sábado, 28 de diciembre de 2013

El bálsamo salvador

Ahora voy a alzar ante ustedes la botella de bálsamo. Cuando un alma es herida, el Señor aplica Su sagrada cirugía en el corazón. Él nos ha sanado a algunos de nosotros. La botella particular de bálsamo que usó para sanarme es una que yo conozco bien, y que no voy a olvidar nunca. Ésta era la etiqueta, “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”. Vamos, ¿saben? Yo le tenía miedo a Dios hasta que oí que Dios estaba en Cristo, y que yo debía mirar a Dios en Cristo, y que el propio Dios a quien yo temía, me salvaría. ¡Esa revelación me fue aclarada con poder divino para mi alma! El predicador dijo: “Miren. Eso es todo lo que se necesita”. “Allí” –dijo- “un tonto puede mirar; un niñito puede mirar; un idiota a medias puede mirar; un moribundo puede mirar”. “Miren” –dijo él- “y está hecho”. Yo realmente le entendí: que sólo debía mirar a Cristo muriendo en la cruz por mí y ver a Dios haciendo una expiación por mi pecado en la persona de Su Hijo; que sólo debía mirar y viviría de inmediato. Así era, y yo efectivamente miré. Mi carga desapareció, y desde esa hora yo puedo decir lo que Cowper ha dicho tan dulcemente en el himno:

“Desde que por fe yo vi el torrente
Que hacen fluir tus heridas abiertas
El amor redentor ha sido mi tema,
Y lo será hasta que muera”.

Pecadores, sólo miren a Dios en Cristo. Es lo que hizo el pastor Spurgeon cuando era un adolescente, y fue salvado. Es lo único que deben hacer ustedes.
         

La verdadera reconciliación


Déjenme exhortarlos que no busquen una curación en ninguna parte excepto en Dios en Cristo Jesús. Huyan del pensamiento de ser sanados excepto que el Señor los sane. Me da miedo que un alma herida vaya a un ministro o a un sacerdote, o a la persona más religiosa en el mundo, y piense obtener la curación de un hombre. Tus heridas tienen el propósito de conducirte a tu Dios. Ponte de rodillas ahora en tu aposento privado, o si no tuvieras uno, quédate solo incluso en la calle, pues tú puedes estar solo en medio de una multitud; pero acude a Dios con tu corazón sangrante. Dile: “yo soy un pecador; Señor, yo soy todo menos un pecador condenado. Yo he sido tal ofensor que a duras penas me atrevo a esperar; pero oigo que Tú puedes sanarme y darme consuelo. Oh, por causa de Jesús ten misericordia de mí. Yo te doy gracias porque Tú me has herido; sería mejor para mí estar herido que ser tan indiferente y tan descuidado como solía ser; pero ahora, Señor, no me hagas pedazos por completo ni me trates como a un enemigo. Mi espíritu falla a menos que Tú me consueles. ¡Oh, mírame!” Si no pudieras decir todo eso, con todo, deja que tus lágrimas rueden y mira a lo alto diciendo: “Dios sé propicio a mí, pecador”. Pero clama a Él, y encontrarás una curación; pues Dios puede sanarte y nadie más que Él. Fuera con aquellos que sueñan que la religiosidad externa puede hacerles bien. Fuera, fuera con los engañadores que quieren decirles que ellos pueden darles el perdón. Ningún hombre viviente puede absolver a sus prójimos pecadores: esa pretensión es el superlativo de la blasfemia. Dios está en Cristo Jesús reconciliando al mundo para Sí, no imputándoles sus delitos a ellos, y nos ha entregado la palabra de reconciliación, y nos alegra proclamar esa palabra, y señalarles al Señor Jesús quien es exaltado en lo alto para dar arrepentimiento y remisión de los pecados.  
C. H. Spurgeon - Sermón #1465B        

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Seguridad

Seguridad. Los creyentes pueden saber con certeza que son creyentes, hijos de Dios, nacidos de nuevo y que poseen la vida eterna. Los creyentes basan su seguridad en varias cosas:

1.- Las promesas de Dios; por ejemplo, (Juan 6: 37)

2.- El testimonio interno del Espíritu Santo (Romanos 8: 16)

3.- Las evidencias morales de salvación (Mateo 7: 20)

4.- Tres comprobaciones en la primera epístola de Juan:

     Una creencia recta - 3: 23; 4: 2; 5: 5, 10.

