados míos en el Señor, compañeros soldados en Cristo, ¿cuál ha sido la fuente y el secreto de nuestra fuerza, como iglesia, hasta este momento? Ha sido nuestra oración. ¡Cuán bien recuerdo aquellas reuniones de oración que tuvieron lugar en la Capilla de Park Street! Cuando comenzamos, éramos sólo unas cuantas criaturas débiles que, en la mayoría de las reuniones de oración que tuvimos, nos reuníamos en una pequeña sacristía; pero pronto tuvimos que abrir nuestras puertas de par en par, y pasar a la capilla, y nunca hemos regresado a la sacristía desde entonces. Y, ¡oh, el poder que el Señor graciosamente nos concedió en oración! Sentí allí, y muchos de ustedes lo sintieron, que parecía que por nuestra súplica hacíamos descender la bendición de Dios sobre nosotros; y entonces nuestros números se vieron rápidamente incrementados, las almas fueron convertidas y Dios fue glorificado.

Sermón no.2288 - El lugar vacío. Charles Haddon Spurgeon

La medida de la influencia de una iglesia

La riqueza de la iglesia radica en el poder de intercesión. La medida de la influencia de la iglesia se descubrirá que está en una exacta proporción a la cantidad de oración que presentan sus miembros; si no hay mucha oración, no puede haber mucho poder.

Sermón no.2288 - El lugar vacío. Charles Haddon Spurgeon

Diario de Spurgeon

Una de las facetas del pastor Spurgeon que ha sido poco estudiada es su carácter místico. Su serie de sermones sobre el Libro del Cantar de los Cantares de Salomón nos descubre esa parte de su personalidad que todavía no ha sido analizada debidamente. Algunos de esos sermones podrán encontrarlos en Temas, en la sección titulada El Lugar Santísimo, el lugar para el trato íntimo con Dios en el sitio http://www.spurgeon.com.mx/. Ese rasgo místico ya es evidente en este Diario que fue escrito siendo un recién convertido y antes de cumplir los dieciséis años de su edad.

22 de Abril – 1850

El Señor no me ha abandonado. Asistí esta noche a la reunión de oración, y oré. ¿Por qué habría de tener miedo de hablar sobre mi único Amigo? No seré tímido ya más, y confío que el Señor me ha ayudado en esto y me ayudará también en otras cosas. El espíritu está más vivo hoy, y se remonta más alto y está más encantado con ese Salvador quien es la vida de todo mi gozo. La fe es el precioso don de Dios, y el amor es Su don; todo nos viene de Dios de principio a fin.


sábado, 28 de noviembre de 2009

"Hermanos y hermanas, la gracia de Dios no ha venido a nosotros simplemente para mantenernos alejados de unos cuantos vicios notables, sino para liberarnos completamente del poder de las tinieblas. Y si, ocasionalmente, yo pudiera entregarme al pecado, simplemente para darme el gusto de un placer, eso demostraría que desconozco la liberación que Jesús concede a Su pueblo llamado y regenerado”.

Charles Haddon Spurgeon, sermón no.3366, Vol.59

Jesús, el Rey de la Verdad

En el referido mensaje, el pastor Spurgeon nos pide que hagamos una pausa. Tenemos que interrumpir el desarrollo del sermón para escuchar unas cuantas preguntas y tratar de responderlas, como ante Dios, con toda sinceridad. ¿Soy de la Verdad? ¿Es Dios el Señor de mi corazón? Hemos de recordar que la sentencia: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas", es válida desde la perspectiva divina. El Señor no acepta un corazón dividido. Pero desde la perspectiva del corazón artero y traicionero del hombre, se puede servir hasta veinte o más señores.... He aquí al pastor Spurgeon de nuevo:

"Hagamos una pausa aquí. Cristo es rey, un rey por la fuerza de la verdad en un reino espiritual; con este propósito nació; por esta causa vino al mundo. Alma mía, hazte esta pregunta: ¿Ha sido cumplido en ti este propósito del nacimiento y de la vida de Cristo? Si no es así, ¿cuál es el provecho de la Navidad para ti? Los miembros del coro cantarán: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado." ¿Es cierto eso para ti? ¿Cómo podría serlo a menos que Jesús reine en ti, y sea tu Salvador y tu Señor? Los que verdaderamente pueden regocijarse en Su nacimiento son aquellos que le conocen como el Señor de sus corazones, que gobierna su entendimiento por la verdad de su doctrina, su admiración por la verdad de Su vida, y sus afectos por la verdad de Su persona. Para esa gente, Él no es un personaje que deba ser retratado con una corona de oro y un manto de púrpura, como los reyes comunes y teatrales de los hombres, sino ¡Alguien más resplandeciente y más celestial, cuya corona es real, cuyo dominio es incuestionable, que gobierna con verdad y amor! ¿Conocemos a este rey?

viernes, 27 de noviembre de 2009

Diario de Spurgeon

Seguimos publicando las entradas del diario de Spurgeon, escrito cuando no cumplía todavía los 16 años. Ese detalle es lo asombroso de este Diario.

21 de Abril – 1850

Esta mañana, el señor S. predicó sobre el versículo 2 Tesalonicenses 3: 3, “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal”. Esta es la gran esperanza de un cristiano y el principal consuelo de mi vida: que el Señor lo hará. Por la tarde, Mateo 9: 22, “Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora”. Otra vez el Señor está obrando aquí; los médicos terrenales no podrían hacerlo. ¡Bendito eres, oh Dios, por esta gran salvación! Por la noche, 3 Juan 4, “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”. No estoy muy interesado en estos sermones predicados dos veces. En general, he disfrutado mucho este día. Poco lo he merecido, es más, no lo he merecido en absoluto. No hay ningún mérito en mí, estoy seguro; el más vil de los viles, durante mucho tiempo he cerrado mis ojos a esta gran salvación y a este glorioso estado del pueblo de Dios.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Jesús, el Rey de la Verdad

Quisiera seguir invitando a la lectura del sermón del mismo título porque contiene reflexiones fundamentales para todo tiempo y en particular para estas fechas, en las que el mundo nos invita a celebrarlas de una manera que difiere mucho del propósito de la venida de nuestro Señor. Hay frases que son lapidarias y se verían muy bien escritas en letras doradas sobre un paño de terciopelo negro. Para ejemplo Spurgeon nos dice: 'La verdad venida en carne y sangre tiene poder sobre carne y sangre'. Esto nos lleva nuevamente al tema del poder del Evangelio, a no modificarlo, ni interpretarlo de tal manera que se adapte a nuestros gustos y a nuestros protervos corazones, sino a confiar en que el Evangelio tiene la fuerza para cambiarnos. He aquí las palabras del pastor Spurgeon:

"Además, la verdad no ejerce nunca tanto poder como cuando se encarna. La verdad hablada puede ser derrotada, pero la verdad actuada en la vida de un hombre es omnipotente, por medio del Espíritu de Dios. Ahora, Cristo no habló simplemente la verdad, sino que Él era la verdad. Si hubiera sido la verdad venida en una forma angélica, habría poseído muy poco poder sobre nuestros corazones y nuestras vidas; pero la verdad perfecta en una forma humana, tiene un regio poder sobre la humanidad regenerada. La verdad venida en carne y sangre tiene poder sobre carne y sangre. De aquí que nació para este propósito.

"Así que cuando oigan las campanas que tañen en la Navidad, piensen en el motivo por el que nació Cristo. No sueñen con que vino a aderezar sus mesas y a llenar sus copas. En su júbilo, miren por encima de todas las cosas terrígenas. Cuando oigan que en ciertas iglesias hay pomposas celebraciones y espectáculos eclesiásticos, no piensen que Jesús nació para este propósito. No; sino que miren dentro de sus corazones, y piensen que para esto nació: para ser Rey, para gobernar por medio de la verdad en las almas de un pueblo que es, por gracia, conducido a amar la verdad de Dios".

Tomado del sermón Jesús, el Rey de la verdad.

martes, 24 de noviembre de 2009

Jesús, el Rey de la Verdad

La traducción de cada sermón del pastor Spurgeon involucra para mí repetidas lecturas que suman cinco al menos. Pareciera que ese proceso debería bastar para captar la esencia del sermón, pero he descubierto que no es el caso. Mucho tiempo después de haberlo traducido, vuelvo a leer algún sermón y descubro pepitas de oro y de otros metales preciosos que permanecieron ocultas en todo el primer escrutinio. A veces, un solo párrafo puede constituir en sí mismo un sermón, una enseñanza que nos abre los ojos a profundas realidades espirituales. Uno de esos memorables sermones es la La mano seca, no.1485, que nos ayuda a entener el arrepentimiento y la fe, tanto como una responsabilidad del hombre como un don de Dios. Es un sermón de una instrucción fenomenal. Es un sermón que leo y releo con frecuencia. Otro sermón cargado de instrucción es la Serpiente de bronce, no.1500, que explica de manera maravillosa el nuevo nacimiento. Y así podríamos proseguir analizando cada sermón y llegaríamos a concluir que los 3561 sermones que quedaron registrados contienen una enseñanza fenomenal.

Pero ahora hemos estado hablando del sermón Jesús, el Rey de la Verdad, no.1086, que nos explica de manera sencilla el reinado de Cristo en la tierra. Quisiera mostrar ahora un par de párrafos con el fin de comprobar lo esencial de la enseñanza en un mundo que sigue desorientado en cuanto al reinado de Cristo. Dice el pastor Spurgeon:

"Recordemos en este punto que cuando nuestro Señor le dijo a Pilato: "tú dices que yo soy rey," no se estaba refiriendo a Su dominio divino. Pilato no estaba pensando en eso para nada, ni tampoco nuestro Señor se refiría a eso, creo yo; sin embargo, no se olviden de que, como divino, Él es el Rey de reyes y Señor de señores. No debemos olvidar nunca que, aunque como hombre murió en debilidad, vive eternamente y gobierna como Dios. Tampoco creo que se refiriera a Su soberanía mediadora que posee sobre la tierra en relación a Su pueblo, pues al Señor toda potestad le es dada en el cielo y en la tierra, y el Padre le ha dado potestad sobre toda carne para que dé vida eterna a todos los que le fueron dados. Pilato no estaba aludiendo a eso, por un lado, ni nuestro Señor tampoco.

Él se estaba refiriendo a ese gobierno que ejerce personalmente en las mentes de los fieles, a través de la verdad. Ustedes recordarán el dicho de Napoleón: "yo he fundado un imperio mediante la fuerza, y se ha desvanecido. Jesucristo estableció Su reino en el amor, y permanece hasta este día y permanecerá para siempre." Ese es el reino al que se refiere la palabra del Señor, el reino de la verdad espiritual en el que Jesús reina como Señor sobre aquellos que son de la verdad. Él afirmaba ser un rey, y la verdad que reveló y de la cual era la personificación, es, por lo tanto, el cetro de Su imperio. Él gobierna mediante la fuerza de la verdad sobre aquellos corazones que sienten el poder de la rectitud y de la verdad, y por tanto, que se someten voluntariamente a Su guía, creen en Su palabra, y son gobernados por Su voluntad. Cristo reclama soberanía sobre los hombres como Señor espiritual; Él es rey de las mentes de los que le aman, de los que confían en Él y le obedecen, porque ven en Él la verdad que desean sus almas con vehemencia. Otros reyes gobiernan nuestros cuerpos, pero Cristo gobierna nuestras almas; aquellos gobiernan por la fuerza, pero Él gobierna por los atractivos de la justicia; la de aquellos reyes es, en gran medida, una realeza ficticia, pero la Suya es verdadera y encuentra su fuerza en la verdad".

Es un muy buen sermón navideño.

lunes, 23 de noviembre de 2009

El poder del Evangelio

Nos aproximamos velozmente a las celebraciones de la Navidad. Me gustaría recomendar para estos días la lectura de un soberbio sermón del pastor Spurgeon, cuyo tema no guarda aparentemente ningún vínculo con la Navidad, pero que fue predicado precisamente en estas fechas para que la gente pueda reflexionar sobre la verdad. "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan 8: 31). Pero en este sermón vemos a la verdad desnuda, sin ninguna pompa real, humillada, y esa Verdad proclama entonces: "Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí". Es triste ver que hay muchos grupos cristianos que se esfuerzan inútilmente por traer el reino de Cristo a este mundo, habiendo dicho Él mismo: "Mi reino no es de este mundo". La forma en que podemos ayudar a la extensión del reino de Dios, es mediante la predicación del verdadero Evangelio, creyendo en el poder del Evangelio para cambiar a la gente, y no dulcificando el evangelio ni adaptándolo al protervo corazón de los hombres para que se dignen aceptarlo. Por sí mismos, no cambiarán jamás. Sólo el poder del verdadero Evangelio puede cambiarlos. En el conocido poema de Rubén Darío -ese excepcional poeta nicaragüense- titulado Los motivos del lobo, el bardo pone en boca de Francisco estas palabras fidedignas: "En el hombre existe mala levadura. Cuando nace, viene con pecado. Es triste. Mas el alma simple de la bestia es pura".

Estas son algunas consideraciones impactantes del pastor Spurgeon en el sermon al que hago referencia:

"Hasta este día, en su apariencia externa, el cristianismo puro es igualmente un objeto sin ningún atractivo que muestra en su superficie pocas señales de realeza. Es sin parecer ni hermosura, y cuando los hombres lo ven, no encuentran una belleza deseable para ellos. Cierto, hay un cristianismo nominal que es aceptado y aprobado por los hombres, pero el Evangelio puro, es despreciado y desechado todavía. El Cristo real de hoy, es desconocido e irreconocible entre los hombres, de la misma manera que lo fue en Su propia nación hace mil ochocientos años. La doctrina evangélica está en rebaja, la vida santa es censurada, y la preocupación espiritual es escarnecida. "¿Qué," preguntan ellos, "llamas tú verdad regia a esta doctrina evangélica? ¿Quién la cree en nuestros días? La ciencia la ha refutado. No hay nada grandioso acerca de ella; podría proporcionar consuelo a las viejas y a todos aquellos que no tienen suficiente capacidad para pensar libremente, pero Su reino ha terminado, y no regresará jamás." En cuanto a vivir separados del mundo, califican eso de Puritanismo, o algo peor. Cristo en doctrina, Cristo en espíritu, Cristo en la vida: en estas áreas, el mundo no puede soportarlo como rey. El Cristo alabado con himnos en las catedrales, el Cristo personificado por prelados altaneros, el Cristo rodeado por quienes pertenecen a las casas reales, ese sí es aceptable; pero al Cristo que debe ser honestamente obedecido, seguido y adorado en simplicidad, sin pompa ni liturgias deslumbrantes, a ese Cristo no le permitirían que reine sobre ellos. Pocas personas, hoy en día, estarán de parte de la verdad por la que dieron la vida sus antepasados. El día del compromiso de seguir a Jesús en medio de la maledicencia y de la vergüenza, ha pasado. Sin embargo, aunque los hombres se nos acerquen para preguntarnos: "¿acaso llaman a su Evangelio divino? ¿Son ustedes tan ridículos como para creer que su religión viene de Dios y que someterá al mundo?" Nosotros respondemos valerosamente: "¡sí!" ¡Así como debajo del vestido de un campesino y del rostro pálido del Hijo de María podemos discernir al Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, así también bajo la sencilla forma de un Evangelio despreciado, percibimos los regios lineamientos de la verdad divina. A nosotros no nos importa la ropa o la morada externa de la verdad; la amamos por ella misma. Para nosotros, los palacios de mármol y las columnas de alabastro no tienen importancia. Valoramos mucho más el pesebre y la cruz. Estamos satisfechos de que Cristo reine donde Él quiere reinar, y ese lugar no es en medio de los grandes de la tierra, ni entre los poderosos y los sabios, sino entre lo vil del mundo y lo que no es, que deshará lo que es, pues a estos ha elegido Dios, desde el principio, para que sean Suyos".

Recomiendo ampliamente la lectura del sermón El Rey de la Verdad, que está en espera de muchos ávidos lectores.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

El poder del Evangelio

Seguimos tratando el tema del poder del Evangelio. Pablo volvía reiteradamente a ese tema, y decía: “Pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”, y “Mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios”, y también “Para que vuestra sabiduría no esté fundada en sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”. Creo que conocemos los textos, y algunos los podrían repetir de memoria, sin duda. Sin embargo, los hombres que quieren dedicarse al ministerio, aspiran a ser Gamaliel e incluso Nicodemo, el maestro de Israel. De inmediato nos muestran la colección de doctorados obtenidos en los mejores seminarios y universidades, los años de docencia, los reconocimientos… Sin embargo, nuestro Señor no llamó al ministerio a Gamaliel, ni a Nicodemo ni a Caifás, ni a los principales sacerdotes. “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios…”

La pregunta que espera una respuesta sincera es: ¿qué tanto creemos en el poder del Evangelio? Hoy por la mañana, platicaba con un médico, y me comentaba sus estrategias para introducir el tema de la Biblia, el tema del Evangelio en algunas de sus conversaciones con sus amigos. “Debemos revestirnos de mucha prudencia”, me decía. Yo me preguntaba: ¿que no tiene poder el Evangelio para abrirse paso sin importar la circunstancia?

Cuando Spurgeon predicaba, había todo un grupo de miembros del Tabernáculo que oraba en los sótanos, pidiendo al Señor que infundiera poder, en el instante de su predicación, a la palabra que había dado al pastor para esa ocasión. El mismo Spurgeon decía: lo que salva a las almas es la cita de algún versículo bíblico dentro del sermón, más que la explicación que da el predicador. “Arrepentíos”, es un mandamiento del Señor. Y quien no se arrepienta es culpable. Pero para algunas personas, el “arrepentíos”, lleva un don que lo llevará al arrepentimiento ya sea en el instante, o en cualquier otro momento posterior.

Una forma que tengo para explicarme esto es que la Palabra de Dios es como una bomba de tiempo, que hará su efecto en el preciso instante en que el Señor ha determinado que explote. En el caso de Spurgeon, la explosión fue inmediata. En el caso de otras muchas personas puede implicar todo un proceso, a veces de años, pero explotará… “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. Pero es el Señor quien pone la dinamita en la palabra.

Cuando los apóstoles descubrieron que los gentiles estaban siendo llamados al arrepentimiento, no consideraron que lo hacían por sí mismos, sino que dijeron: “¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” Entonces, cuando se les predicó: “Arrepentíos”, en la orden iba el don.

