martes, 1 de septiembre de 2009

Un golpe asestado a la justicia propia

¡Ah, alma!, yo no sé quién seas, pero si cuentas con alguna justicia propia, eres un alma desprovista de gracia. Si tú has dado todos tus bienes para alimentar a los pobres; si has construido muchísimos santuarios y has andado rodando con abnegación entre las casas de la pobreza para visitar a los hijos e hijas de la aflicción; si has ayunado tres veces a la semana; si tus oraciones han sido tan largas que tu garganta ha enronquecido por causa de tus clamores; si tus lágrimas han sido tantas que tus ojos se han quedado ciegos por causa de llanto; si tus lecturas de la Escritura han sido tan largas que el aceite de media noche ha sido consumido en abundancia; si, afirmo, tu corazón ha sido tan tierno hacia el pobre y el enfermo y el necesitado que habrías estado dispuesto a sufrir con ellos, a soportar todas sus repugnantes enfermedades, es más, si sumado a todo eso, entregaras tu cuerpo a las llamas, pero confiaras en cualquiera de estas cosas, tu condenación sería tan segura como si fueras un ladrón o un borracho.
Tomado del sermón no. 350 de Charles Haddon Spurgeon, que lleva el título de este comentario.

No hay comentarios: