Esta mañana deseo predicar de tal manera que pudiera yo responder a la oración de aquel pequeñito que, un sábado por la tarde, antes de irse a la cama, pedía en oración: "Señor, concédeme que nuestro ministro diga mañana algo que yo pueda entender." Lamento mucho que sea necesaria jamás una oración así, pero me temo que no sólo es necesaria para los niños, sino que muchos adultos tienen también que orar así: "Señor, ayuda a nuestro ministro a decir algo que podamos entender, y que valga la pena que entendamos."
C. H. Spurgeon; sermón no.1771
martes, 8 de diciembre de 2009
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