jueves, 27 de diciembre de 2012

El único camino es siempre Cristo



“Jamás ascendió alguna oración a Dios que no fuera a través de Jesucristo”.
C. H. Spurgeon – Sermón #245 – Volumen 5.

Aspectos de la Santidad



2.   Razones por las que la santidad práctica es importante

a) Tenemos que ser santos porque Dios lo manda en la Biblia. El Señor Jesús les dijo a Sus discípulos: “Os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5: 20). Y también: “Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5: 48). Pedro también escribió a los creyentes: “Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1: 15, 16).

b) Hemos de ser santos porque fue para hacernos santos que Cristo vino al mundo. “Cristo amó a la iglesia, escribió Pablo, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado” (Efesios 5: 25, 26). Cristo murió, no meramente para salvarnos de la culpa de nuestro pecados sino también para salvarnos de su poder. ¿Se dice que los creyentes son ‘elegidos’? Es a través de la obra santificadora del Espíritu. ¿Son ellos ‘predestinados’? Es para “que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8: 29). ¿Son escogidos? Es para que “fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1: 4). ¿Son llamados? Es “a una vida santa” (1 Timoteo 1: 9). ¿Son afligidos? Es el caso que Dios “que Dios nos disciplina para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad” (Hebreos 12: 10). Jesús es el completo Salvador que no simplemente quita la culpa del pecado de un creyente, sino que también elimina su poder sobre el creyente capacitándole para ser santo.   
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad   

    
    

lunes, 24 de diciembre de 2012

Aspectos de la Santidad



j) Las personas santas son gente humilde, estimando siempre a los demás por encima de ellas mismas. Tales personas siempre verán un mayor mal en sus propios corazones que en las vidas de otros. Saben lo que Abraham tenía en mente cuando dijo: “Soy polvo y ceniza” (Génesis 18: 27), y Jacob, cuando dijo: “Menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo” (Génesis 32: 10), o Pablo, cuando dijo: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1: 15).

k) Las personas santas son fieles y  confiables en el cumplimiento de sus deberes y en sus relaciones. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3: 23) escribió Pablo a la iglesia de Colosas. Los seres santos deberían procurar hacer todo bien: ser buenos esposos, buenas esposas, buenos padres, buenos hijos, buenos en lo privado, buenos en lo público, buenos en el trabajo y buenos en el hogar. La santidad vale poco si no llega ni siquiera a esto.

l) Finalmente, las personas santas son gente orientada a lo espiritual. Reconocen que esta vida es una preparación para la vida en el cielo. Esto significa que son capaces de aceptar que las únicas cosas de verdadero valor en este mundo son aquellas que nos hacen idóneos para el mundo venidero.

Hemos considerado el carácter de quienes son llamados correctamente ‘santos’. Pero ningún creyente ha de desanimarse por una lista semejante de propósitos. La santidad sólo se alcanza con mucho esfuerzo. El crecimiento en santidad trae consigo una conciencia amplificada del pecado. La santificación es siempre una obra progresiva; en el mejor de los casos es una obra imperfecta. Los santos más santos pudieran tener muchas fallas a los ojos de Dios. ¡La luz nunca brillará sin algunas nubes e incluso el sol mismo tiene manchas en su faz!

Pero aunque aceptamos el lado débil y pecaminoso de la naturaleza humana, el cuadro de la santidad dado aquí sigue siendo la meta de todo creyente. Es aquello por lo que se esfuerzan, aunque no sea lo que son.
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad     

    
    

sábado, 22 de diciembre de 2012

Aspectos de la Santidad



d) Las personas santas son mansas, benevolentes, pacientes, lentas para ‘afirmar sus propios derechos’. Vemos excelentes ejemplos de esto en Moisés cuando Aarón y María hablaron en contra suya (Números 12: 3), y en David cuando Simei lo maldijo (2 Samuel 16: 10).



e) Las personas santas no son indulgentes consigo mismas. Ellas no permiten que los malos deseos, los afectos indebidos o las inclinaciones inmorales controlen sus vidas. Tal como el propio Jesús advirtió a Sus seguidores: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida” (Lucas 21: 23).