Es a la luz de estas consideraciones que quiero recordar estas palabras del pastor Spurgeon, vinculadas con el poder del Evangelio:

"Pablo dijo expresamente: 'Así que, teniendo tal esperanza, actuamos con mucha confianza' y dijo también: 'Ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder.' El apóstol Pablo era un pensador profundo, un hombre de un gran discernimiento y de una mente sutil. Tenía tal potencia mental que pudo haber sido un filósofo de primer rango, o un místico discernidor de las más profundas tinieblas; pero fue en contra de su inclinación natural y dedicó todas sus energías a explicar el Evangelio. Exigió una renuncia sublime de su parte, dejar a un lado toda su lógica incluida entre todas las demás cosas que consideró como pérdida para Cristo, puesto que dice: "Porque me propuse no saber nada entre vosotros, sino a Jesucristo, y a él crucificado." Él "se propuso", tenía la determinación, tenía el convencimiento de hacerlo o no lo habría logrado. Él es el hombre que escribió algunas de las cosas más difíciles de entender, según lo menciona Pedro, pero cuando se trataba del Evangelio, únicamente lo presentaba de manera muy sencilla. Era tierno con sus oyentes como una nodriza lo es con su niño, y se hizo a sí mismo instructor de bebés, entregando la palabra con la sencillez que los niños requieren.

El verdadero hombre de Dios no le pondrá al Evangelio el velo de los ritos ni de las ceremonias. Un consejo: observa a los que hacen esto y evítalos. Vemos en algunas iglesias al sacerdote, con qué reverencia camina hacia la derecha o hacia la izquierda con sus manos enlazadas, repitiendo frases en latín que son desconocidas para el pueblo. Da vueltas, hace una reverencia, y vuelve a dar vueltas. Por momentos vemos su rostro y luego sólo vemos su espalda. Supongo que todo eso tiene por fin la edificación; pero yo, pobre criatura, no puedo encontrar la menor instrucción en ello, ni, hasta donde sé, ninguna de las personas que miran podría hacerlo. ¿Cuál es el significado de los monaguillos vestidos con túnicas elegantes y echando tanto humo? ¿Y qué significan esas flores y esas imágenes en el altar? ¡Cuán espléndida es esa cruz que adorna la espalda del sacerdote! Parece ser hecha de rosas. La gente mira, y algunos se preguntan dónde consigue esos ornamentos, mientras otros hacen especulaciones acerca de la cantidad de cera que se consume cada hora; y eso es todo. Cristo está escondido tras los velos de las señoras, si en verdad está allí. Conozco a muchos sacerdotes que no quisieran hacer todo eso, pero sin embargo esconden al Señor en un lenguaje rebuscado. Es algo grandioso remontarse a las alturas sobre las alas de la elocuencia y desplegar la gloria del discurso, hasta que te deshaces, en medio de una espléndida perorata, en meros fuegos artificiales, tal como finalizan muchas exhibiciones.

Pero esto no es lo que conviene a los predicadores del Señor Jesús. Siempre les digo a nuestros jóvenes que uno de sus mandamientos debe ser: "No dirás peroratas." Intentar usar un lenguaje diferente al lenguaje sencillo cuando predicamos la salvación, es abandonar nuestro propio trabajo. Nuestra única obligación es explicar el evangelio de manera sencilla. Nuestro negocio es el alimento, no las flores. Que los ornamentos llamativos queden para el teatro o para el bar, donde los hombres buscan distraerse, o donde debaten para ganar algo; o dejemos que todas estas pobres tonterías queden para el Senado, lugar donde los hombres defienden causas o denuncian, de acuerdo a lo que convenga a su partido. No nos toca a nosotros convertir al peor argumento en el mejor, ni esconder la verdad bajo montañas de palabras. En lo que a nosotros toca, debemos escondernos detrás de la cruz, y hacer saber a los hombres que Jesucristo vino para salvar a los perdidos, y que si creen en Él, serán salvos de manera inmediata y para siempre. Si no les hacemos saber esto, entonces no habremos dado en el blanco, sin importar la manera grandiosa en que nos hayamos comportado. ¡Qué! ¿Habríamos de convertirnos en acróbatas de palabras, o malabaristas que hacen maravillas? De esa manera Dios es insultado, su evangelio es degradado y las almas son abandonadas a su perdición".


Sermón no.1663 - C. H. Spurgeon

lunes, 16 de noviembre de 2009

El poder del Evangelio

Es harto conocido el relato de la conversión de Spurgeon. En la providencia de Dios, en aquella fría mañana de Enero, le correspondería predicar a un hombre ignorante, sin educación, sin preparación, que carecería de palabras que ofrecer a su escaso auditorio, excepto este versículo de Isaías: 'Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más'. Por su misma falta de preparación, no pudo sino repetir este versículo una y otra vez, hasta que por fin, viendo a Spurgeon, se dirigió a él y le dijo: 'jovencito, veo que tienes serios problemas; Dios te dice: Mirad a mí'. Y Spurgeon nos comenta: 'miré y vi al instante'.

¿Quiere decir esto que Spurgeon recorrió en un instante todos los tratados de teología de los puritanos que había leído? ¿Que recordó todos los oficios de Cristo, Su venida a la tierra, Su vida, Su muerte, Su resurrección, Su ascensión y Su intercesión en la gloria? No lo creo. No tuvo tiempo para eso.

Yo creo que en la palabra de Dios: 'Mirad a mí' iba la fuerza que Spurgeon requería para mirar, así como cuando Jesús le dijo al ciego de nacimiento: 'Pues le has visto, y el que habla contigo, él es'. Y en ese mismo instante lo quitó la vendas que le producían la ceguera espiritual y los tapones de los oídos que le producían la sordera espiritual, y en ese instante, y sólo en ese instante le respondió: 'Creo, Señor; y le adoró'. A aquel ciego, el grandiosísimo milagro de la devolución de su vista le había dejado indiferente. Lo sabemos porque, después de recuperar la vista, regresó de inmediato a su casa y cuando los vecinos le preguntaron: '¿Dónde está él?', les respondió: 'No sé'.

Jesús tuvo que hallarlo como se halla a una oveja perdida y cuando le preguntó: '¿Crees tú en el Hijo de Dios'? el ciego a su vez le preguntó: '¿Quién es, Señor, para que crea?'

Vemos entonces que en las palabras 'Pues le has visto, y el que habla contigo, él es', iba la fuerza, iba el poder del Evangelio que le llevó a ver y oír y decir: 'Creo, Señor'.

Lo mismo le sucedió a Spurgeon. En las palabras: 'Mirad a mí' iba la fuerza que le hizo mirar en un instante. El ciego de nacimiento que era Spurgeon, dijo en aquel instante: 'Creo, Señor'

Por esta razón, Spurgeon predicaba con fe en el poder del Evangelio, porque lo había experimentado. Por eso supo hablar así:

"El predicador debe hablar en nombre de Dios o mejor callar. Hermano mío, si el Señor no te ha enviado con un mensaje, vete a la cama, o a la escuela o dedícate a tus cultivos; porque ¿qué importa lo que tú tengas que decir si sólo sale de ti? Si el cielo te ha dado un mensaje, proclámalo como tiene que hacerlo quien es llamado a ser la boca de Dios. Si inventamos nuestro propio evangelio en el camino, producto de nuestras cabezas, y componemos nuestra propia teología, como los boticarios preparan sus compuestos de medicinas, tenemos una tarea inacabable frente a nosotros, y el fracaso nos mira a la cara. ¡Ay de la debilidad del ingenio humano y de la falacia del razonamiento de los mortales! Pero si tenemos que entregar lo que Dios declara, tenemos una simple tarea que nos llevará a grandiosos resultados, pues el Señor ha dicho: "Así será mi palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía."

¿Dónde aprendió el apóstol a hablar de manera tan positiva? En el primer versículo de este capítulo nos dice: "Por esto, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que nos fue dada, no desmayamos." Él mismo había sido una vez un perseguidor; y había sido convencido de su error cuando se le apareció el Señor Jesús. Este fue un gran acto de misericordia. Ahora él sabía que sus pecados le habían sido perdonados; sentía en su propio corazón que era un hombre regenerado, cambiado, limpiado, creado de nuevo y esto era para él una evidencia contundente de que el Evangelio era de Dios. Para él, de cualquier manera, el Evangelio era una verdad comprobada, que no necesitaba ninguna otra demostración fuera del efecto maravilloso que había ejercido sobre él. Habiendo recibido, él mismo, la misericordia, juzgaba que otros hombres también necesitaban esa misericordia igual que él, y que el mismo Evangelio que había traído luz y consuelo a su propia alma, les traería la salvación también a ellos. Esto le animaba para su trabajo. Esta conciencia que tenía le impulsaba a hablar como alguien que tiene autoridad. No dudaba en lo más mínimo, pues hablaba de lo que había experimentado.

