viernes, 30 de abril de 2010

Diario de Spurgeon

4 de Mayo – 1850

Llegué a Newmarket a las 9. Me siento con el espíritu en alto. He andado repartiendo folletos. ¡Ayúdame a servirte, oh Señor mío! Hay un reporte en la iglesia que el señor S. y yo nos hemos metido en berenjenales. El señor A. me informó muy ásperamente al respecto. El señor H. no quiere participar en la comunión porque muchas personas han asistido a las carreras. Mi Señor lo sabe; no tengo necesidad de decirle que soy inocente. Aunque sea echado fuera y sea rechazado por los discípulos, el Señor no echará fuera a uno de Sus elegidos. En este sentido, puedo lavar mis manos en inocencia.

jueves, 29 de abril de 2010

"¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?"

El cristiano se convierte en un hombre doble, se convierte en dos hombres en uno. Algunos han imaginado que la vieja naturaleza es suprimida en el cristiano. No es así, pues la Palabra de Dios y la experiencia nos enseñan lo contrario; la vieja naturaleza permanece en el cristiano sin ningún cambio, inalterada, y sigue siendo exactamente la misma naturaleza, tan mala como siempre lo fue; en cambio, la nueva naturaleza del cristiano es santa, pura y celestial, y de aquí que surja –como lo habremos de notar a continuación- un conflicto entre las dos.

Ahora quiero que adviertan lo que dice el apóstol acerca de estas dos naturalezas del cristiano, pues estamos a punto de contrastarlas. Primero, el apóstol en nuestro texto llama a la vieja naturaleza: “Este cuerpo de muerte”. ¿Por qué lo llama: “este cuerpo de muerte?”

Algunos suponen que se refiere a estos cuerpos que perecen; pero yo no creo eso. Si no fuera por el pecado, no deberíamos encontrar ningún defecto en nuestros pobres cuerpos. Adán, en el huerto de la perfección, no sintió que el cuerpo fuera un estorbo para él, y si el pecado estuviera ausente, no encontraríamos ninguna falla en nuestra carne y sangre.

Entonces, ¿de qué se trata? Pienso que el apóstol llama a la naturaleza depravada en su interior: ‘un cuerpo’, primero, en oposición a quienes hablan de reliquias de corrupción en el cristiano. Me he enterado de que la gente dice que hay reliquias, residuos y remanentes de pecado en el creyente. Esas personas no saben mucho todavía acerca de ellas mismas. ¡Oh!, lo que permanece no es un hueso ni un andrajo; el cuerpo entero de pecado es el que está allí, íntegramente, “desde su coronilla hasta la planta de su pie”. La gracia no mutila este cuerpo ni corta sus miembros; lo deja entero, aunque bendito sea Dios, lo crucifica, clavándolo a la cruz de Cristo.

Y además, yo pienso que lo llama ‘un cuerpo’ porque es algo tangible. Todos nosotros sabemos que tenemos un cuerpo. Es algo que podemos sentir. Sabemos que está allí. La nueva naturaleza es un espíritu, sutil y difícil de detectar. Algunas veces me cuestiono si está allí del todo. Pero mi vieja naturaleza constituye un cuerpo; nunca me es difícil reconocer su existencia pues es tan evidente como mi carne y mis huesos. Así como nunca dudo de que estoy en la carne y en la sangre, así tampoco dudo de que el pecado está dentro de mí. Es un cuerpo, algo que puedo ver y sentir, y que, para mi dolor, está siempre presente dentro de mí”.

Entiendan, entonces, que la vieja naturaleza del cristiano es un cuerpo; contiene una sustancia, o, como lo expresa Calvino, es una masa de corrupción. No es simplemente un pedazo de tela rasgada, un remanente, un paño del viejo vestido; más bien, toda ella, entera, permanece todavía allí. Si bien está aplastada por el pie de la gracia y ha sido arrojada de su trono, está allí, íntegramente está allí, en toda su triste condición tangible, como un cuerpo de muerte.