f) Las personas santas están llenas de amor, de la clase de amor de la que habló Jesús en el Sermón del Monte y que Pablo describió  en 1 Corintios 13. ¡Donde hay amor, es imposible mentir, engañar, robar, y hacer daño a otras personas de cualquier manera!



g) La santidad es amor en acción. No se trata simplemente de no hacer daño; se trata de hacer el bien. Dorcas “abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” (Hechos 9: 36). Pablo pudo escribir a los creyentes de Corinto: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo” (2 Corintios 12: 15).



h) La santidad busca la pureza de mente y de corazón. Una persona así sentirá horror por toda inmundicia de espíritu, y evitará cualquier cosa que pudiera conducirle a la impureza. ¿Quién podría descuidar estas cosas, cuando David (2 Samuel 11), un varón conforme a Su corazón, cometió un pecado tan serio? Bajo las antiguas leyes ceremoniales de Israel, quienquiera que simplemente tocara un hueso, o un cadáver, quedaba inmundo de inmediato a los ojos de Dios. ¡Pocos cristianos son alguna vez demasiado cuidadosos respecto a la pureza de mente y corazón!



i) La santidad consiste en sentir un profundo respeto por Dios y Sus caminos. Como un niño que desea comportarse de manera que agrade a los padres, así el creyente ama a Dios y quiere agradarle. Nehemías nos da un excelente ejemplo de esto cuando declina actuar de cierta manera diciendo: “Pero yo no hice así, a causa del temor de Dios” (Nehemías 5: 15). 
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad  
  



    

    






viernes, 21 de diciembre de 2012

Una oportuna reflexión para el fin del año



¿Qué han hecho algunos de ustedes este año? Me temo, hermanos cristianos, que algunos de ustedes han hecho muy poco. Bendito sea Dios porque hay muchos corazones fervientes en medio de ustedes; no todos ustedes están dormidos; hay algunos que se esfuerzan con ambas manos por hacer la obra de su Señor, pero incluso ustedes mismos no son tan entregados como deberían serlo. El predicador se incluye en esa lista confesando con tristeza que no predica como desearía predicar. Oh, si tuviera las lágrimas y los clamores de Baxter, o el ferviente celo seráfico de Whitefield, mi alma estaría muy contenta, pero, ¡ay!, nosotros predicamos fríamente sobre temas ardientes, y descuidadamente sobre asuntos que deberían hacer que nuestros corazones fueran como llamas de fuego. Pero yo pregunto, hermanos, ¿acaso no hay hombres y mujeres aquí, miembros de esta iglesia, que no están haciendo nada por Cristo? Ningún alma ha sido salvada por ustedes este año y Cristo no ha sido honrado por ustedes. Ninguna joya ha sido colocada en Su corona. ¿Para qué han vivido, si inutilizan la tierra? ¿Para qué están en la iglesia, ustedes, que son árboles estériles? Oh, ustedes que hacen tan poco por Él, que Dios haga que se humillen delante de Él, y que comiencen el próximo año con esta determinación: que conociendo los terrores del Señor, persuadirán a los hombres y trabajarán arduamente y se esforzarán por llevar a los pecadores a la cruz de Cristo. 
C. H. Spurgeon - El Fin del Pecador

martes, 27 de noviembre de 2012

¿He experimentado este nuevo nacimiento?