Ah, amigos, nosotros no solamente entregamos un mensaje que creemos que es de Dios, sino que decimos lo que ha sido probado y comprobado dentro de nuestras propias almas. Para un predicador no convertido debe ser un aprieto terrible, pues no tiene la evidencia de la verdad que proclama. Un hombre que no conoce el efecto del evangelio en su propio corazón debe soportar mucha ansiedad cuando predica el evangelio. ¿En realidad, qué sabe del Evangelio si nunca ha sentido su poder? Pero si ha sido convertido por su mediación entonces tiene mucha confianza y no será perturbado por las preguntas y estratagemas de los que se le oponen. Su conciencia más íntima lo fortalece durante la predicación del mensaje. Nosotros debemos sentir también la influencia de la palabra para que podamos decir lo que conocemos, y dar testimonio de lo que hemos visto. Habiendo recibido misericordia no podemos sino hablar de esa misericordia positivamente, como una cosa que hemos probado y experimentado: y sabiendo que es Dios quien nos ha dado la misericordia, no podemos sino hablar deseando ansiosamente que otros también puedan participar de la gracia divina".

El poder del Evangelio

En esta época, en la que se habla tanto de la 'inculturización' del Evangelio, en la que los evangelistas y los predicadores se preocupan en gran manera en cambiar el Evangelio para adaptarlo a los protervos corazones de los hombres en vez de confiar que el poder del Evangelio puede cambiar los protervos corazones de los hombres, es bueno reflexionar sobre las palabras de un predicador que predicó con mucho poder en el siglo XIX simplemente porque creía, al lado del apósotol Pablo, en el poder de la palabra de Dios.

Cito a continuación algunos párrafos que considero pertinentes para el tema de esta meditación:

"Observen de entrada la confianza con la que Pablo habla. Es evidente de manera categórica que no tiene la menor duda de que el Evangelio que proclama es verdaderamente cierto; más aún, que es verdadero, de manera tan manifiesta, que si los que lo han escuchado no lo aceptan, tiene que ser porque el dios de este mundo ha cegado sus mentes. El acento de la convicción hace que cada palabra sea muy enfática. Pablo cree y está seguro y plenamente convencido de que aquellos que no creen están bajo la esclavitud del diablo.

Este no es el estilo ordinario en que el Evangelio es predicado hoy en día. Escuchamos a muchos hombres que se disculpan cortésmente por afirmar algo como cierto, pues temen que se piense de ellos que son fanáticos y de mente estrecha: tratan de demostrar cosas que son tan claras como la luz del día, y de apoyar con argumentos lo que el propio Dios ha dicho; como si el sol necesitara de velitas para ser visto, o como si Dios necesitara del apoyo del razonamiento humano. Él apóstol no asumió una posición defensiva de ninguna manera: llevó la guerra a las filas enemigas y puso sitio a los incrédulos. Traía una revelación de Dios, y cada una de sus palabras planteaba un reto a los hombres: 'Esta es la palabra de Dios, tienen que creerla; porque si no lo hacen incurrirán en pecado, y probarán que están perdidos, y que están bajo la influencia del diablo.' Cuando el Evangelio era predicado en ese estilo real, prevalecía con poder y aniquilaba toda oposición. Por supuesto que algunos ponían objeciones. '¿Qué va a decir este charlatán?' era una pregunta común; pero los mensajeros de la cruz ponían un alto a los que objetaban, pues simplemente seguían declarando el Evangelio glorioso. Su única palabra era: 'Esto viene de Dios: si creen serán salvos, si lo rechazan serán condenados'. No mostraban escrúpulos al respecto, antes bien hablaban como hombres que creían en su mensaje, y estaban convencidos de que el mensaje dejaba a los incrédulos sin ninguna excusa. Nunca alteraron su doctrina o suavizaron el castigo por rechazarlo. Como fuego en medio de la hojarasca, el Evangelio consumía todo lo que estaba a su alrededor cuando se predicaba como la revelación de Dios. Hoy no se propaga con la misma velocidad porque muchos de sus maestros han adoptado, según ellos, métodos más sofisticados: tienen menos certidumbre y más indiferencia, y por lo tanto razonan y argumentan allí donde deberían proclamar y afirmar".
Esta cita la he tomado del sermón no.1663, El verdadero Evangelio no es un evangelio encubierto. C. H. Spurgeon

Diario de Spurgeon

20 de Abril – 1850

Anduve repartiendo opúsculos, pero no pude sentir el Espíritu del Señor en mí. Me pareció que tenía una traba en mi pie y un impedimento en mi lengua. He merecido esto con creces, pues no he orado, ni estudiado mi Biblia como debo hacerlo. Confieso mi iniquidad, y mi pecado está siempre delante de mí. ¡Misericordia, todo es misericordia! ¡Lávame de nuevo, oh Salvador, en Tu sangre que expía el pecado!

“Firme como la tierra es Tu Evangelio,
Mi Señor, mi esperanza, mi confianza”.

No puedo perecer si Dios me protege. No puedo hacer nada. Soy un gusano débil y pecador”.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Diario de Spurgeon

19 de Abril - 1850

No vivo lo suficientemente cerca de Dios. Tengo que lamentar mi frialdad e indiferencia en los caminos del Señor. ¡Oh Dios de gracia restauradora, visita a Tu siervo en la mitad de los días! He de confiar en Él; no puedo dudar de Su poder o Su amor.

“Sí, Te amo y Te adoro,
¡Y anhelo más gracia para amarte más!”

Recibiré aún otra visita y veré de nuevo Su sonriente rostro. “Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará”.

Diario de Spurgeon

18 de Abril – 1850

Confío en que la nube ya se haya disuelto. He visto hoy algunos rayos de luz del sol. Voy a seguir adelante en Su fuerza, ya sea que tenga que hacerlo en medio de las nubes o no. Fui a la capilla; había allí muy pocas personas. Se me ha concedido que renueve mi fuerza. ¡Que me fuera concedido ahora poder correr en los caminos del Señor! Comienzo a preguntarme por qué no me ha escrito mi padre; tendrá alguna buena razón para no hacerlo, sin duda. ¡Señor, fortalece a Tu pueblo y vivifica a Tu Iglesia por medio de Tu gracia vivificadora!

jueves, 5 de noviembre de 2009

Si el diablo predicara la verdad

Hermanos, es de suma importancia en la obra del ministerio que el predicador sea un hombre iluminado por Dios. No se trata de que la educación deba ser despreciada; por el contrario, no podemos esperar que el Espíritu Santo en estos días dé a los hombres el conocimiento de las lenguas si pueden adquirirlo mediante un perseverante estudio. La regla divina es: No obrar nunca un milagro superfluo. Con las facultades y poderes que poseemos, tenemos que presentar nuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Entonces, en lo que concierne a la educación del hombre, nosotros creemos que Dios nos delega eso, pues si podemos hacerlo, no hay necesidad de que se obre ningún milagro; pero aunque el hombre esté educado de manera excelente, sigue siendo, en esa condición, una masa de barro; Dios tiene que soplar en su nariz el aliento de vida espiritual como predicador, pues de lo contrario no podría prestar ningún servicio y sería más bien un peso muerto para la Iglesia de Dios.

¿Qué diremos, entonces, de esos hombres que pasan al púlpito porque la subsistencia familiar es endeble, o porque, tal vez, siendo grandísimos ineptos ya sea para el ejército o para la ley, necesariamente tienen que ser colocados allí donde su manutención puede ser obtenida con mayor facilidad, en la iglesia?

¡Cuán deplorable es este pecado en nuestros tiempos: que las manos episcopales se posen sobre los hombres, declarando que son guiados al ministerio por el Espíritu Santo, cuando ni siquiera saben si hay un Espíritu Santo, en lo tocante a cualquier conocimiento práctico de Su poder en sus propios corazones! El día declina, eso espero, en el que los hombres son más diestros para la cacería del zorro que para pescar un alma y, en general, Dios está levantando en esta tierra un espíritu de decisión en cuanto a este punto: el cristiano tiene que ser un hombre que conozca prácticamente, en su propia alma, las verdades que pretende predicar.

Es verdad que Dios podría convertir almas por medio de un mal predicador. Vamos, si el diablo predicara, no me sorprendería que se convirtieran algunas almas, si el diablo predicara la verdad. Es la verdad y no el predicador. Los cuervos, aun siendo pájaros inmundos, le llevaron a Elías su pan y su carne: y los ministros inmundos pueden llevar algunas veces a los siervos de Dios su alimento espiritual; pero a pesar de ello, Dios dice a los impíos: “¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes?” El ministro tiene que ser un hombre enseñado por Dios, cuyos ojos han debido ser abiertos por el Espíritu Santo. Esto, al menos, es la regla en vigor, sin importar cuántas excepciones pudieran ser argumentadas.
Sermón No.570, Charles Haddon Spurgeon

sábado, 31 de octubre de 2009

Cartas desde el sufrimiento - No.41

Menton
15 de Enero de 1891

Mis queridos amigos

He aceptado el consejo de los diáconos y de un número de amigos que escriben con amorosa ansiedad por mi bienestar, y voy a permanecer aquí una semana más de lo que me había propuesto. Si el Señor así lo dispone, espero gozosamente estar de regreso entre ustedes el día 8 de Febrero. ¡Espero que sea de tanta bendición para ustedes como será un gran privilegio para mí! Por su amable consideración me ha sido concedido un largo descanso, y espero tener, proporcionalmente, un largo período de servicio a resultas de ello. Mi posición involucra un gran desgaste y deterioro de mente y de corazón, y ya no soy el joven que era cuando me nombraron ministro de su iglesia hace 37 años, y por esto valoro su amabilidad al concederme el descanso.