     Un comportamiento recto - 1: 5, 6; 2: 3; 3: 6, 9.

     Amor - 4: 7, 8.

Fuente: Un Diccionario de Teología - Grace Publications

Aspectos de la santidad

1.   Esta seguridad es una cosa verdadera y escrituraria

La seguridad es un don del Espíritu Santo que todo creyente en Cristo debe buscar. Me parece que la Biblia enseña que los verdaderos creyentes pueden alcanzar tal estado de fe en Cristo que llegan a tener una plena confianza con respecto a la eventual seguridad de sus almas. Sin embargo, hay algunas iglesias que insisten en que no es posible que un creyente esté tan confiado y que, si lo está, está engañado.

Es cierto que algunos podrían presumir que su salvación es segura, sin tener ninguna base real para decirlo. Sin embargo, un versículo tras otro en la Biblia insisten en que la seguridad es un don verdadero del Espíritu Santo. Así que mi respuesta para quienes niegan la existencia de la seguridad es simplemente ésta: ¿qué dice la Biblia?

“Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (Job 19: 25-26).

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23: 4).

Hay otras muchas referencias a personas que han experimentado esa esperanza cierta: vean Isaías 26: 3; 32: 17; Romanos 8: 28-39; 2 Corintios 5: 1, 6; Colosenses 2: 2; 2 Timoteo  1: 12; Hebreos 6: 11; 10: 22; 2 Pedro 1: 10; 1 Juan 3: 14; 5: 13. En todos estos pasajes encontramos a la humildad y a la seguridad, una al lado de la otra. Y la seguridad de la que hablan es siempre una confianza en Dios, nunca en ellos mismos. A quienes les desagrada la idea de la seguridad del creyente les digo: no puede ser presunción seguir las huellas de Job, del Salmista, de Isaías, de Pablo, de Pedro y de Juan. Ellos eran varones de mente humilde y no obstante hablaron de tener una certeza de esperanza. ¿Cómo puede ser indebido tener una certeza cuando Dios nos ha dado Su segura promesa?
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad







domingo, 15 de diciembre de 2013

Aspectos de la santidad

7.
UNA CIERTA ESPERANZA

“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4: 6-8).

En estos versículos el apóstol Pablo habla sin ninguna vacilación o duda acerca del pasado, el presente y el futuro. No siente ninguna vergüenza respecto a su pasado como cristiano; no siente ningún miedo por su cercana partida de esta vida; no tiene ninguna duda acerca del resultado del juicio futuro después de la muerte.

Desde que Dios le había inducido a mirar al cielo se había puesto por objetivo servir a su Señor consistentemente. Su conciencia estaba limpia y aunque nadie puede entrar al cielo sólo por los méritos de una buena conciencia, le consuela al pasar de este mundo al otro. Él podía esperar el día del juicio con valerosa certidumbre. No hay ninguna vacilación contenida en sus palabras, No hay ninguna expresión como: “yo espero” o “tal vez”. Pablo tenía seguridad acerca de su salvación.

Hay cuatro cosas que quiero decir acerca de que el creyente posee una absoluta esperanza, esta seguridad de su salvación. Y lo hago humildemente, dándome cuenta de que este es un tema difícil.
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad.




martes, 3 de diciembre de 2013

Aspectos de la Santidad

3. Los recursos que han de ser usados como ayuda para el crecimiento espiritual

Todo aquel que desee crecer en la gracia debe usar los medios de crecimiento dados por Dios. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto” (Santiago 1: 17). Esto es tan aplicable a los recursos que fomentan el crecimiento, como lo es para todos los demás dones de Dios. Puesto que Dios ha puesto a la disposición estos recursos, es responsabilidad de cada creyente cristiano hacer el mejor uso de ellos.