Entonces, amados, todos aquellos que son creyentes en Cristo, que son conocidos por los hombres por su excelencia de carácter, -en tanto que Dios los conoce por haberlos escogido por Su gracia- son conducidos a tiempo a ejercer sus privilegios a través del nuevo nacimiento que es obrado en ellos por el Espíritu Santo. Si sólo nacemos una vez, hemos de morir dos veces; pero si nacemos dos veces, morimos una sola vez, y después de esa única muerte, que no es realmente muerte, entramos en la vida eterna. La regeneración nos hace en realidad los hijos de Dios, justo como la adopción nos hizo virtualmente hijos de Dios. Por la regeneración, nos volvemos real y verdaderamente herederos de Dios, y coherederos con Cristo; y nuestro derecho al cielo, a todas las bendiciones del pacto de la gracia y a las promesas de Dios, surge de este nuevo nacimiento celestial. El cielo es la herencia de los hijos de Dios; no es una posesión comprada con su dinero, o ganada por cualesquiera obras que hubieren realizado. Esta herencia es el derecho de nacimiento de todos los que han nacido de nuevo, nacidos de arriba; así que la pregunta que debe hacerse cada uno de nosotros es: “¿He experimentado este nuevo nacimiento?” “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. “Lo que es nacido de la carne, carne es”, y es sólo carne; “y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es”; y como el cielo y todas las otras bendiciones del pacto son espirituales, no podemos poseerlas hasta que nosotros mismos seamos “nacidos del Espíritu”. 
C. H. Spurgeon - Sermón#3206 -La Iglesia de los Primogénitos

lunes, 26 de noviembre de 2012

Credos



“Yo creo en los credos si es que están basados en la Escritura… Todo ser humano tiene que tener un credo si es que cree en algo”.
C. H. Spurgeon – Sermón #659 – Volumen 11.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Hacerlo todo para la gloria de Dios



Ustedes han oído acerca de uno que estaba tan enamorado, que, en verdad, comía, y bebía y dormía por el ser amado; así el cristiano debe “hacerlo todo para la gloria de Dios”. Dirá alguien: “¿puede hacerse éso? ¿Acaso hemos de seguir a los monjes católicos y entrar a un monasterio?” ¡No!, no tengo ninguna duda de que hacen bien en rasurarse sus cabezas; hay probablemente una gran necesidad para ello. Pero a menos que nos volvamos dementes, no hay necesidad de que imitemos su ejemplo. El cristiano no ha de encerrarse, y convertirse en un eremita, y pensar que por eso él puede cultivar la santidad. Eso es impiedad; la santidad cristiana es social; es la luz de la palabra, la sal de la tierra. Hemos de estar en el mundo, aunque no hemos de ser del mundo; nuestro sacerdocio es ejercido en la calle, en el taller, en la familia y junto a la chimenea. De día y de noche, hemos de ofrecer oraciones y alabanzas y acciones de gracias a Dios, y así ser un sacerdote perpetuamente. 
C. H. Spurgeon - El Sacerdocio de los Creyentes

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Una interesante anécdota


Una vez se anunció que un predicador iba a predicar en una oscura aldea pero se desató una tormenta terrible, y, aunque el predicador mantuvo su compromiso, descubrió que sólo asistió una persona al lugar de reunión. Él predicó a ese único oyente un sermón tan denodado como si la casa hubiese estado atestada. Años después se enteró que había nuevas iglesias por todo el distrito, y descubrió que su único oyente de aquel día había sido convertido, y se había constituido en el evangelista de toda esa región. Si hubiera declinado predicarle a aquel solitario oyente, cuántas bendiciones habrían sido retenidas. 
C. H. Spurgeon - Sermón #1044 - Volumen 18

lunes, 5 de noviembre de 2012

Un pensamiento para el día de hoy



“Amados, tenemos que estar dispuestos a morir por Cristo, o no tendremos ningún gozo en el hecho de que Cristo murió por nosotros”.
C. H. Spurgeon, sermón #651 – Volumen 11.

jueves, 1 de noviembre de 2012

La A y la Z del alfabeto de la salvación



Algunos están intentando la igualmente imposible tarea de ser salvados por Jesucristo cuando se hubieren preparado para Él. En otras palabras, hablan acerca de ser salvados por Cristo; pero, en lo íntimo de su corazón, no creen que Cristo pueda salvarlos antes de que hubieren alcanzado un estándar de excelencia. Ahora, nosotros sabemos por las Escrituras que Jesucristo vino al mundo para salvar a Su pueblo de sus pecados, y lo hará de principio a fin o no lo hará en absoluto. Él será el Alfa y la Omega, la A y la Z del alfabeto de la salvación, o de lo contrario no tendrá nada que ver con ello; sin embargo, miles de oyentes del Evangelio están diciendo constantemente: “nosotros creeremos en Jesús cuando sintamos más nuestros pecados, cuando sintamos más arrepentimiento; cuando hayamos hecho esto y sentido aquello y experimentado lo otro”.