Pero, ¿por qué lo llama un cuerpo de muerte? Lo hace simplemente para expresar qué cosa tan terrible es este pecado que permanece en el corazón. Es un cuerpo de muerte. Tengo que usar una figura que siempre está adosada muy apropiadamente a este texto. Era una costumbre de los antiguos tiranos, cuando deseaban someter a los hombres a los más espantosos castigos, atarlos a un cadáver, colocándolos a los dos, espalda contra espalda; y así quedaba el hombre vivo con un cadáver amarrado a su espalda, en estado de putrefacción, pútrido, en estado de descomposición, que tenía que arrastrar dondequiera que iba.

C. H. Spurgeon, sermón #235 - El guerrero languideciente

viernes, 23 de abril de 2010

Anoche grabé el sermón no.2013, “La Infalibilidad de la Escritura”, y mientras lo grabábamos, muchos párrafos me impactaron, de manera renovada, por la profundidad de sus pensamientos. Traducir un sermón implica repetir su lectura unas tres o cuatro veces. Sin embargo, cuando vuelvo a leer los sermones tiempo después, percibo algunas nuevas perspectivas, algunas aristas ocultas, que se descubren con fuerza. Una de las características que más me sorprende de la predicación del pastor Spurgeon es su actualidad. Todos estos pensamientos que publico a continuación, son frases independientes, tomadas aleatoriamente del sermón, pero que constituyen una buena sustancia para una prolongada meditación:

“En lo relacionado a la verdad de Dios somos mayordomos, y debemos tratar con la tesorería del Señor, no según los lineamientos de caridad hacia las opiniones humanas, sino según la regla de fidelidad al Dios de la verdad. Somos intrépidos cuando declaramos con pleno convencimiento aquello que el Señor revela”.

“Cuando hablamos en el nombre del Señor en contra del error, nosotros no suavizamos nuestros tonos; más bien salen de nuestras bocas descargas de rayos”.

"Está escrito" es el gran cañón que silencia todas las baterías del pensamiento del hombre. Los que hablan en el nombre de Jehová, el Dios de Israel, deben hablar valerosamente.

“Hermanos, si alcanzamos una correcta comprensión de la verdad del Evangelio, (ése "La boca de Jehová lo ha dicho") nos moverá a proclamarla con mayor ardor y celo. No repetiríamos monótonamente el Evangelio a un puñado de personas adormecidas”.

“Yo me maravillo que Dios haya hablado por los profetas; pero me admira todavía más que haya escrito Su palabra en blanco y negro, en lenguaje inequívoco que puede ser traducido a todas las lenguas, de tal forma que todos podemos ver y leer por nosotros mismos lo que Dios el Señor nos ha dicho, y lo que, ciertamente, continúa diciendo; pues, lo que ha dicho, todavía nos lo dice a nosotros, de manera tan fresca como si lo hubiera expresado por primera vez”.

Cuando yo subo a este púlpito para predicar el Evangelio, nunca siento que puedo invitarlos con toda la calma a prestar atención a un tema que es uno entre muchos, y que puede ser abandonado por algún tiempo, con toda propiedad, si sus mentes ya estuvieran ocupadas en otra cosa. No; ustedes podrían morir antes que yo tuviera la oportunidad de hablar con ustedes de nuevo, y por lo tanto yo solicito una atención inmediata. No temo estarlos distrayendo de otros asuntos muy importantes cuando los invito a que presten atención a eso que la boca del Señor ha dicho; pues ningún otro asunto tiene una importancia intrínseca comparable con esto: éste es el tema supremo. Se trata de tu alma, de tu propia alma, de tu alma eterna, y es tu Dios Quien te está hablando. Te suplico que lo escuches. Yo no te estoy pidiendo un favor cuando te pido que oigas la Palabra del Señor: es una deuda que tienes con tu Hacedor y que estás obligado a pagar. Sí, y además, se trata de amabilidad hacia ti mismo. Inclusive desde una perspectiva egoísta, yo los insto a que oigan lo que la boca de Jehová ha dicho, pues en su Palabra hay salvación. Presten atención con diligencia a lo que su Hacedor, su Salvador, su mejor amigo, tiene que decirles. "No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación," sino que "Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma." "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios."