a) Nuestras oraciones privadas, nuestra lectura de la Biblia y nuestras meditaciones privadas son las mejores ayudas tendientes al crecimiento del alma. ¡Ser descuidados y perezosos acerca de estas cosas es estar mal en todo! Yo sé que vivimos en una época llena de peligros; hay mucha prisa y mucha presión de muchas actividades. Yo sospecho que los cristianos ingleses de hace doscientos años leían sus Biblias más de lo que lo hacen ahora. La religión personal y privada tiene que recibir nuestra prioritaria atención si deseamos que nuestras almas crezcan.

b) Es también esencial para el crecimiento espiritual el uso cuidadoso de los medios públicos de la gracia. Asistir a las reuniones regulares para la alabanza y adoración de Dios, participar en la cena del Señor, oír el mensaje predicado de las Escrituras, estos son recursos públicos que ayudan al crecimiento en la gracia. El peligro es que nuestra familiaridad con estas cosas tiende a hacernos descuidados. Si queremos crecer tenemos que estar en guardia no sea que por hacer regularmente las mismas cosas, eso nos provoque perder nuestro apetito de ellas.

c)  Es importante vigilar nuestra conducta en las cosas pequeñas de la vida: nuestros estados de ánimo cotidianos, el cumplimiento de nuestros deberes regulares, la manera en que utilizamos nuestro tiempo, todos ellos son asuntos importantes. Tenemos que proponernos tener un cristianismo que, como la savia de un árbol, corra a lo largo de cada ramita y de cada hoja de nuestro carácter y que santifique todo.

d) Debe haber precaución con respecto a la gente con la que nos juntamos y a las amistades que formamos. La enfermedad puede pasarse de una persona a otra, mas la salud no. Si, entre nuestros amigos, hay quienes no son amigos de Dios ¿cómo recibiría ayuda nuestro crecimiento espiritual? Los errores en cuanto a las amistades y a los compromisos matrimoniales constituyen la única razón por la cual algunos creyentes no han crecido. “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15: 33, La Biblia de las Américas).

e) Hay algo más que yo creo que es de gran importancia. La comunión regular con el Señor es esencial para el crecimiento espiritual. No me refiero simplemente a la asistencia a los medios públicos de la gracia. Me refiero a un creciente entendimiento de las relaciones entre el Señor y nosotros mismos como creyentes. Él es el Esposo para nosotros como Su esposa; Él es la Cabeza para nosotros como Sus miembros; Él es el Médico para nosotros como Sus pacientes; Él es el Abogado para nosotros como Sus clientes; Él es el Pastor para nosotros como Sus ovejas; Él es el Maestro para nosotros como Sus discípulos. Acercarse al Señor en estas relaciones es a lo que me refiero como algo esencial para el crecimiento espiritual. Tenemos que aprender lo que significa decir, con Pablo: “Para mí el vivir es Cristo (Filipenses 1: 21). Tenemos que darnos cuenta de qué es recurrir a Él primero en toda necesidad, hablarle acerca de toda dificultad, consultarle acerca de cada paso, y exponer ante Él todas nuestras aflicciones y gozos.

Por último, si estamos creciendo en la gracia, o buscando crecer fervientemente, tenemos que estar preparados para las dificultades. Pudiéramos tener que enfrentar muchas pruebas y mucha aflicción en esta vida. Uno de los impactantes dichos del Señor, en referencia a la relación entre Él mismo y sus discípulos, es: “Todo aquel (pámpano) que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto (Juan 15: 2). ¡Cuando Dios nos corrige por medio de alguna circunstancia tiene el propósito de nuestra instrucción y de nuestro crecimiento! “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12: 11). Entonces hagámonos esta pregunta: En nuestra religión, en las cosas que conciernen a nuestra paz mental, a nuestra santidad: ¿estamos vivos? ¿Estamos, por tanto, creciendo?
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un fatal error

