miércoles, 22 de mayo de 2013

Una advertencia oportuna



Si puedes pecar sin lamentarlo amargamente, eres un heredero del infierno.
C. H. Spurgeon – sermón #779 – Volumen 13

La mujer sirofenicia



Ustedes conocen la historia de la mujer sirofenicia; es un gran ejemplo de la ingeniosidad del razonamiento de Fe. Ella acudió a Cristo para suplicar por su hija, mas Él no le contestó ni una sola palabra. ¿Qué creen que dijo el corazón de ella? Bien, pensó para sí, “Está bien, porque no me lo ha negado; puesto que no ha dicho ni una sola palabra, no me ha rehusado nada”. Con esto a manera de aliento, comenzó a suplicar de nuevo. Esta vez Cristo le habló de una manera un tanto áspera, pero entonces su valeroso corazón dijo: “Por fin he logrado que me hable; pronto hará cosas para mí”. Eso también la alentó; y entonces, cuando Él la llamó “perrilla”, “ah” –razonó ella- “un perrillo es una parte de la familia, pues tiene algún vínculo con el amo de la casa. Aunque no toma alimentos de la mesa, obtiene las migajas que caen de la mesa, y así ahora te tengo a Ti, grandioso Señor, aunque yo sea una perrilla; la gran misericordia que te pido, grande como lo es para mí, es sólo una migaja para Ti; te imploro que me la concedas. ¿Podría dejar de conseguir su súplica? ¡Imposible! Cuando Fe quiere algo siempre encuentra la manera y conseguirá lo que quiere aunque todas las cosas anuncien la derrota. 
C. H. Spurgeon - La Oración Razonada - #1018

lunes, 6 de mayo de 2013

Una nube sin lluvia


Dios oculta algunas veces Su rostro de Su pueblo, y entonces, como bien lo saben Sus santos, nada puede capacitarlos para contemplarle o para ser felices. Conocen a Dios doctrinalmente, ¿pero qué son para un alma las doctrinas de la gracia cuando Dios encubre Su rostro? Ustedes pueden aceptar y sostener firmemente el Evangelio ortodoxo, pero ¿qué es la más pura verdad evangélica sino una nube sin lluvia, a menos que el Señor mismo aparezca? 
C. H. Spurgeon - Sermón #737 - Dios: Todo en Todo

domingo, 5 de mayo de 2013

Reposo en Cristo para el pobre corazón turbado



Pobre corazón turbado, si al Señor le agradara darte reposo en Cristo en este día, nadie podría provocar turbación a tu alma. ¡Cuán grande misericordia es para ti que Dios pueda dar paz y quietud! Algunos de ustedes han estado muy turbados durante la última quincena. Las flechas de Dios están penetrando con firmeza en ti; tu propia carne desfallece como si no pudiera soportar por más tiempo la presión de tus aflicciones espirituales. El Señor puede vendarte ahora. Él vendará a los quebrantados de corazón y sanará sus heridas. Él puede hacerlo eficazmente, tan eficazmente que ninguna herida sangra de nuevo jamás después de que Él la ha restañado. “Ah” –dices tú- “pero está Su ley, esa terrible ley de diez mandamientos y yo la he quebrantado mil veces”. Pero si el Salvador te conduce a la cruz, te mostrará que Él cumplió la ley a nombre tuyo y que tú mismo no estás más bajo la ley, sino bajo la gracia. La ley es un capataz; pero el capataz sólo puede controlar a sus propios esclavos; y cuando tú crees en Jesús, ya no eres más un esclavo, sino un hijo, y el capataz no tiene más poder sobre ti a partir de ese momento y nunca jamás. ¡Cuán maravilloso espectáculo es ver que la ley ha sido cumplida por Cristo! Es una visión que proporciona tal dicha que puedes estar donde estuvo el vidente de Horeb y no necesitas decir: “Estoy espantado y temblando”; más bien dirás con nuestro compositor de himnos:

“Osado estaré en aquel gran día,
Pues ¿quién me acusará de algo?
Plenamente absuelto soy por medio de Cristo
De la tremenda maldición y de la culpa del pecado”.
C. H. Spurgeon - Sermón #737 - Dios: Todo en Todo