Dios es amor

Hoy se escucha por doquier la frase: 'Dios es amor'. Es bienvenida por todos y no provoca ninguna discordia ni ninguna disensión. Agrada al corazón malvado porque no tiene que arrepentirse, ya que "Dios es amor" y al final, no sé cómo, terminaré en el cielo.

Esto es lo que el pastor Spurgeon dijo al respecto:

"Una de las cosas más espantosas registradas por la historia, es el sitio de Jerusalén. No dudo de que ustedes ya lo han leído, ya sea en Josefo o en cualquier otra parte. Simplemente al pensar en eso se hiela la sangre. Sin embargo, todo fue predicho por los profetas y sus profecías se cumplieron hasta su amargo fin. Ustedes hablan acerca de Dios como "amor," y si quieren decir con eso que Él no es severo con el castigo del pecado, yo les pregunto qué entienden ustedes en lo referente a la destrucción de Jerusalén. Recuerden que los judíos constituían Su nación elegida, y que la ciudad de Jerusalén era el lugar en el que Su templo había sido glorificado con Su presencia. Hermanos, si ustedes vagan desde Edom hasta Sion, y desde Sion hasta Sidón, y de Sidón a Moab, encontrarán en medio de ciudades arruinadas las evidencias que comprueban que las palabras de Dios sobre juicios son ciertas. Entonces pueden estar completamente seguros de que cuando Jesús dice: "E irán éstos al castigo eterno," así será. Cuando dice: "Porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis," así será. El Señor nunca juega a atemorizar a los hombres. Su Palabra no es una exageración para asustar a los hombres con espectros imaginarios. Hay una verdad enfática en lo que el Señor dice. Él siempre ha cumplido Sus amenazas al pie de la letra, y en el instante preciso; y pueden estar seguros de que continuará haciéndolo: "Porque la boca de Jehová lo ha dicho."
Sermón #2013 - La infalibilidad de la Escritura.
"Es la Palabra de Dios, no nuestro comentario sobre la Palabra de Dios, lo que salva almas". Fue el pastor Spurgeon quien dijo estas sabias palabras en su sermón intitulado: La infalibilidad de la Escritura. Por esta razón, él repetía en sus sermón algunos versículos tales como Marcos 16: 16 ó Hechos 16: 31. Es el poder que sale con la palabra de Dios que dice al hombre de la mano seca: "Extiende tu mano", y él la extendió, que dice: "Arrepentíos" y los hombres elegidos se arrpienten en el momento determinado por Dios, es el poder que dice al ciego de nacimiento: "Pues le has visto, y el que habla contigo, él es", y hace decir al ciego: "Creo Señor". Es el poder del que Isaías nos informa lo siguiente: "Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. "Mirad a mí", fue la palabra de Dios que abrió los ojos de Spurgeon una fría mañana de invierno, y miró, y fue salvo.

George Moore

En la Palabra de Dios la enseñanza tiene una dignidad única. Este Libro es inspirado de una manera que ningún otro libro es inspirado, y ya es tiempo de que todos los cristianos manifiesten esta convicción. Yo no sé si ustedes han leído la vida de nuestro fallecido amigo, George Moore, escrita por el señor Smiles; pero en esa biografía leemos que, en una cierta cena, un hombre muy culto señaló que no sería fácil encontrar una persona de inteligencia que creyera en la inspiración de la Biblia. Al instante se escuchó la voz de George Moore a través de la mesa, diciendo con valentía: "yo soy uno que sí cree." No hubo un solo comentario más. Mi querido amigo hablaba de una manera muy fuerte, según lo recuerdo, pues en algunas ocasiones competimos él y yo para ver quién hablaba más fuerte, una vez que estábamos reunidos en su casa de Cumberland. Me parece oír su forma enfática de decir: "yo soy uno que sí cree." No seamos tardos en adoptar el lado pasado de moda e impopular, y digamos de inmediato: "yo soy uno que sí cree."
C. H. Spurgeon, sermón #2013 - La infalibilidad de la Escritura