"Es de lamentar que la gran mayoría de la gente que profesa se aferre obstinadamente al fatal error de buscar demostraciones de poder de un tipo o de otro". 
C. H. Spurgeon - El Silbo Apacible y Delicado #1668

viernes, 22 de noviembre de 2013

La agonía de Cristo en Getsemaní

Getsemaní suministra la medicina para los males que siguieron al fruto prohibido del Edén.
C. H. Spurgeon

martes, 19 de noviembre de 2013

Aspectos de la santidad

2.   Los resultados del crecimiento en la espiritualidad

¿Cómo podemos saber si estamos creciendo en la gracia, o no? Yo respondo que hay ciertos resultados de tal crecimiento, y dondequiera que veamos tales consecuencias, vemos a un alma que crece. Permítanme indicar algunos de estos resultados.

a) Un resultado de crecer en la gracia es la posesión de una mayor humildad. Conforme nos acercamos a Dios y conocemos más de Su santidad y perfección, más conscientes estamos de nuestra propia indignidad a Sus ojos. Sentimos que las palabras del centurión (Mateo 8: 8) podrían ser nuestras: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo”. O, en las palabras del hijo pródigo (Lucas 15: 19) “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. Entre más maduran los creyentes para la gloria del cielo, más hunden sus cabezas, como el grano.

b) Otro resultado de crecer en la gracia es un incremento del amor por el Señor Jesucristo que, a su vez, profundiza la fe en Él. Sin duda el creyente tiene un alto concepto de Cristo cuando comienza a creer. Pero el crecimiento en la gracia hace a Cristo más y más deseable. ¡Este es un resultado del crecimiento que hay que esperar!

c) Otro resultado del crecimiento en la gracia es un crecimiento en la santidad de la vida. Hay mayor vigilancia sobre la debilidad de nuestro carácter. Hay una mayor resistencia al demonio y al pecado. Es una señal de falta de crecimiento en la gracia si nos vemos menos angustiados por el pecado.

d) Otro resultado del crecimiento en la gracia es una mayor espiritualidad en nuestros deseos y pensamientos. El creyente que está creciendo cumplirá fielmente las responsabilidades del hogar y de la vida. Las cosas más amadas serán las cosas espirituales. Las diversiones y las ideas que una vez tuvieron una suprema importancia, parecerán perder su valor. Tales cosas pudieran no ser pecaminosas en sí mismas, pero gradualmente parecerán superfluas para el creyente que está creciendo.

e) Otro resultado del crecimiento en la gracia es un mayor amor a toda la gente, pero especialmente a los otros creyentes. Un alma que está creciendo tratará de interpretar de la mejor manera la conducta de otras personas. La señal más segura de un decrecimiento en la gracia es una disposición a ver fallas y puntos débiles en otras personas.

f) El último resultado del crecimiento en la gracia que voy a mencionar es un creciente interés en el evangelismo. Cómo pensamos acerca de las misiones y cómo trabajamos para ellas, en casa y en el exterior, es un signo muy confiable del crecimiento de nuestras almas. Si queremos saber si estamos creciendo espiritualmente o no, veamos si hay una creciente preocupación por la salvación de otros. 
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad







domingo, 17 de noviembre de 2013

Crecimiento

CRECIMIENTO

“Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 3: 18).

Este es un asunto vital para aquellos que toman con seriedad su compromiso a la santidad. Necesitan preguntarse algunas veces: ‘¿Estoy progresando en mi religión? ¿Crezco? Tal vez los días de cumpleaños, o en Navidad, o antes de participar en la cena del Señor sean tiempos apropiados para un tal autoexamen. Hay tres puntos acerca de este crecimiento espiritual que deseo enfatizar.

1.   La realidad del crecimiento en la espiritualidad

Hay tal cosa como un crecimiento en la gracia. Al decir esto, quisiera dejar bien claro que no me refiero a que nosotros, por nuestros propios esfuerzos, podamos marcar alguna diferencia en cuanto a nuestra justificación a los ojos de Dios. No podemos ser más perdonados jamás, más absueltos, más justificados de lo que somos en el primer momento en que creemos. El crecimiento al que me refiero es un crecimiento en las gracias que nos son dadas por el Espíritu Santo: nuestro arrepentimiento, nuestra fe, esperanza, amor, humildad, celo y valor. Nosotros podemos, y debemos, realizar un continuo progreso espiritual por medio del crecimiento en cada una de estas gracias.

La Biblia enseña el crecimiento en la gracia. “Vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás (2 Tesalonicenses 1: 3). “Llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios (Colosenses 1: 10). “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más (Filipenses 1: 9). Y hay muchas más exhortaciones como esas.

Pero la experiencia personal confirma también que la posibilidad de crecimiento en la gracia es un hecho. La diferencia entre el grado de fe y conocimiento al principio de la conversión, y lo que es cierto después de algunos años de caminar con el Señor, es evidencia en sí misma de que ha habido un crecimiento. Quiero enfatizar que este asunto del crecimiento involucra nuestros mejores intereses. Por ejemplo:

a) Crecer en la gracia es la mejor evidencia de salud espiritual. Cualquier ser que tiene vida demuestra su salud por medio de un consistente progreso en el crecimiento. Lo que no crece no está vivo.

b) Crecer en la gracia es una manera de ser felices en nuestra religión. Hay un vínculo entre nuestra confort y nuestra santidad. El creyente que siente el mayor gozo y paz por creer y que tiene el más claro ‘testimonio del Espíritu’ en su corazón (Romanos 8: 16) es el creyente que está creciendo espiritualmente.

c) Crecer en la gracia es un secreto de nuestra utilidad para otros. Nuestra influencia sobre otros depende grandemente de lo que ven en nosotros. El creyente que pone al mundo a pensar es el creyente que está mejorando continuamente y que está avanzando.

d) Crecer en la gracia agrada a Dios. Pudiera parecer notable que algo que hagamos pueda agradar a Dios. Pero Jesús les dijo a Sus discípulos: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos (Juan 15: 8). El Señor se agrada en todo Su pueblo, pero especialmente en aquellos que crecen espiritualmente.

e) Pero sobre todo lo demás, démonos cuenta de que crecer en la gracia no sólo es posible, sino que es algo por lo cual tenemos que rendir cuentas. ¿De quién es la culpa si un creyente no crece? Claramente no es la culpa de Dios. Los creyentes tienen un deber de de crecer. El descuido del crecimiento le roba al creyente sus privilegios, contrista al Espíritu, y embota el alma. Nosotros mismos hemos de ser culpados, y nadie más, si no estamos creciendo espiritualmente.  
Aspectos de la Santidad - J. C. Ryle 



viernes, 8 de noviembre de 2013

Progaguemos la buena literatura



Al final del sermón “Dos Clases de Oidores” se encuentra la siguiente leyenda que es tan válida para hoy como lo era para los tiempos del pastor Spurgeon:

“Si quienes se benefician de estos sermones promovieran su circulación pudieran hacer tanto bien como si ellos mismos predicaran. El predicador se sentiría grandemente animado si al regresar a su púlpito encontrara que la circulación de los sermones ha aumentado sustancialmente. Una palabra juiciosa puede ganar un nuevo suscriptor para quien la lectura podría ser útil. ¿No sería para muchos de nuestros lectores un fácil y eficiente modo de servicio cristiano la distribución y la propagación de los sermones?”

Ánimo, lectores, difundan por todos los medios que puedan el sitio de los sermones de Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 31 de octubre de 2013

¿Acaso gran parte de la predicación de hoy en día no es un juego?

Mientras los predicadores juegan con demasiada frecuencia con la predicación, cuánto se les parece la conducta de los oyentes. Oír es con frecuencia meramente un ejercicio crítico, y la pregunta después de un sermón no es “¿Qué tan aplicable era esa verdad a tu caso?”, sino “¿qué te pareció él?”, como si tuviese algo que ver con la verdad. Cuando escuchas música, ¿acaso preguntas: “Qué te pareció la trompeta?” No, tu mente piensa en la música, no en el instrumento; sin embargo, las personas consideran siempre al ministro antes que a su mensaje. Muchos comparan a un predicador con otro, cuando harían mejor en compararse ellos mismos con la ley divina. Escuchar así el Evangelio hace que se degrade a un simple pasatiempo, y que se juzgue que es escasamente superior a un entretenimiento teatral. Tales cosas no deben ser. Los predicadores deben predicar como para la eternidad y deben buscar fruto; y los oyentes deben practicar lo que oyen, o de otra manera, la sagrada ordenanza de predicar cesará de ser el canal de bendición, y más bien será un insulto para Dios y una burla para las almas de los hombres. 
C. H. Spurgeon - Dos Clases de Oyentes.   

