domingo, 28 de marzo de 2010

Diario de Spurgeon

1 de Mayo – 1850

Un nuevo mes se abre para mí. He vivido a lo largo de todo un mes, y bendeciré al Señor por eso, y confiaré en Él también por eso. Ayúdame a vivir más para Tu gloria y para honrarte en mi caminar diario y en mi conversación. Se acerca el tiempo de mi bautismo. ¡Que yo muera para el mundo y viva únicamente para Ti! Quisiera servirte, oh Señor, pero siento un peso, una ley que obra contra esta ley, y que me retiene en parcial servidumbre; ¡que Tu gracia rompa cada cadena que aprisiona mi corazón lejos de Ti!

viernes, 19 de marzo de 2010

Cartas desde el sufrimiento - No.49

Westwood, Beulah Hill
Upper Norwood
3 de Octubre de 1891

Queridos amigos:

Escribo una línea siendo sábado porque el resplandeciente sol me ha tentado a llegar a la orilla del mar, y no podría escribirles a tiempo si no lo hiciera ahora. Como he perdido casi enteramente mis poderes de comer, siento que es tiempo de hacer algo, y me marcho sigilosamente al mar con la esperanza de que Dios me reviva allí.

La sagrada unidad y el celo de ustedes son un diario consuelo para mí. Oh, que pudiera estar bien, y servirles sin ninguna pausa; pero tal vez valga más como obrero porque he sido alguien que ha sufrido mucho. Estoy seguro de que ustedes seguirán orando por mí. ¡Que nuestro Dios los bendiga a cada uno de ustedes!

Suyo muy afectuosamente

C. H. Spurgeon

Nota: El pastor Spurgeon viajó a Eastbourne del 3 al 16 de Octubre, como un experimento para ver si podría soportar el viaje hasta Mentone, ya que los doctores querían que pasara el invierno allá para evitar el clima frío. El viaje le benefició y partió para Mentone el 26 de Octubre.

jueves, 18 de marzo de 2010

El arrepentimiento es un don de Dios

Incluso el arrepentimiento, esa dulce y meliflua gracia que debería ser natural para el pecador, está más allá de su alcance. ¿Cómo se arrepentiría de un pecado cuyo peso no puede sentir? ¿Cómo podría orar pidiendo una bendición cuyo valor no tiene el poder de percibir? ¿Cómo podría alabar a Dios por quien no siente ningún interés, y en cuya existencia no se deleita? Yo afirmo que, para todas las cosas espirituales, ese hombre es tan incapaz como son incapaces los muertos de realizar los trabajos y servicios naturales de la vida cotidiana.

“Y, sin embargo”, -dirá alguien- “el domingo pasado te oímos decirles a estos muertos que se arrepintieran y se convirtieran”. Yo sé que me oyeron hacerlo, y me oirán de nuevo decir lo mismo. Pero ¿por qué les hablo así a los muertos y les digo que realicen acciones que no pueden realizar?

Porque mi Maestro me lo ordena, y cuando obedezco el encargo de mi Maestro, sale un poder con la palabra hablada, y los muertos se sobresaltan en su sueño y se despiertan por causa del poder vivificador del Espíritu Santo, y aquéllos que no pueden arrepentirse y creer naturalmente, en efecto se arrepienten y creen en Jesús, y escapan de sus pecados pasados y viven; sin embargo, créanme que no es un poder propio el que los lleva a sobresaltarse dentro de su sueño de muerte, y que no es ningún poder mío el que se apodera de la conciencia culpable y adormilada; es un poder divino que Dios ha enyugado con la palabra y que da, cuando esa palabra es predicada fiel y plenamente. Por eso nos hemos ejercitado en nuestro llamamiento diario de ordenarles a los muertos que vivan, porque la vida llega con el mandato divino.

C. H. Spurgeon - sermón #805 - La Resurrección con Cristo.

martes, 16 de marzo de 2010

La unión con Cristo

Nosotros vivimos por la unión con Cristo. Si la cabeza vive, los miembros tienen vida. A menos que un miembro sea separado de la cabeza, y el cuerpo sea mutilado, vive en tanto que haya vida en la cabeza. Porque Jesús vive, cada alma que está vitalmente unida a Él, y que es un miembro de Su cuerpo, vive, según la propia palabra de nuestro Señor: “Porque yo vivo, vosotros también viviréis”. La pobre Marta estaba muy sorprendida porque Cristo resucitaría a su hermano de los muertos, pero Él dijo, como para sorprenderla más: “Todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Ésta es una de las cosas que debemos creer: que cuando recibimos la vida espiritual, es en unión con la vida de Cristo, y por consiguiente, no podemos morir nunca; porque Cristo vive, nuestra vida permanecerá eternamente en nosotros.
C. H. Spurgeon - La Resurrección con Cristo

jueves, 11 de marzo de 2010

No hay oraciones tan buenas como aquellas que están saturadas de la Palabra de Dios.
C. H. Spurgeon - La última palabra de nuestro Señor desde la cruz.

miércoles, 10 de marzo de 2010

El Hombre está dispuesto a creerle a cualquier persona, excepto a su Dios. Una mentira publicada en el periódico, tiene piernas con las que corre alrededor del mundo; pero una grandiosa verdad que brota de los labios del propio Jehová, es obligada a cojear en la presencia de los hombres impíos. Los hombres no regenerados, no pueden y no quieren creer en su Dios.
C. H. Spurgeon. Un Evangelio sencillo para gente sencilla.

martes, 9 de marzo de 2010

Cartas desde el sufrimiento - No.48

Westwood Beulah Hill, Upper Norwood
27 de Septiembre de 1891.

Queridos amigos:

Cada vez que veo a un líder de la iglesia soy reanimado por las nuevas de su buena condición como iglesia y como pueblo. En ésto hay gozo para mí. Que el Señor nos guarde sempiternamente unidos en el amor, fervientes en la oración y diligentes en el servicio.

En cuanto a mí, esta semana no he experimentado ningún progreso; más bien he retrocedido en vez de avanzar. Cuando un hombre no puede comer, ¿cómo podría reunir fuerzas? Debía abandonar el hogar para estar junto al mar si hubiera sido capaz del esfuerzo; pero estoy sin energía, y he de quedarme donde estoy. ¡Oh, que pudiera estar entre ustedes! Pero he de ser paciente y esperar la voluntad de nuestro Padre. Sus oraciones incluían peticiones de salud y fortaleza para mí, y he de tenerlas, pues la simple vida es escasamente una bendición sin ellas. ¿Puedo pedirles que continúen con sus peticiones? Estoy seguro de que lo harán.

Si la poda drástica hace que los pámpanos que dan fruto produzcan más fruto, no es algo que se deba lamentar cuando el grandioso Viñador vuelve su cuchillo contra nosotros. Si al final puedo ser más útil para ustedes, y para los que entran y salen entre nosotros, me regocijaré en las aflicciones que he soportado. Que cada uno de ustedes, al ser probado con la enfermedad supere su tiempo de aprendizaje para que sean capaces más pronto de aprender y conocer toda la mente del Señor.

Que Dios los bendiga en este día por medio de mi querido hermano A. G. Brown. Que ese hermano esté feliz en medio de ustedes y que Dios sea glorificado. Pocos son los hombres de mente semejante a del señor Brown, un hermano probado y comprobado. La paz sea con ustedes y con sus familias.

Suyo muy amorosamente

C. H. Spurgeon

lunes, 8 de marzo de 2010

Tal como les he advertido antes, aborrezcan la doctrina de la paternidad universal de Dios, pues es una mentira, y un profundo engaño. Asesta puñaladas al corazón, primero, de la doctrina de la adopción, que es enseñada en la Escritura, pues ¿cómo puede Dios adoptar a los hombres si ya todos son Sus hijos? En segundo lugar, asesta puñaladas al corazón de la doctrina de la regeneración, que es enseñada ciertamente en la Palabra de Dios. Ahora, es por la regeneración y la fe que nos convertimos en hijos de Dios, pero ¿cómo podría ser eso si ya somos hijos de Dios? “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. ¿Cómo podría Dios dar a los hombres el poder de convertirse en Sus hijos si ya lo tuvieran? No crean en esa mentira del diablo, sino crean en esta verdad de Dios: que Cristo y todos los que están en Cristo por una fe viva, pueden regocijarse en la Paternidad de Dios.
C. H. Spurgeon, sermón #2311 - La última palabra de nuestro Señor desde la cruz.

domingo, 7 de marzo de 2010

La fe salvadora

“La fe que nos salva es la que produce obras. Las obras no nos salvan. Y una fe que no produce obras es una fe que sólo engañará y que no nos puede conducir al cielo”.

C. H. Spurgeon, sermón #3434, vol. 60

Cartas desde el sufrimiento - No.47

Westwood, Beulah Hill, Upper Norwood
13 de Septiembre de 1891

Queridos amigos:

No puedo escribir mucho pero tampoco puedo impedir que mi corazón y mi pluma expresen ésto: ‘Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre’. Con su buen clima, esta semana me ha liberado de tres meses de cautividad. Esos creyentes de todas las denominaciones que han orado por mí tan amorosamente, ahora me ayudarán a alabar al Señor. Verdaderamente el Dios viviente oye la oración.

Temo que mis doctores tendrían que contar una lamentable historia acerca de mi enfermedad y por causa de mi estado de conciencia interior debo estar de acuerdo con ellos; pero me siento mejor, y me adentro en el aire libre y por tanto, mi rostro mira hacia la recuperación. Leer, escribir, pensar, etc., no son todavía tareas fáciles para mí. Me veo forzado a vegetar. Me temo que ha de pasar mucho tiempo antes de poder regresar a mi obra amada.

Envío a cada uno de ustedes mi amor sincero, y mi humilde gratitud para con ese grandioso ejército de personas de oración que han sido escuchadas por el Señor, pidiendo en sus súplicas la prolongación de mi vida. Hemos de creer más, orar más y, por tanto, hemos de recibir más.

Suyo con lazos de verdadero afecto,

C. H. Spurgeon