Ah, señores, este plan de introducir a Cristo al final de la obra, después de que hubieren completado su primera parte por cuenta propia, es un error sumamente necio, y es también un error fatal. Es como poner a los bueyes a que aren una peña. Permítanme preguntarles: ¿Son ustedes algo mejores de lo que solían ser? Ustedes han estado intentando prepararse para Cristo, durante un largo tiempo. ¿Están de alguna manera más preparados de lo que estaban al principio? ¿Acaso nunca les ha parecido que las líneas de Hart son verdaderas?

“Si te esperas hasta que seas mejor,
Nunca vendrás en absoluto.”

De esta manera les he mostrado cómo puede ser aplicado el texto en relación a los hombres.
C. H. Spurgeon - Arar en una Peña

¿Paz por el camino de las ceremonias?



Algunos esperan alcanzar la perfecta paz por el camino de las ceremonias. Mucha gente nos dice que estamos viviendo en una época muy ilustrada, pero yo estoy inclinado a pensar que Carlile estaba inusualmente cerca del blanco cuando dijo que “el Reino Unido cuenta con alrededor de treinta millones de personas, mayormente necios”, pues, en efecto, pareciera como si la gente, en estos días, fuera en gran medida necia.

Por ejemplo, un hombre dice que si venimos y le confesamos nuestros pecados, él puede perdonarnos en el nombre de Dios; y que puede, al rociar unas cuantas gotas de agua sobre un niño, y farfullar ciertas palabras, transformar a un heredero de la ira en un heredero del cielo; y que, si nos aproximamos a lo que él llama ‘un altar’, él nos dará el propio cuerpo y la sangre de Cristo para que lo comamos y la bebamos.

Bien, cuando yo era joven, pensaba que cualquiera que hablara de esa manera, debería ser tratado como los gitanos, que eran metidos en prisión por recibir monedas de plata de sirvientes necios y por pretender que les dirían su suerte; y, en años posteriores, me ha sorprendido algunas veces que no se hubiere puesto en vigor una ley contra estos caballeros; pues, ciertamente, la impostura que buscan vendernos con engaño es mucho más terrible que aquella de los gitanos que adivinaban la suerte. El así llamado “sacerdote” no tiene ningún poder para perdonar pecados, o para cambiar la naturaleza del bebé que rocía, o para ofrecer el sacrificio de la misa. No hay nada más en él de lo que hay en cualquier otra persona; y aunque hable tan alto como pueda, sus pretensiones son completamente vanas e inútiles. Si confías en él, el resultado para ti será el mismo que ha sido para decenas de miles de personas antes de ti, pues descubrirás que todas las ceremonias que los hombres han inventado, sí, y todos los ritos que el propio Dios ha dado, no pueden traer salud a un alma enferma, o acallar el tumulto de una conciencia despierta, o conducir al alma a un estado de reconciliación consciente con el Altísimo.

Oh, señores, ustedes pueden ser rociados, y confirmados, y sumergidos, y pueden ir a la mesa de la comunión, y no sé cuántas cosas más; sí, podrían viajar a lo largo de siete mil leguas de ceremonialismo, pero estarán exactamente tan inquietos al final, como lo estaban al comienzo. Ese no es el camino de la paz, ni Dios hará que lo sea. Es arar en una peña, y no hay ninguna posibilidad de que provenga algún fruto de allí. 
C. H. Spurgeon - Arar en una Peña

jueves, 25 de octubre de 2012

Una reflexión del señor Spurgeon



“¡Las lenguas que confiesan los pecados son las más aptas para cantar! La lengua que ha sido enjuagada con el agua salobre de la penitencia está adaptada para percibir la dulzura de la miel de la alabanza”.
C. H. Spurgeon – Sermón #3470 – volumen 61.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Aspectos de la Santidad



c) La santidad consiste esforzarse por ser como Jesús, viviendo una vida de fe en Jesús y extrayendo cotidianamente de Él paz y fortaleza. La santidad consiste en tener “la mente de Cristo” (1 Corintios 2: 16), y así “ser hechos conformes a Su Hijo (Romanos 8: 29). Cristo era perdonador, abnegado, amoroso, humilde y obediente a Dios. Cristo era un fiel testigo de la verdad, negándose a Sí mismo para servir a otros. Era manso y paciente frente a los insultos y valiente en la denuncia del pecado. Iba por todos lados haciendo el bien, y era entregado a la oración. Estas son las virtudes que hemos de buscar en nuestra vida diaria para ser hechos conformes a Cristo. “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 1: 6). Se ahorraría mucho tiempo y se evitaría mucho pecado si la gente se preguntara más a menudo: “¿Qué habría dicho o qué habría hecho Cristo en esta situación?”
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad

lunes, 22 de octubre de 2012

Aspectos de la Santidad



3. SANTIDAD

“La santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12: 14).

¿Somos santos? ¿Veremos al Señor? Salomón nos dice que “hay tiempo de llorar, y tiempo de reír… tiempo de callar, y tiempo de hablar (Eclesiastés 3: 4, 7). ¡Pero el tiempo de ser santos es ahora! No importa quiénes seamos o qué seamos, debemos ser santos ahora. En este mundo de prisas y bullicio, yo solicito ser escuchado acerca de este asunto.

1. Vamos a ver qué es en la práctica la santidad, y cuál es el tipo de personas son llamadas santas por Dios.

a) La santidad es el hábito de estar de acuerdo con la voluntad de Dios. Es amar lo que Él ama y odiar lo que Él odia. Es medir todo en esta vida según las normas de la Palabra de Dios, la Biblia. Todo aquel que está más enteramente de acuerdo con Dios es la persona más santa.

b) Es santa la persona que se esfuerza por evitar todo mal conocido y busca guardar toda exigencia de Dios conocida. Santidad es tener una mente que ama los caminos de Dios. La santidad es sentir como David, cuando dijo: “Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, y aborrecí todo camino de mentira” (Salmo 119: 128). Y Pablo podía decir: “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios” (Romanos 7: 22).
J. C. Ryle . Aspectos de la Santidad

    
    


viernes, 19 de octubre de 2012

Aspectos de la Santidad



4.   ¿Qué consideraciones prácticas debería traer a nuestras mentes este asunto de la santificación?

Sin santidad nadie verá al Señor (Hebreos 12: 14).

a) Por lo pronto, ¡hemos de estar atentos al peligro de no ser santos! Sin santificación no hay salvación. ¡Qué enorme cantidad de la así llamada religión es perfectamente inútil, carente de verdadera santidad! ¿Cuáles son nuestros gustos, nuestras preferencias, nuestros deseos? Esta es la gran pregunta que nos pone a prueba.

b) Si queremos ser santificados, debemos ir a Cristo como pecadores, y contarle nuestra desesperada necesidad.

c) Debemos continuar tal como comenzamos: debemos ir a Cristo una y otra vez. Él es la cabeza desde la cual cada miembro de Su cuerpo ha de ser abastecido. Los creyentes que aparentan estar estancados en la santificación generalmente están descuidando la regular comunión con Cristo.

d) No debemos esperar demasiado de nuestros corazones en esta vida. Éramos pecadores cuando iniciamos en este camino y descubriremos que seguimos siendo pecadores conforme avancemos: ciertamente hemos sido renovados, perdonados y justificados, pero seguimos siendo pecadores hasta el final.

e) Con todo, hemos de esforzarnos por alcanzar la máxima norma de santidad. La santidad es felicidad, y los que pasan más confortablemente por la vida son los creyentes que son santificados. “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo (Salmo 119: 165).
J. C. Ryle – Aspectos de la Santidad

    
   

Un importante consejo

“Hermanos y hermanas, es bueno que nos aborrezcamos a nosotros mismos, pues eso hace que sintamos simpatía por los demás”.
C. H. Spurgeon, sermón #3506 – volumen 62.



domingo, 30 de septiembre de 2012

Aspectos de la Santidad



(ii) ¿Cómo difieren?

a) La justificación consiste en considerar que una persona es justa gracias a Jesucristo. Es algo que es hecho en favor del creyente. La santificación realmente consiste en que el Espíritu Santo hace justa a una persona en su interior; es algo que es hecho en el creyente.

b) La justicia que los creyentes tienen en la justificación no es propia de ellos sino de Cristo. La justicia de la santificación es la propia del creyente.

c) En la justificación las obras religiosas que nosotros hacemos no tienen ninguna significado. La simple fe en Cristo lo es todo. En la santificación nosotros actuamos; luchamos, vigilamos, oramos, nos esforzamos y trabajamos.

d) La justificación es algo que es completo y acabado. La santificación no se acaba sino hasta que llegamos al cielo.

e) La justificación no crece ni aumenta. Los creyentes son tan justificados en la hora cuando creyeron por primera vez como lo serán siempre. La santificación es un movimiento en nuestras almas; crece y aumenta a lo largo de toda nuestra vida.

f) La justificación tiene que ver con nuestra posición delante de Dios; la santificación tiene que ver con el estado de nuestra alma.

g) La justificación nos da autoridad para entrar en el cielo; la santificación nos prepara disfrutar de la vida en el cielo.

h) La justificación es la obra de Dios fuera de nosotros; es invisible para otras personas. La santificación es la obra de Dios en nuestro interior; es obvia para las personas que nos rodean.

Estas distinciones son muy importantes para mis lectores. No permitan nunca que esas dos palabras se confundan, y no deben olvidar las distinciones que hay entre ellas. Son dos cosas separadas; con todo, todo aquel que tenga una tiene que tener la otra.
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad

    
    




miércoles, 26 de septiembre de 2012

Aspectos de la Santidad



3. Por último, deseo considerar la diferencia entre justificación y santificación, mostrando cómo coinciden y cómo difieren.

(i) ¿Cómo coinciden?

a) Ambas se originan como dones gratuitos de Dios para los creyentes.

b)  Son el resultado de la obra de Cristo, de la cual fluyen tanto el perdón que justifica como la santidad que santifica.

c)   Ambas han de encontrarse en el mismo creyente; los justificados son siempre santificados, y los santificados son siempre justificados.

d)   Ambas comienzan al mismo tiempo. En el momento en que una persona es justificada, comienza a ser santificada.

e)    Ambas son igualmente necesarias para la salvación. Nadie llega al cielo sin santidad y sin perdón.  
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad  
    




martes, 25 de septiembre de 2012

Aspectos de la Santidad



g) La santificación se muestra en prestar atención a todas las gracias espirituales que nuestro Señor exhibió tan bellamente. “Como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13: 34, 35). Pedro, dirigiéndose a los creyentes, expresa lo mismo: “Mas si haciendo lo bueno sufrís… para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2: 20,21). Pablo nombra nueve gracias en su lista del fruto del Espíritu en Gálatas 5: 22-23. Es un disparate tener pretensiones de santificación a menos que mostremos estas cosas en nuestras vidas. No todos los creyentes exhiben igualmente todas estas señales, pero constituyen la norma bíblica a la cual debe aspirar todo creyente. 
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad   
   

domingo, 23 de septiembre de 2012

Aspectos de la Santidad



f) La santificación se muestra en un constante esfuerzo para cumplir la voluntad de Cristo. Sus requerimientos prácticos se encuentran a lo largo de los Evangelios, y en el Sermón del Monte. Nuestro Señor enseñó continuamente lo que Sus discípulos debían ser y hacer. “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15: 14) fueron Sus palabras. Nosotros servimos todavía a este mismo Señor.