lunes, 28 de octubre de 2013

Diario de Spurgeon



31 de Mayo
Yo soy débil en cada punto; yo no puedo guardarme en lo más mínimo. ¡Perdóname por haberlo intentado! Quisiera venir ahora desnudo, despojado, exhausto, muerto. Quisiera clamar: “¡Átame más estrechamente, más firmemente, a Tu balsa de vida de la gracia inmerecida!” Misericordia es todo lo que pido: misericordia continua. Aquellos a quienes Él ama una vez, los ama hasta el fin; Él me amó una vez, entonces estoy seguro. ¡Que el carbón encendido que arde en el interior sea mostrado al mundo por las llamas ardientes de amor por Ti! ¡Que ese amor queme la hojarasca y el pecado!  

jueves, 10 de octubre de 2013

La Ley de Dios

"La ley no es sino una transcripción de la perfección de Dios".
John Murray citado por William Dyrness en su libro: Temas de Teología del Antiguo Testamento.

miércoles, 9 de octubre de 2013

¿De cuántos cadáveres estás rodeado?

Oh, si nuestros cuerpos pudieran tomar la forma de nuestras almas, habría muchos cadáveres sentados delante de mí en estos reclinatorios. ¡Ah, es un extraño y horripilante espectáculo! Damos gracias a Dios porque Él oculta de nuestros ojos lo espiritual, pues de lo contrario podríamos abandonar horrorizados los lugares donde nos sentamos porque nos encontraríamos en íntima compañía con los muertos. Qué horrible cosa debe de ser un alma muerta si nuestros espíritus pudieran percibirla ahora así como nuestros sentidos perciben un cadáver. Hagamos una pausa aquí para darnos cuenta de algunos hechos impactantes en ese sentido. Algunos de ustedes están vinculados en matrimonio con alguien que está muerto espiritualmente. Algunos de ustedes comparten su morada con los hijos bajo su cuidado que están muertos en vida. Se sentarán esta noche a la mesa de la cena con unos que están muertos espiritualmente. Considérenlos bajo esa luz y tal vez sus corazones serán impulsados a orar por ellos más intensamente de lo que lo han hecho hasta ahora. Yo quisiera que quienes asisten regularmente a este lugar recordaran este hecho cuando esta casa está llena. Piensen “En mi banca están sentados un inconverso y una inconversa y están muertos”. No esperamos que sientan por sí mismos, pero sí esperamos que los vivos sientan por ellos. Mis queridos oyentes que no son regenerados, ¿no ven que es necesario que nazcan de nuevo, pues si no lo hacen, permanecerán muertos para las cosas espirituales?
C. H. Spurgeon - La Necesidad de Todo Ser Humano

Algunas evidencias del nuevo nacimiento



Yo podría mencionar algunas otras santas evidencias que son las compañeras inseparables del nuevo nacimiento, pero estas tres bastarán para todos los propósitos prácticos. Pueden examinarse ustedes mismos, amados, por medio de ellas. ¿Te has arrepentido? ¿Tiene fe en Dios? ¿Te regocija acercarte a Dios en oración? Si estas cosas están en ti, son señales de la nueva vida pues nunca se encuentran en los que están muertos espiritualmente. ¿Gimes por el pecado? Un cadáver no gime: una piadosa lamentación por la transgresión es una de las evidencias más seguras de la vida espiritual interna. La confianza en Jesús es una señal igualmente clara de una vida espiritual pues el muerto no sabe qué es confiar; y la oración genuina es igualmente una señal cierta de una vida recibida de lo alto. Una punzada de dolor penitencial, un pensamiento de santa confianza y un anhelo de oración interior son mayores cosas que todo lo que pudieran lograr los no regenerados en la tierra, aunque fueran doctores en teología o cardenales de la iglesia.
C. H. Spurgen - La Necesidad de Todo Ser Humano

