20 de Abril – 1850
Anduve repartiendo opúsculos, pero no pude sentir el Espíritu del Señor en mí. Me pareció que tenía una traba en mi pie y un impedimento en mi lengua. He merecido esto con creces, pues no he orado, ni estudiado mi Biblia como debo hacerlo. Confieso mi iniquidad, y mi pecado está siempre delante de mí. ¡Misericordia, todo es misericordia! ¡Lávame de nuevo, oh Salvador, en Tu sangre que expía el pecado!
“Firme como la tierra es Tu Evangelio,
Mi Señor, mi esperanza, mi confianza”.
No puedo perecer si Dios me protege. No puedo hacer nada. Soy un gusano débil y pecador”.
lunes, 16 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario