La traducción de cada sermón del pastor Spurgeon involucra para mí repetidas lecturas que suman cinco al menos. Pareciera que ese proceso debería bastar para captar la esencia del sermón, pero he descubierto que no es el caso. Mucho tiempo después de haberlo traducido, vuelvo a leer algún sermón y descubro pepitas de oro y de otros metales preciosos que permanecieron ocultas en todo el primer escrutinio. A veces, un solo párrafo puede constituir en sí mismo un sermón, una enseñanza que nos abre los ojos a profundas realidades espirituales. Uno de esos memorables sermones es la La mano seca, no.1485, que nos ayuda a entener el arrepentimiento y la fe, tanto como una responsabilidad del hombre como un don de Dios. Es un sermón de una instrucción fenomenal. Es un sermón que leo y releo con frecuencia. Otro sermón cargado de instrucción es la Serpiente de bronce, no.1500, que explica de manera maravillosa el nuevo nacimiento. Y así podríamos proseguir analizando cada sermón y llegaríamos a concluir que los 3561 sermones que quedaron registrados contienen una enseñanza fenomenal.
Pero ahora hemos estado hablando del sermón Jesús, el Rey de la Verdad, no.1086, que nos explica de manera sencilla el reinado de Cristo en la tierra. Quisiera mostrar ahora un par de párrafos con el fin de comprobar lo esencial de la enseñanza en un mundo que sigue desorientado en cuanto al reinado de Cristo. Dice el pastor Spurgeon:
"Recordemos en este punto que cuando nuestro Señor le dijo a Pilato: "tú dices que yo soy rey," no se estaba refiriendo a Su dominio divino. Pilato no estaba pensando en eso para nada, ni tampoco nuestro Señor se refiría a eso, creo yo; sin embargo, no se olviden de que, como divino, Él es el Rey de reyes y Señor de señores. No debemos olvidar nunca que, aunque como hombre murió en debilidad, vive eternamente y gobierna como Dios. Tampoco creo que se refiriera a Su soberanía mediadora que posee sobre la tierra en relación a Su pueblo, pues al Señor toda potestad le es dada en el cielo y en la tierra, y el Padre le ha dado potestad sobre toda carne para que dé vida eterna a todos los que le fueron dados. Pilato no estaba aludiendo a eso, por un lado, ni nuestro Señor tampoco.
Él se estaba refiriendo a ese gobierno que ejerce personalmente en las mentes de los fieles, a través de la verdad. Ustedes recordarán el dicho de Napoleón: "yo he fundado un imperio mediante la fuerza, y se ha desvanecido. Jesucristo estableció Su reino en el amor, y permanece hasta este día y permanecerá para siempre." Ese es el reino al que se refiere la palabra del Señor, el reino de la verdad espiritual en el que Jesús reina como Señor sobre aquellos que son de la verdad. Él afirmaba ser un rey, y la verdad que reveló y de la cual era la personificación, es, por lo tanto, el cetro de Su imperio. Él gobierna mediante la fuerza de la verdad sobre aquellos corazones que sienten el poder de la rectitud y de la verdad, y por tanto, que se someten voluntariamente a Su guía, creen en Su palabra, y son gobernados por Su voluntad. Cristo reclama soberanía sobre los hombres como Señor espiritual; Él es rey de las mentes de los que le aman, de los que confían en Él y le obedecen, porque ven en Él la verdad que desean sus almas con vehemencia. Otros reyes gobiernan nuestros cuerpos, pero Cristo gobierna nuestras almas; aquellos gobiernan por la fuerza, pero Él gobierna por los atractivos de la justicia; la de aquellos reyes es, en gran medida, una realeza ficticia, pero la Suya es verdadera y encuentra su fuerza en la verdad".
Es un muy buen sermón navideño.
martes, 24 de noviembre de 2009
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