martes, 24 de septiembre de 2013

Hizo mía Su justicia e hizo Suyo mi pecado

La predestinación y la responsabilidad humana se encontraron en Cristo cuando fue condenado. Fue “entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios”, y, sin embargo, el mismo versículo dice: a quien “prendisteis  y matasteis por manos de inicuos, crucificándole”. El propósito eterno de Dios se realizó en la muerte de Su Hijo. ¡La muerte de uno por muchos! Así el creyente puede decir: “Cristo me abrazó con todo mi pecado y mi culpa para que yo pudiera abrazarle en toda Su justicia”. Eso es lo que Lutero tenía en mente cuando dijo: “Él murió por mí; hizo mía Su justicia e hizo Suyo mi pecado; y si hizo Suyo mi pecado, entonces yo no lo tengo, y soy libre”.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Diario del joven Spurgeon


30 de Mayo

La tormentosa conmoción ha llegado a su fin en cierto modo; el sol brilla todavía, aunque una nube se pudiera interponer. Deseo una comunión más constante con Dios. Asistí a una reunión en la iglesia. Tuve una conversación muy alentadora con la anciana señora A. Dos candidatos fueron propuestos; no se celebrará ninguna ordenanza el próximo domingo. El Señor puede alimentarnos y lo hará sin la ordenanza. Él me ha guardado, y lo hará. La contienda en mi alma se ha aplacado ahora y la paz regresa como un río en lugares secos.   

martes, 17 de septiembre de 2013

Retomando el Diario del joven Spurgeon


En el año de 1850, cuando aún no cumplía 16 años, de Abril a Junio, Spurgeon escribió un Diario. El siervo de Dios comentó en una ocasión: "A veces, cuando he sido presa de las dudas, he dicho: 'bien, ahora no me puedo atrever a dudar si hay un Dios, pues puedo echar una mirada a mi diario y decir: 'en tal día, en lo profundo de la tribulación, me puse de rodillas ante Dios y, antes de volver a ponerme de pie, ya había recibido una respuesta'".

Después de muchos meses de haber abandonado la empresa, hoy retomo la traducción del asombroso diario escrito por un jovencito de sólo quince años, pero que ya da muestras de una vida mística que impregnó su predicación a lo largo de toda su vida. Poco se ha hablado de ese elemento místico de Spurgeon, y de ahí la importancia de este diario.

29 de Mayo
“De Dios es el poder”. Él me ha dado mi porción. Pone Su tesoro en vasos de barro. ¡Cuán feliz soy yo por ser uno de Sus escogidos, uno de Sus elegidos, en quien de deleita mi alma! Pero no vivo de acuerdo a mi llamamiento celestial. No podría hacerlo del todo sin el Señor. Él ha ayudado; Él ayudará; ese es mi consuelo. Sus eternas promesas son mi reposo, mi pan, mi sustento. Hazme Tu siervo fiel, oh mi Dios; que te honre en mi día y mi generación, y que esté consagrado para siempre a Tu servicio

jueves, 12 de septiembre de 2013

El propósito de los dones espirituales

"Los pastores son llamados a ser maestros, pero esto no quiere decir que pueden guardar celosamente como su propiedad exclusiva todo el ministerio de todo tipo que necesite llevarse a cabo. Por el contrario, su ministerio ha de producir más ministerios alentando a los demás a ejercitar los dones que Dios les ha dado. Sólo entonces será alcanzado el objetivo adicional que es "la edificación del cuerpo de Cristo hasta su plena unidad y madurez, "a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efesios 4: 12, 13).
John Stott, predicador, evangelista y comunicador de la Escritura, quien fuera además seleccionado en el año 2005 como uno de "las 100 personas más influyentes en el mundo". 
Tomado de su libro: Bautismo y Plenitud.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Un interesante comentario de un hombre sabio en la Biblia


A duras penas he sido capaz de salir de los Evangelios y de las Epístolas; y he de dejar ese profundo libro del Apocalipsis, con sus aguas en las que hay que nadar, a mentes más instruidas. “Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”; a esa bendición quiero aspirar, pero todavía no puedo presumir que pueda interpretarla. 
C. H. Spurgeon - Sermón #1778