g) La santificación se muestra en un deseo de vivir según la norma que Pablo puso delante de las iglesias. La norma ha de encontrarse en los capítulos finales de casi todas sus epístolas. Yo desafío a cualquiera que lea los escritos de Pablo cuidadosamente sin que encuentre en ellos un gran número de claras instrucciones prácticas acerca del deber cristiano en cada relación de la vida. Estas instrucciones fueron escritas por la inspiración de Dios para guía de los cristianos profesantes.    
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad

sábado, 22 de septiembre de 2012

Aspectos de la Santidad



d) La santificación no consiste en retirarse de la vida diaria en el mundo. En cada época ha habido quienes han creído que retirarse del mundo y recluirse es una vía rápida para la santificación. Pero donde vayamos llevaremos con nosotros esa fuente de mal: nuestros corazones. La verdadera santidad no es una planta frágil que sólo puede sobrevivir en un vivero, sino que es una planta fuerte y resistente que puede florecer en la vida diaria y normal. La verdadera santidad no hace que un cristiano evada las dificultades, sino que las enfrente y las venza.

e) La santificación se exhibe en un continuo respeto por lo que Dios requiere de nosotros. ¡Quienquiera que pretenda ser un santo, mientras sigue mofándose de los Diez Mandamientos y sigue considerando que es algo trivial quebrantar cualquiera de ellos, está seriamente engañado y le será difícil demostrar en el último día que es un santo!  
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad 
    

jueves, 20 de septiembre de 2012

Aspectos de la Santidad



 ¿Cuáles son las señales visibles de una persona santificada?

a) La santificación es algo más que hablar sobre religión. Algunas personas están tan familiarizadas con las palabras y las frases del Evangelio, y hablan tan fluidamente acerca de ellas, que convencen a los demás de que son creyentes. Dios no quiere que los miembros de Su pueblo sean meros toneles vacíos, gongs reverberantes o címbalos que retiñen. “No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3: 18).

b) La santificación no consiste simplemente en experimentar sentimientos religiosos temporales. Algunos servicios especiales y reuniones de avivamiento pueden captar mucha atención, y hemos de dar gracias a Dios cuando presentan el mensaje evangélico a tantas personas. Pero estas cosas están acompañadas de peligros así como de ventajas. Doquiera que el trigo sea sembrado, allí sembrará el diablo la cizaña. Debemos cuidarnos de la excitación religiosa que provoca que la gente sienta una atracción temporal hacia el Señor. Después de un breve tiempo pueden retroceder y luego son peores y más empedernidos que antes. Exhortemos a todo aquel que muestre un nuevo interés en el cristianismo a que no se contente con nada que no sea una profunda obra de santificación por parte del Espíritu Santo.

c) La santificación no es simplemente la realización ocasional de acciones rectas. Muchas personas sinceras se complacen haciendo de tiempo en tiempo lo que consideran que son actos religiosos. Pero me temo que en muchos casos esta religiosidad externa no es un sustituto de la santidad interior. Me parece que hay la necesidad de hablar muy claramente sobre este tema. Podría haber una inmensa cantidad de “servicio corporal” pero que no hubiera la más mínima santificación real. 
J. C. Ryle - Aspectos de la santidad

   



miércoles, 19 de septiembre de 2012

Aspectos de la Santidad



La santificación es algo que será absolutamente necesario en el gran día del juicio. Cuando Dios nos llame al juicio final, la evidencia de que nuestra fe en Cristo es genuina será la única cosa que nos salve de la condenación. La pregunta no será cómo hablamos y qué profesamos, sino cómo vivimos y qué hicimos. "Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo" (2 Corintios 5: 10).

La santificación es necesaria pues nos prepara para el cielo. ¡La mayoría de la gente espera ir al cielo cuando muera, pero pocos se toman la molestia de considerar si gozarían estando allí! El cielo es esencialmente un lugar santo: sus habitantes son santos y sus ocupaciones son santas. Para ser felices en el cielo es obvio que debimos habernos preparado para estar allí mientras permanecimos en la tierra. Cuando un águila sea feliz en una jaula de hierro, cuando una oveja sea feliz en el agua, cuando un búho sea feliz bajo el resplandor del sol del mediodía, cuando un pez sea dichoso en tierra seca, entonces, y sólo entonces, podré admitir que una persona no santificada pudiera ser feliz en el cielo. 
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad

jueves, 30 de agosto de 2012

Aspectos de la Santidad



La santificación no puede nunca justificar a una persona, y, sin embargo, agrada a Dios. Las acciones más santas de la persona más santa todavía sufre de defectos e imperfecciones; sólo son ‘pecados espléndidos’, como ha dicho alguien, que merecen la ira y la condenación de Dios. El motivo pudiera ser impuro, y su realización defectuosa. La única justicia mediante la cual podemos presentarnos ante Dios es una justicia perfecta, la cual se encuentra únicamente en nuestro Señor. ¡Su perfección, y no la nuestra, Su obra, y no la nuestra, son nuestra justificación y nuestro único derecho al cielo!

Al mismo tiempo se nos asegura que las acciones rectas de los creyentes son agradables a Dios aun cuando son imperfectas. Así como un padre se agrada con los imperfectos esfuerzos de un niñito para agradarle, así nuestro Padre se agrada aun con los imperfectos esfuerzos de Sus hijos. Él mira a la intención de nuestras acciones, y no meramente a su cantidad y calidad.   
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad 



lunes, 27 de agosto de 2012

Algo de mucha importancia


Entre más conoces los atributos de Dios, más entiendes Sus actos.
C. H. Spurgeon – Sermón #287 – Vol. 6

miércoles, 22 de agosto de 2012

La Ingratitud del Hombre


Ahora tengo una ominosa tarea que consiste en que tengo que hablar de algunas personas cuya ingratitud es aun mayor, si es que pudiera haber tal cosa, pues rehúsan confiar en Él por completo. Deseo hablar con aquellos a quienes les he predicado en vano durante todos estos años. El único tópico de cada domingo en este lugar es Jesucristo crucificado. Tengo otras cosas que decirles, pero ese tema es repetido constantemente, y se les dice sin cesar que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, para que “todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. A pesar de todo eso, muchos de ustedes han rehusado confiar en Él hasta ahora; es para ustedes “Piedra de tropiezo, y roca que hace caer”, y de esta manera hacen que la roca de la salvación sea un tropezadero para ustedes. Si lo niegan les preguntaré: entonces, ¿por qué no lo aceptan como su Salvador? ¿Por qué están enemistados en sus corazones con Él? Tal vez su respuesta sea que ustedes no piensan en esas cosas. Entonces, ¿es esta su conducta para con el Salvador agonizante, que ni siquiera van a pensar en Él? ¿Él no es nada para ustedes? ¿Desprecian Su sangre? Tal vez es que no entienden; entonces seguramente en su caso debe ser una ceguera intencional del entendimiento, pues la verdad ha sido expuesta ante ustedes tan claramente  como la podían expresar las palabras, y tampoco sé cómo podría haber hablado más claramente. Ustedes han rechazado hasta ahora al Cristo que murió por los pecadores. ¿Se dan cuenta de lo que han hecho? Yo desearía que Él subiera a este púlpito en este instante, para que vieran a quién han despreciado. Véanlo con las rojas gotas que todavía relucen en Su corona de espinas, con Su rostro magullado, con Su semblante marcado por el dolor, con Sus ojos enrojecidos por las lágrimas, con Sus hombros surcados por el látigo, con Sus manos y Sus pies perforados por los clavos, y con Su costado atravesado por una lanza: ¡este es el Varón de dolores a quien han rechazado! ¡Miren ahora a Aquel a quien traspasaron! ¿Pueden continuar con su rechazo en Su presencia? ¿Todavía atrancarán su corazón para que no entre? ¿Le dirán ahora en Su cara: “Hijo de Dios, que te desangras por el pecado del hombre, no queremos confiar en Ti; Hijo del hombre, que mueres en vez de los pecadores, no nos entregaremos a Ti”? Sin embargo, le han dicho eso en Su presencia, que es real en todas partes, aunque el ojo o el oído no puedan discernirla. Con esos ojos de fuego que disciernen desde el cielo todo lo que se hace en la tierra, Él ha visto cómo rehúsan impúdicamente ser salvados por Él. 
C. H. Spurgeon - La Ingratitud del Hombre #1055