Ay, no veré más en la tierra a todos los que dejé cuando abandoné sus costas. No intentaré nombrar a los hombres y mujeres santos que han partido al hogar. Sus monumentos están en mi corazón. ¡Que sus deudos sean consolados! Nos reuniremos con los seres amados en la Tierra de Emanuel.

Es bueno que el 1 de Febrero oigan a mi buen amigo, el señor Stott, quien espero que sea enviado del Señor para ayudarme en la obra. Él ha reunido a muchos para el Salvador y será un grandioso comienzo de su venida a nosotros si el primer domingo se convierte en un día de ganar almas. ¡Que así sea! Estoy muy agradecido con el señor Robertson por venir una segunda vez al Tabernáculo. ¡Que el Señor lo convierta en un hombre poderoso para la defensa de la verdad!

¡La paz sea ahora con todos ustedes, y la gracia, de Dios nuestro Padre y de nuestro Señor Jesucristo! Pido a Dios que podamos comenzar ahora una nueva era. ¡Que la escarcha y la niebla se marchen de las iglesias así como también de las calles, y que podamos ver triunfante a la verdad, victoriosa a la gracia, y que el propio Señor sea exaltado!

Amorosamente suyo siempre

C. H. Spurgeon
B. Wilson Carr fue un diácono del Tabernáculo Metropolitano y durante muchos años fue un amigo muy cercano de Spurgeon. En una iglesia del tamaño del Tabernáculo, muchas personas morían cada año. El año en que esta carta fue escrita murieron 74 miembros de una membresía total d 5,328. Hablando del ‘llamado a casa’ de varios obreros clave en ese año, Spurgeon dijo: ‘Nuestro corazón temblaría ante el pensamiento de la partida de tales amigos, si no nos apoyáramos en el Dios viviente, cuyos propósitos sempiternos aseguran una sucesión de hombres y mujeres santos que continuarán en Su obra aquí abajo’.

viernes, 30 de octubre de 2009

Cartas desde el sufrimiento - No.40

Menton
12 de Enero de 1891

A los Oficiales de la Iglesia,
Mis amados hermanos:

¡Otra muerte entre nosotros, demasiado pronto! Es una fuerte voz para que todos estemos listos.

Habría deseado mucho estar en casa, pues el señor Carr era un antiguo compañero, y posiblemente era mejor conocido y valorado por mí que por nadie más, puesto que me apoyaba de muchas maneras privadas en mis publicaciones. Era inconmovible como el acero a favor de la verdadera fe y, para mí, era como su abogado. Era excéntrico en su comportamiento, pero en doctrina retenía la forma de las sanas palabras con gran firmeza.

Estoy seguro de que, en mi ausencia, harán todo lo que les permita el severo clima para hacer que la familia y el mundo vean cómo respetamos a un antiguo compañero y a un líder hermano.

Algunas letras de condolencia vendrían bien de parte de ustedes como cuerpo de diáconos y ancianos: yo sé que lo habrían pensado sin necesidad de mi sugerencia.

Oren también por la señora Carr, con esa gran familia, muchos de cuyos miembros son todavía jóvenes y muchachos. ¡Qué responsabilidad para ella! ¡Que el Señor los bendiga!

Al enterarme del persistente mal clima, he decidido aceptar el consejo telegrafiado por los diáconos y apoyado por las cartas de muchos valiosos amigos, y voy a permanecer aquí otra semana, no ocioso, sino almacenando pólvora y municiones para la lucha.

Hermanos, ustedes saben que yo los amo, y yo sé que ustedes también me aman.

Suyo en Cristo Jesús

C. H. Spurgeon

jueves, 29 de octubre de 2009

Diario de Spurgeon

17 de Abril – 1850

Leí algo de Fuller sobre al arminianismo. ¡Dios mío, qué golfo hay cerca de mí! Pienso que puedo decir que odio esta religión; yo deseo amar a Dios y ser tan santo como mi propio Padre-Dios. Hay una nubecita entre mí y mi Sol de justicia, pero no dudo que Él brilla todavía sobre mí. Él no me ha dejado. Yo soy un milagro viviente, un portento andante de la gracia puesto que estoy vivo del todo y mucho más porque prosigo. ¡Que a partir de ahora pudiera yo vivir más cerca de Él y honrar más Su nombre!

miércoles, 28 de octubre de 2009

Cartas desde el sufrimiento

Parte 3
1891-2

EL ÚLTIMO AÑO


Spurgeon pasó las primeras semanas de 1891 en Menton. Se había recuperado lo suficiente para dirigir las devociones cotidianas, y exponía Génesis cada mañana a un grupo de unas sesenta personas, algunas de las cuales debían caminar muchos kilómetros para asistir a sus exposiciones.

Habiendo recuperado un cierto grado de salud y vigor, regresó al Tabernáculo en Febrero. Su agenda estuvo llena de reuniones especiales. En Abril y Mayo presentó 84 nuevos candidatos a la membresía, y presidió y predicó en la Conferencia del Colegio del Pastor.

También presidió por última vez la reunión anual de la iglesia en 1891. En esa ocasión se reportó que la membresía era de 5,328 personas; la iglesia contaba con 127 ministros laicos que ministraban en Londres y sus alrededores; la gente del Tabernáculo supervisaba 23 edificios de misión que tenían un total de 4,000 asientos y también dirigían 26 escuelas dominicales que atendían a 8,000 niños y ocupaban a 600 maestros.

El 7 de Junio predicó por última vez en el Tabernáculo y al final de ese mes encontrábase otra vez sumamente enfermo. El Tabernáculo celebró un día entero de oración, con una duración de 14 horas, el día 29 de Junio. Muchas personas provenientes de todas las denominaciones enviaron cartas que contenían buenos deseos, al igual que muchas figuras de la vida pública, incluyendo al Príncipe de Gales y al ex primer ministro, W. E. Gladstone. También se continuaron celebrando dos reuniones diarias de oración, de manera sostenida, ya que la enfermedad fue diagnosticada como ‘enfermedad de Bright’ (nefritis crónica). Experimentó un notable grado de recuperación y para Agosto, Spurgeon fue capaz de escribir otra vez.

Viajó a Menton a fines de Octubre, una vez que llegó el doctor A. T. Pierson para apoyar en la obra del Tabernáculo.

Spurgeon parecía mucho mejor y retomó en Francia la actividad de hablar a pequeños grupos y de escribir. Experimentó el deleite de pasar tres meses en Menton en compañía de su esposa, en vista de que ella se encontraba lo suficientemente bien para viajar con él esa vez.

En la víspera de Año Nuevo predicó un breve sermón en su hotel, y también lo hizo al día siguiente. El último himno que entonó fue el 17 de Enero, intitulado: “Las arenas del tiempo se están hundiendo”.

Pasó sus últimos días parcialmente consciente y el 31 de Enero de 1892 fue llamado al hogar, a la gloria. El Tabernáculo recibió un telegrama en el que se informaba: ‘Nuestro amado pastor entró en el Cielo a las once y cinco de la noche del domingo’.

viernes, 16 de octubre de 2009

Diario de Spurgeon

16 de Abril - 1850

Esta noche, los amigos de Hythe estarán congregados. ¡Concede Tu misericordiosa bendición! Leí acerca de la tierra Beula. Yo he estado allí y eso sucedió antes de encontrarme al Gigante Desesperación. No hemos de tener consuelo siempre pues me temo que me quedaría dormido. Ahora estoy cayendo en un letargo de espíritu. ¡Poderoso Liberador, mantén mis ojos abiertos! Mi alma pareciera anhelar las ollas de carne de Egipto, y eso después del maná celestial; ¡ayúdame y perdóname, oh mi Salvador!

Diario de Spurgeon

15 de Abril – 1850

Me he sentido muy bien y tolerablemente feliz, el día de hoy. Es el primer día de las carreras. ¡Oh, Dios, Tú me haces ser diferente! Participé en una fervorosa reunión de oración. “Y tuya, oh Señor, es la misericordia”. ¿En quién más podría confiar? El señor P. vino esta noche y platicamos hasta pasadas las once, así que perdí algún tiempo que debía dedicar a la devoción.

“¡Qué diversos obstáculos nos encontramos
Cuando nos acercamos al propiciatorio!
Empero, ¿quién que conozca el valor de la oración
No desear estar allí con frecuencia?”

Cartas desde el sufrimiento - No.39

Menton
6 de Diciembre de 1890

Queridos amigos:

Hasta esta fecha no he tenido oportunidad de disfrutar de un descanso, pues al principio estaba sufriendo y ahora me estoy recuperando gradualmente. Esto, sin embargo, no es tiempo perdido siempre y cuando reciba gracia para sacar provecho de las pruebas. Hemos de buscar siempre la santificación a través de la aflicción en lugar de tratar de escapar de ella.

No tengo ninguna duda de que hay una gran sabiduría en que el Señor ponga en un rincón Sus instrumentos. Es para Su propia gloria, pues mediante eso demuestra que no los necesita; y también es para la humillación de esos instrumentos, pues así aprenden cuán profunda es la necesidad que tienen de Él. Recibir ininterrumpidamente bendiciones a través de un canal podría engendrar, en nuestros necios corazones, una confianza idolátrica en los medios; por tanto, viene un receso en el uso de los medios para que el Señor sea recordado más tiernamente. Podemos estar seguros de que si el Señor seca la cisterna es porque quiere que acudamos presurosos a la fuente de inextinguible fuerza.