miércoles, 21 de abril de 2010

Diario de Spurgeon

3 de Mayo – 1850

Cumpleaños de mi madre. ¡Que el sol del cielo brille sobre ella y la vivifique, así como lo ha hecho sobre el mundo natural en este día! Partí con el señor Cantlow a las once, y llegamos a Isleham a la una. Por la tarde, tuve el privilegio de seguir a mi Señor y de ser enterrado con Él en el bautismo. ¡Bendita piscina! ¡Jesús! Acepta mi cuerpo y mi alma como un pobre sacrificio; lígame a Ti; en Tu fuerza yo me dedico ahora a Tu servicio para siempre; ¡que nunca evada reconocer Tu nombre!

“Atestigüen ahora hombres y ángeles,
Si abandono al Señor”.

Prometo solemnemente gloriarme únicamente en Jesús y en Su cruz, y gastar mi vida en la extensión de Su causa, de cualquier manera que a Él le agrade. Deseo ser sincero en esta solemne profesión y tener un único objetivo en mente, es decir, glorificar a Dios. Bendigo Tu nombre ya que me has sostenido a lo largo del día; únicamente Tu fuerza podría hacer ésto. Lo ha hecho y lo hará. Tú me has dado la capacidad de hacer una profesión de fe en Ti, ¡ayúdame ahora a honrarte, a poner en práctica mi profesión y a vivir la vida de Cristo en la tierra!

lunes, 19 de abril de 2010

Diario de Spurgeon

2 de Mayo – 1850

Asistí a la conferencia; había pocas personas allí; no bastaban para conformar una reunión de la iglesia. ¡Señor, vivifica a Tu Iglesia en Newmarket! Ha sido un día mucho más feliz de lo que yo merezco; he sido capaz de remontarme un poco y ver a la Canaán que deseo, aunque fuera con un ojo débil. Mañana será un día solemne. He sido capacitado más de lo usual para derramar mi corazón en oración. Necesito apoyo ahora, y siento que lo tendré. ¡Cuán seguro está todo el pueblo de Dios! Ni uno solo de los más insignificantes de ese pueblo puede perderse; el juramento y la promesa del Señor no pueden ser quebrantados. Es un pecado pensar que Dios, un Dios de verdad, abandonará alguna vez a Su pueblo; es una vergüenza, es una blasfemia. “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios”. “No te desampararé, ni te dejaré”.

viernes, 2 de abril de 2010

La verdadera oración no depende de su longitud

Algunos hermanos oran por metro; pero la verdadera oración es medida por su peso y no por su longitud. Un simple gemido ante Dios puede contener mayor plenitud de oración que un fino discurso de gran longitud. Quien habita con Dios en Cristo Jesús, ése es el hombre cuyos pasos son ampliados en intercesión. Se acerca lleno de valor porque él permanece junto al trono. Ve el cetro de oro extendido, y escucha al Rey cuando dice: "pedid todo lo que queréis, y os será hecho."
C. H. Spurgeon, sermón #2002

jueves, 1 de abril de 2010

A propósito de las vacaciones de la semana santa

He notado a menudo que, cuando alguno de nuestros amigos sufre accidentes y problemas, lo hace usualmente cuando anda de vacaciones; es algo curioso, pero lo he observado con frecuencia. Salen llenos de salud, y regresan enfermos; nos dejan y se van con todas sus extremidades sanas, y regresan lisiados a nosotros; por tanto, debemos pedirle a Dios que cuide especialmente a los amigos que están en el campo o junto al mar, y hemos de encomendarnos en Sus manos dondequiera que estemos. Si tuviéramos que ir a un lazareto, ciertamente le pediríamos a Dios que nos protegiera de la lepra mortal; pero deberíamos buscar igualmente la protección del Señor cuando estemos en el lugar más sano o cuando nos encontremos en nuestros hogares.
C. H. Spurgeon, sermón #2644