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Dame tu mano, joven amigo


Cuando el gran comentarista de la Biblia, Bengel, estaba a punto de morir, mandó llamar a un joven estudiante de teología, a quien le dijo: “Estoy deprimido; dime algo bueno para animarme”. “Mi querido señor” –dijo el estudiante- “yo soy una persona muy insignificante; ¿qué puedo decirle a un gran hombre como usted?” “Pero si tú eres un estudiante de teología” –dijo Bengel- “deberías tener una buena palabra que compartir con un hombre moribundo; te ruego que la digas sin miedo”. “Bien, señor” –dijo él- “¿qué puedo decirlo sino que la sangre de Jesucristo limpia de todo pecado?” Bengel le dijo: “Dame tu mano, joven amigo; esa es precisamente la palabra que necesitaba”. Un sencillo texto evangélico es la palabra que todo hombre que tenga miedo de la ira divina necesita, y ese hombre pudiera estar sentado junto a ti en este momento, o pudiera estar en la misma oficina contigo, y necesita que le hables acerca de Cristo. Haz eso, y bendice su alma. 
C. H. Spurgeon - ¿Entiendes lo que lees? Sermón #1792

miércoles, 28 de agosto de 2013

El anverso y el reverso



"El perdón y el don del Espíritu son el anverso y el reverso de la salvación integral que es nuestra en Cristo. Nunca deberíamos dejar de dar gracias a Dios, con un asombro cotidiano, porque en Su amor primero entregó a Su Hijo para que muriera por nosotros y luego entregó a Su Espíritu para que viviera en nosotros".
John R. W. Stott - Pastor anglicano, una de las 100 personas más influyentes en el mundo, según lo aseveró la Revista Time en el año 2005.
Traducción de Allan Román 

sábado, 17 de agosto de 2013

Un comentario iluminador



“Cuando un hombre se atreve a hablar como Dios quiere que hable, el Espíritu Santo infunde fuerza en el mandamiento, y el oyente es capacitado a hacer lo que de otra manera ni siquiera hubiera intentado”.
C. H. Spurgeon – Sermón #833 – Volumen 14

jueves, 15 de agosto de 2013

Por la gracia de Dios soy lo que soy

Si eres proclive a alzar tu cabeza y a jactarte porque ahora eres un gran hombre, mira simplemente la efigie de lo que eras antes de que el Señor te hiciera una nueva creación en Cristo Jesús. Oh, ¿quién podría decir cuál habría sido esa efigie de no haber sido por la intervención de la gracia divina? Pienso que dirías lo que dijo un escocés a Rowland Hill cuando visitaba al buen varón en su estudio. Se sentó y lo miró, y si han visto su retrato sabrán que el rostro de Rowland Hill es inolvidable: tiene un peculiar aire cómico. Así que el escocés respondió en respuesta a la pregunta que le hiciera: “¿qué es lo que miras?” “He estado estudiando las líneas de su rostro”. “Y ¿qué es lo que percibes?”, preguntó el señor Hill. “Pues bien, que si la gracia de Dios no le hubiese hecho cristiano, usted habría sido uno de los peores individuos que viviera jamás”. “¡Ah!”, –dijo el señor Hill- “esta vez diste en el blanco”. No me sorprendería tampoco que si algunos de nosotros nos viéramos en el espejo, contemplaríamos allí a alguien que habría sido un pecador ennegrecido de no ser por el cambio de corazón que la gracia soberana ha obrado. Esto debería hacernos muy humildes y muy modestos delante de Dios. Amigos, yo los invito a que reflexionen en esto, y cuando sientan que comienzan a inflarse un poco, pinchen la vejiga del necio y perverso orgullo con la aguja de la conciencia al tiempo que recuerdan lo que solían ser, y serán mucho mejores si dejan que se escape un poco de gas. Regresen tan rápidamente como puedan a su verdadera forma, pues ¿qué son ustedes, después de todo? Si son algo que es bueno, o recto o agradable a los ojos del Señor, aun así tienen que decir: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”. 
C. H. Spurgeon - sermón #174 - Yo Era