Deseo alegrarme porque, en todos estos treinta y seis años, abrumado tan frecuentemente por las enfermedades, nunca me he visto impedido de preparar el sermón semanal o la revista mensual. Siempre ha habido ya sea un intervalo de poder, o me he adelantado en el trabajo cuando el golpe de la enfermedad me ha arrumbado. ¿No podría decir: ‘Hasta aquí nos ayudó Jehová’? Habiendo recibido ayuda de Dios continúo hasta este día, y voy a permanecer en mi llamamiento en tanto que tenga trabajo que hacer para el Señor.

Envío mis amorosas salutaciones cristianas a todos mis oyentes y lectores con mis sinceras peticiones de oraciones por mí, personalmente, y por una bendición para mis sermones y para toda la obra del Tabernáculo Metropolitano.

Los tiempos han perdido el rumbo; los muros de las alianzas humanas se están derrumbando; la moda de este mundo está pasando, ‘Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada’.

Suyo en amoroso servicio por nuestro Señor Jesús

C. H. Spurgeon

miércoles, 14 de octubre de 2009

Diario de Spurgeon

14 de Abril – 1850

Oí la predicación del señor S., esta mañana, sobre 3 Juan 4: el grandioso tema de la justificación por fe. ¿Quién podría esperar ir al cielo si las obras fueran el precio? Yo no podría; ¡eso sería como que me ofrecieran una posesión en el sol si pudiera alcanzarlo y tomarlo con mi mano! Por la tarde, repitió algo del tema del último domingo. El tema de Esaú no puede proporcionarnos un sermón muy interesante. El tema de la noche fue: Decisión. Estoy muy animado. Espero tener pronto una respuesta de mi casa sobre el bautismo.

“A través de muchas aguas y llamas, si Jesús me guía,
Yo le seguiré donde Él vaya”.

No quisiera abandonarle en ningún momento, sino mantenerme muy cerca de Él.

Diario de Spurgeon

13 de Abril – 1850

No me sentí tan cansado al final de esta semana; una razón es que cada día ha sido como un día domingo para mí. Bendito sea el Pastor porque ahora camino junto a aguas de reposo. ¡Qué eventos están aconteciendo en el mundo! Las cosas están alcanzando un punto de crisis en la Iglesia de Inglaterra. Yo amo mi pequeño trabajo; ¡Señor, te pido que estés conmigo! “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!” Alma mía, confía en Él; síguele plenamente.

sábado, 10 de octubre de 2009

Diario de Spurgeon

12 de Abril – 1850

Las cosas terrenales han absorbido demasiado mis pensamientos hoy. No he sido capaz de fijar mi atención enteramente en mi Salvador. Sin embargo, a pesar de todo ello, el Señor no me ha ocultado Su rostro. Aunque tentado, no he sido abatido; aunque probado, no he sido vencido; en verdad, todo eso es por la soberana misericordia de Dios. Yo deseo de nuevo, en este día, solicitar que la sangre de Jesús que expía el pecado, limpie mis pecados. ¡Oh Dios, mantenme abajo y entonces no temeré caer! ¡Oh, visita a Sion y preserva a Tu Iglesia; haz que resplandezca en gloria! Las lluvias de Abril han estado cayendo hoy; el Señor no olvida Sus promesas. Jesús tomó mi corazón: “Antes que lo supiera, mi alma me puso entre los carros de Aminadab”. “Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía”; quiero estar siempre contigo, ¡oh Amado mío, sin mancha y el más hermoso! ¡Reúnete conmigo cada día, pues Tu abrazo es el cielo; santifícame, prepárame, ayúdame a producir fruto y a ser Tuyo para siempre!

viernes, 9 de octubre de 2009

Diario de Spurgeon

11 de Abril – 1850

He tenido dulces pensamientos acerca de: “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen”. ¿Cómo podría perderse una de Sus ovejas si las conoce a todas?

He leído hoy acerca de las iniquidades de personas que ocupan altos puestos. ¡Padre, perdónalos, y concédenos que Tu nombre no sea blasfemado por causa de ellos! ¡Oh mi Bienamado, que perezca yo eternamente antes que deshonrarte a Ti, que eres el único deseo de mi corazón! Escuché la predicación del señor S. sobre el Salmo 68: 18-20. Me encanta escuchar que otorga a Dios toda la honra de nuestra salvación. ¡Pastor de Israel, guía a Tu rebaño a toda la verdad! ¡Vivifícame, y haz que te ame más y más!

sábado, 3 de octubre de 2009

Spurgeon y la Biblia

El pastor Spurgeon era un ávido lector. No era un hombre de un criterio estrecho. El campo de sus lecturas era muy amplio. Se interesaba por la literatura, las biografías, libros sobre viajes, ciencia, historia, poesía, así como por la teología. Leía constantemente a los 'puritanos' y su biblioteca personal llegó a contar con unos 12,000 volúmenes, de los cuales aproximadamente 7,000 era libros escritos por puritanos. Se adentraba en la lectura de ellos como alguien que descubre un gran botín. Se apropiaba de sus verdades y de sus sabias sentencias y luego las citaba en sus sermones con suma pertinencia y facilidad.

¿Cuáles eran sus autores favoritos? Thomas Brooks figuraba de manera prominente, aunque Manzanas de Dios y Remedios preciosos contra los artificios de Satanás eran libros que leía y releía. John Owen era otro de los favoritos, en especial, La gloria de Cristo, La muerte de la muerte en la muerte de Cristo, El Espíritu Santo, Los atributos de Dios. El misterio de la Providencia de Flavel, El pastor reformado, de Baxter, El progreso del peregrino y la Guerra Santa se contaban entre los muy favoritos. Estaban además Charnock, Manton, Richard Sibbes, Thomas Watson y muchos más.

Sin embargo, su libro principal fue siempre la Biblia. "Es bienaventurado roer el material para llegar hasta la propia alma de la Biblia" -dijo- "hasta el punto de expresarse con el lenguaje escritural; que el espíritu se impregne de las palabras del Señor, de tal forma que la sangre se convierta en Biblina, y la propia esencia de la Biblia fluya de tu persona. Cientos de veces he sentido indudablemente esa presencia de Dios en las páginas de la Escritura".

Por Biblina el señor Spurgeon quería decir 'estar lleno, completamente saturado de la Biblia'.

Como traductor de Spurgeon quisiera agregar que llegó a aprender muchísimos versículos de memoria. ¿Cómo puedo saber esto? Porque en las citas bíblicas que insertaba en sus sermones hay cambios de palabras, cambios en el orden de las frases, o mezclas de varios versículos en una sola cita. Todo eso no habría ocurrido si hubiera leído las citas, como parte de las notas que preparaba para los sermones. Yo me figuro que muchas de las citas se le venían a la mente en el momento de estar predicando un tema específico.

El propósito de estos comentarios es resaltar la importancia de la lectura de la Biblia, una lectura en oración pidiendo que el Espíritu Santo nos abra los versículos para que 'arda nuestro corazón en nosotros, mientras nos habla en el camino'. Él es el Maestro.

Pero no debemos olvidar que "Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio" Efesios 4: 11, 12.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Diario de Spurgeon

10 de Abril – 1850

Estoy mucho mejor de salud. Aparte del infierno, todo es misericordia. ¡Cuán pequeña es mi esfera y, sin embargo, cuán grandioso Ser condescendió a determinar mi estado antes de que yo tuviera el ser! Todas las cosas son ordenadas por Dios. Bendito sea su nombre. Aunque me matare, en Él esperaré. El pecado es limpiado en su totalidad por la sangre de Jesús. Vendrán pronto dudas y temores. “Deseo de mi alma”, prepárame para enfrentarlos. La presencia del Señor no se ha apartado todavía; si yo tuviese la lengua de un arcángel no podría alabarle lo suficiente por esto. Espero que todo esté bien en casa con mi querida madre; debo esperar pronto la cruz. “El que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí”.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Entrevista con George Müeller

Seguimos comentando una entrevista que el pastor Charles R. Parsons sostuvo con el siervo de Dios, George Müeller, un cristiano de muchísima fe.

Nos informa el pastor Parsons: "Le pregunté si pasaba mucho tiempo de rodillas".
-Varias horas todos los días. Pero vivo en espíritu de oración; oro al caminar, oro al acostarme y cuando me levanto. Y las respuestas siguen siempre llegando. Mis oraciones han sido contestadas decenas de miles de veces. En cuanto estoy persuadido de que algo es correcto, sigo orando hasta que llega la respuesta. ¡Nunca me doy por vencido!
"Estas palabras fueron dichas en un tono jubiloso. Había en ellas una nota de triunfo, y su rostro brillaba con un gozo santo. Se había levantado de su asiento al decirlas, y caminó hacia un costado de la mesa."
-En respuesta a mis oraciones, miles de almas han sido salvadas -continuó-. Me encontraré con miles de ellas en el cielo.
"Hubo otra pausa. Yo guardé silencio, y el señor Müeller continuó:
-Lo más importante y principal es no darse por vencido hasta que llegue la respuesta. Hace cincuenta y dos años que oro por la salvación de dos hombres, hijos de un amigo de mi juventud. Todavía no se han convertido, ¡pero lo harán! ¿Cómo podría ser de otra manera? Está la promesa inmutable de Jehová, y en eso confío. La falla grande de los hijos de Dios es que no perseveran en la oración; no siguen orando; no perseveran. Si anhelan algo para la gloria de Dios, deben orar hasta que lo consigan.
"Le conté algunas de las cosas que a mí me desalentaban, y le expresé la esperanza de ser utilizado por Dios más que nunca.
-Y será utilizado por Dios, hermano mío, -exclamó. ¡Dios mismo lo bendecirá! ¡Siga trabajando!
"Luego oró por mí. Su oración fue breve y sencilla. Poniéndose de rodillas, dijo:
-¡Oh Señor, mira ahora a este tu querido siervo y bendícelo más y más, más y más, más y más!
¡Y guía con Tu gracia su pluma en lo que escribirá en cuanto a esta Tu obra y nuestra conversación de hoy! Te lo pido por los méritos de tu amado Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡Amén!

Este es otro grandioso ejemplo, proveniente de un notable siervo de Dios, de una oración breve.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Declaraciones de George Müeller

Me he visto frente a muchos desalientos, pero en cada circunstancia he confiado en Dios. ¡Mi alma ha descansado en las palabras de promesa de Jehová! ¡Oh, es bueno confiar en Él; Su Palabra nunca vuelve a nosotros vacía! "Él da fuerza al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna" (Isaías 40: 29). Esto se aplica también a mis obras públicas. Hace sesenta y dos años prediqué un sermón deficiente, seco, infructuoso, que no me proporcionó ningún consuelo a mí y, según imaginaba, no sirvió de ningún consuelo para los demás. Pero mucho tiempo después me llegaron noticias de 19 casos diferentes de bendiciones como resultado de aquel sermón.

Comentario de George Müeller hecho al pastor Charles R. Parsons. Publicado como 'An hour with George Müeller - The Man of Faith to Whom God gave Millions

sábado, 12 de septiembre de 2009

Diario de Spurgeon

8 de Abril – 1850

Salí a caminar después del desayuno. Nunca vi más claramente la soberanía de la voluntada de Dios. Él me ha llamado, entonces, me siento seguro de que me llevará a la gloria. No me siento bien. Oh Dios de gracia, llévame a casa cuando te plazca. Se trata de “Misericordia, misericordia, misericordia”, de principio a fin.

9 de Abril – 1850

Hoy me siento feliz otra vez; si tales días continúan, la tierra y el Cielo no serán sino un solo ente; pero, ¿qué he escrito? Yo sé que he pecado en este día; en el Cielo, no podré pecar. ¡Oh, ser santo, ser como Dios! Confío que un día lo seré. Oh gloriosa hora, oh morada bienaventurada cuando esté cerca de mi Dios y sea semejante a Él. Jesús, ¿cómo podría olvidarte jamás a Ti, que eres la vida de mis deleites? ¡Sosténme por Tu Espíritu libre y derrame en mí más amor por Ti! A duras penas puedo orar, mas, ¡oh Dios mío, recuerda a A____! ¡Oh, que pudiera hacer más por Dios! “Por gracia sois salvos”.

martes, 8 de septiembre de 2009

La anécdota del mendigo

Un hombre tocó a la puerta de mi casa hace algún tiempo solicitando una caridad; se trataba de un mendigo arrogante, no me cabe la menor duda. Pensando que los harapos del hombre y su pobreza eran reales, le di un poco de dinero, algunas de mis ropas, y un par de zapatos. Después que se cambió la ropa y se marchó, pensé: “Bien, después de todo, muy probablemente no te hice ningún favor, pues ahora no vas a recibir tanto dinero como antes, ya que no te verás como un sujeto tan desvalido”. Sucedió que salí de casa como un cuarto de hora más tarde, y vi a mi amigo, pero ya no llevaba los vestidos que yo le había dado; vamos, habría arruinado yo su negocio si le hubiera podido convencer para que mantuviera una apariencia respetable. El mendigo había sido lo suficientemente listo para deslizarse debajo de un pasaje abovedado donde se quitó la buena ropa y se visitó nuevamente con sus harapos. ¿Lo culpé por eso? Sí, por ser un pillo, pero no lo culpé por seguir haciendo su negocio con el atuendo adecuado. El hombre no hacía sino llevar su librea apropiada, pues los harapos son la librea del mendigo. Entre más harapiento se viera, más obtendría. Lo mismo sucede con ustedes. Si van a ir a Cristo, no lleven con ustedes sus buenas acciones ni sus buenos sentimientos, pues no obtendrían nada; vayan en sus pecados, pues son su librea. Su ruina es su argumento para alcanzar misericordia; su pobreza es la razón por la que piden las limosnas celestiales, y su necesidad es la excusa para la bondad celestial. Vayan tal como están, y dejen que sus miserias argumenten a favor de ustedes.
Sermón No.715, C. H. Spurgeon


lunes, 7 de septiembre de 2009

Diario de Spurgeon

Diario

6 de Abril - 1850

He tenido un día bienaventurado de refrigerio procedente del Señor y de la gloria de Su rostro. Recorrí el distrito asignado a mi cargo, y conversé con varias personas. Confío que el Señor está obrando aquí. Estuve reflexionando seriamente acerca del bautismo. “Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación”.

7 de Abril – 1850

No me he sentido bien; el cuerpo abate al alma. Escuché la predicación del señor S. sobre Génesis 22: 8; no pude absorberla con mi corazón pues mi dolor de cabeza no me lo permitió. El arminianismo no va conmigo. Si tuviese que soportar por largo tiempo esta pesadez, difícilmente podría vivir. Por la noche, no pude asistir a escuchar el sermón, pero me sentí más contento por no hacerlo. Me deleité todo el tiempo con esta estrofa:

“Cuando me remonto a mundos desconocidos,
Y te veo en el trono de Tu juicio
¡Roca Eterna!, escondedero para mí,
He de ocultarme en Ti”.

No puedo imaginar cómo el señor S. pueda decir que cree que Esaú fue convertido, si el Señor dice: “A Esaú aborrecí”.

Sobre el nacimiento nuevo

La vida no sale de quienes predican la palabra, sino que es colocada por el Espíritu Santo dentro de la palabra predicada por ustedes. La vida no está en la mano del predicador, sino en el hombre mismo que es conducido a asirse de la verdad por el Espíritu de Dios. La salvación no proviene de la autoridad personal del predicador, sino que viene a través de la convicción personal, de la fe personal y del amor personal del oyente.
"Explícame el nuevo nacimiento," pide alguien. Mi respuesta es: "experimenta el nuevo nacimiento, y así sabrás lo que es." Hay secretos en los que no podemos adentrarnos, pues su luz es demasiado intensa para que los ojos de los mortales la puedan tolerar. Oh, hombre, tú no puedes volverte omnisciente, pues eres una criatura y no el Creador.
C. H. Spurgeon, sermón no. 1603

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Un golpe propinado a la justicia propia

Sólo déjame decir una frase solemne que puedes rumiar a placer. Si confías en tu fe y en tu arrepentimiento, estarás tan perdido como si confiases en tus buenas obras o confiases en tus pecados. El cimiento de tu salvación no es la fe, sino Cristo; no es el arrepentimiento, sino Cristo. Si yo confío en mi confianza en Cristo, estoy perdido. Mi tarea es confiar en Cristo; apoyarme en Él; depender, no en lo que el Espíritu ha hecho en mí, sino en lo que Cristo hizo por mí, cuando colgó realmente en el madero. Ahora, has de saber que cuando Cristo murió, cargó con los pecados de todo Su pueblo sobre Su cabeza y allí y entonces todos ellos cesaron de existir. En el momento en que Cristo murió, los pecados de todos Sus redimidos fueron borrados. Él sufrió entonces todo lo que ellos debieron sufrir; Él pagó todas sus deudas; y sus pecados fueron real y positivamente alzados de sus hombros en aquel día y puestos en Sus hombros, pues “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”. Y ahora, si tú crees en Jesús, no queda ningún pecado en ti, pues tu pecado fue puesto en Cristo; Cristo fue castigado por tus pecados antes de que fueran cometidos.
Sermón no.350 C. H. Spurgeon

martes, 1 de septiembre de 2009

Un golpe asestado a la justicia propia

Entiéndanme, lo que digo lleva toda mi intención. No quiero que piensen que hablo incautamente ahora. Cristo dijo de los fariseos de tiempos antiguos precisamente lo mismo que acabo de decir de ustedes. Los fariseos eran buenos y excelentes a su manera, pero, dijo el Señor: los publicanos y las rameras entran en el reino de Dios delante de ustedes, porque ustedes quieren irse por el camino equivocado, mientras que los pobres publicanos y las rameras fueron conducidos a seguir el camino correcto. Los fariseos que iban por todas partes para hacer una justicia propia, no se sometieron a la justicia de Cristo; el publicano y la ramera, sabiendo que no poseían nada de lo cual vanagloriarse, venían a Cristo y le tomaban como era, y entregaron sus almas para ser salvadas por Su gracia. ¡Oh, que podamos hacer lo mismo!, pues hasta que desechemos la justicia propia, estamos en un estado de condenación, y de agonía, y la sentencia debe ser ejecutada en nosotros por los siglos de los siglos.
Sermón no.350 - de Charles Haddon Spurgeon

Un golpe asestado a la justicia propia

¡Ah, alma!, yo no sé quién seas, pero si cuentas con alguna justicia propia, eres un alma desprovista de gracia. Si tú has dado todos tus bienes para alimentar a los pobres; si has construido muchísimos santuarios y has andado rodando con abnegación entre las casas de la pobreza para visitar a los hijos e hijas de la aflicción; si has ayunado tres veces a la semana; si tus oraciones han sido tan largas que tu garganta ha enronquecido por causa de tus clamores; si tus lágrimas han sido tantas que tus ojos se han quedado ciegos por causa de llanto; si tus lecturas de la Escritura han sido tan largas que el aceite de media noche ha sido consumido en abundancia; si, afirmo, tu corazón ha sido tan tierno hacia el pobre y el enfermo y el necesitado que habrías estado dispuesto a sufrir con ellos, a soportar todas sus repugnantes enfermedades, es más, si sumado a todo eso, entregaras tu cuerpo a las llamas, pero confiaras en cualquiera de estas cosas, tu condenación sería tan segura como si fueras un ladrón o un borracho.
Tomado del sermón no. 350 de Charles Haddon Spurgeon, que lleva el título de este comentario.

lunes, 31 de agosto de 2009

Diario de Spurgeon

En el año de 1850, de Abril a Junio, Spurgeon llevó un Diario cuya traducción comenzaré a publicar por entregas, así que el lector tendrá que unir los diferentes días para tener el contenido completo.

El siervo de Dios comentó en una ocasión: "He dicho, a veces, cuando he sido presa de las dudas, 'bien, ahora, no me puedo atrever a dudar si hay un Dios, pues puedo echar una mirada a mi diario y decir: 'en tal día, en lo profundo de la tribulación, me puse de rodillas ante Dios, y antes de volver a ponerme de pie, ya había recibido una respuesta'".

En cuanto al Diario que voy a publicar, la esposa de Spurgeon nos informa:

"No mucho tiempo después de nuestro matrimonio, mi esposo me trajo un día, un librito que se cerraba con un broche, y poniéndolo en mi mano con un aire de gravedad y seriedad, me dijo: 'ese libro contiene un registro de algunas de mis experiencias espirituales pasadas; cuídalo tú, pero yo no quiero volver a verlo nunca más'. No lo hizo nunca más, y para mí también era un libro sellado, pues no me atreví a abrirlo. Ha permanecido sellado durante cuarenta años a partir del día que lo vi...

"Los contenidos del librito muestran ser un Diario continuo de casi tres meses de duración, comenzando el 6 de Abril de 1850, y terminando el 20 de Junio del mismo año".

El Diario comienza así:

Los hombres y las mujeres salvos cuentan sus días a partir del alba de su verdadera vida; no desde su primer cumpleaños, sino desde el día en que fueron nacidos de nuevo. Su calendario ha sido alterado y enmendado por un acto de la gracia divina. C. H. Spurgeon

EL DIARIO:

1850

Fecha de nacimiento 6 de Enero de 1850

Admitido a la membresía 4 de Abril

Bautizado 3 de Mayo

Maestro de escuela dominical 5 de Mayo

Miembro de la iglesia en Cambridge 2 de Octubre

CONSAGRACIÓN: 'Oh grandioso e inescrutable Dios, que conoces mi corazón, y pruebas todos mis caminos; con una humilde dependencia en el sostén de Tu Santo Espíritu, me entrego a Ti; como Tu propio sacrificio racional, regreso a Ti ya que soy de Tu propiedad. Quiero ser Tuyo para siempre, perpetuamente y sin reservas; mientras viva en la tierra, quiero servirte; y que pueda gozarte y alabarte por toda la eternidad'. Amén

1 de Febrero de 1850

Charles Haddon Spurgeon

viernes, 28 de agosto de 2009

Cartas desde el sufrimiento - No.38

Menton
4 de Diciembre de 1890

Queridos amigos:

Elevo mis oraciones para que mientras estén en dos grupos reciban una doble bendición. ¡Que el Señor, que ha sido nuestra guía y nuestra gloria todos estos años, santifique estas semanas de interrupción en el servicio para un aumento de Su poder manifiesto!

Hay muchas razones por las que he de sentir una humilde gratitud, principalmente porque estoy libre de dolor, y puedo usar mi mano un poco, aunque está inflamada y no puedo continuar escribiendo. Veo que cuando estamos hinchados no podemos trabajar. Si nuestras pruebas previenen ese mal, son de un gran beneficio para nosotros. Busco un constante interés en sus oraciones. Si fuera la voluntad del Señor, yo desearía estar bien y sentirme fuerte, y luego descansar y estar de regreso en casa con ustedes otra vez.

Envío mi amor a todos los amigos en Cristo Jesús.

Suyo de corazón,

C. H. Spurgeon

viernes, 21 de agosto de 2009

Cartas desde el sufrimiento - No.37

Menton
15 de Noviembre de 1890

Queridos amigos:

Por la bondad de Dios, aunque sumido en la debilidad, he predicado ininterrumpidamente a lo largo del año, si bien he sentido que me he ido debilitando más y más. Durante la última semana del período, me vi obligado a guardar cama: el cuerpo estaba agobiado por el dolor, y la mente no podía funcionar. Fue un quebrantamiento general de todos mis poderes.

Así que salí de mi hogar completamente exhausto y el viaje hasta este deleitable refugio es largo; pero estando aquí en un clima cálido y con un sol claro, no me siento en peor estado a pesar de las mil millas de recorrido. El cambio de clima es casi difícil de creer. Unos cuantos días con un aire como este, me pondrán listo. ¡Qué cambio en contraste con ser evaporizado hasta la muerte en las casi sólidas nieblas de Londres! ¡Gracias sean dadas a Dios por un lugar de recuperación como este para aquellos que son gastados en Su servicio! Quisiera sacar de esto todo el beneficio posible, para que mi ministerio pueda mostrar vigor de mente y poder de la gracia divina.

Resplandeciente sobre las tablas de mi corazón está el registro de lo hecho por los amigos del Tabernáculo el viernes 7 de Noviembre, cuando la gente voluntariamente ofrendó de sus bienes para el Señor, y todo lo que era necesario para la reparación de la casa de nuestra asamblea fue traído de un solo golpe. Mil veces agradezco a todos aquellos generosos donadores. Amigos de fuera han enviado también grandes cantidades para alimentar los otros fondos y así el Señor le ha quitado el cuidado a su siervo por las necesidades de la obra al momento presente.

Escribo porque continuamente me piden que lo haga y para asegurarles mi amor en Cristo Jesús.

Suyo sinceramente

C. H. Spurgeon
Spurgeon escribió estas palabras acerca de su carruaje como una metáfora de su inesperada enfermedad, pero fueron ampliamente difundidas como un hecho literal. Charles escribió: ‘Nunca pasó por mi mente que pudiera ser tomado literalmente. La estación del año no era apropiada para pasear en coche, y desdichadamente, es un pasatiempo del que un ministro que vive en Londres, escasamente tiene el privilegio de disfrutar… al mundo le gusta tanto la ficción que cualquier cosa basta como material que puede ser incorporado en una historia… Moraleja: no crean ni la mitad de lo que oyen’. Spurgeon emprendió pronto su viaje a Menton después de meses de fructífera labor.

En el viernes mencionado en la carta, amigos del Tabernáculo habían invitado al pastor Spurgeon para que hiciera acto de presencia para despedirse de él y para hacer una colecta para completar las mil libras esterlinas necesarias para la limpieza y reparación del edificio. Spurgeon no pudo estar presente debido a su enfermedad, pero una constante corriente de miembros hizo acto de presencia a pesar de ello, y se le envió a Spurgeon un telegrama por la noche informándole que la cantidad necesaria había sido alcanzada y superada.

Cartas desde el sufrimiento - No.36

Westwood, Beulah Hill, Upper Norwood
9 de Noviembre de 1890

Queridos amigos:

Cuánto hubiera deseado resistir hasta este día. Pero el domingo pasado por la noche mi carruaje se volcó y todos los cuatro caballos se cayeron. He experimentado una semana de un agudo dolor, insomnio, e inquietud de cerebro. Estos males pronto habrán desaparecido, ahora que voy a tener una etapa de descanso. Hay tantos y tantos asuntos que me acosan incesantemente cuando estoy en el trabajo, que mi cerebro desfallece. Ha sido muy pesado para mí últimamente.

No me senté esta mañana a contar mis penas, sino para agradecerles a todos ustedes, y, especialmente, dar gracias al Señor. No pude verlos el viernes, pero ustedes trajeron lo que se requería de igual manera, y todavía cien libras esterlinas más. Nunca la gente había respondido más generosamente, amorosamente y con todo su corazón. Cada uno dio conforme a sus posibilidades. Vieron que era necesario y lo hicieron por el Señor.

Ustedes me han alegrado mucho y han hecho que casi me sienta orgulloso: sólo que cuando se tiene una cabeza que duele, uno no puede llegar al punto de ser exaltado sin medida. Acepten mi amoroso agradecimiento. Que Dios los bendiga a todos ustedes, que son las mejores personas.

Su agradecido pastor

C. H. Spurgeon