jueves, 27 de diciembre de 2012

El único camino es siempre Cristo



“Jamás ascendió alguna oración a Dios que no fuera a través de Jesucristo”.
C. H. Spurgeon – Sermón #245 – Volumen 5.

Aspectos de la Santidad



2.   Razones por las que la santidad práctica es importante

a) Tenemos que ser santos porque Dios lo manda en la Biblia. El Señor Jesús les dijo a Sus discípulos: “Os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5: 20). Y también: “Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5: 48). Pedro también escribió a los creyentes: “Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1: 15, 16).

b) Hemos de ser santos porque fue para hacernos santos que Cristo vino al mundo. “Cristo amó a la iglesia, escribió Pablo, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado” (Efesios 5: 25, 26). Cristo murió, no meramente para salvarnos de la culpa de nuestro pecados sino también para salvarnos de su poder. ¿Se dice que los creyentes son ‘elegidos’? Es a través de la obra santificadora del Espíritu. ¿Son ellos ‘predestinados’? Es para “que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8: 29). ¿Son escogidos? Es para que “fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1: 4). ¿Son llamados? Es “a una vida santa” (1 Timoteo 1: 9). ¿Son afligidos? Es el caso que Dios “que Dios nos disciplina para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad” (Hebreos 12: 10). Jesús es el completo Salvador que no simplemente quita la culpa del pecado de un creyente, sino que también elimina su poder sobre el creyente capacitándole para ser santo.   
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad   

    
    

lunes, 24 de diciembre de 2012

Aspectos de la Santidad



j) Las personas santas son gente humilde, estimando siempre a los demás por encima de ellas mismas. Tales personas siempre verán un mayor mal en sus propios corazones que en las vidas de otros. Saben lo que Abraham tenía en mente cuando dijo: “Soy polvo y ceniza” (Génesis 18: 27), y Jacob, cuando dijo: “Menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo” (Génesis 32: 10), o Pablo, cuando dijo: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1: 15).

k) Las personas santas son fieles y  confiables en el cumplimiento de sus deberes y en sus relaciones. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3: 23) escribió Pablo a la iglesia de Colosas. Los seres santos deberían procurar hacer todo bien: ser buenos esposos, buenas esposas, buenos padres, buenos hijos, buenos en lo privado, buenos en lo público, buenos en el trabajo y buenos en el hogar. La santidad vale poco si no llega ni siquiera a esto.

l) Finalmente, las personas santas son gente orientada a lo espiritual. Reconocen que esta vida es una preparación para la vida en el cielo. Esto significa que son capaces de aceptar que las únicas cosas de verdadero valor en este mundo son aquellas que nos hacen idóneos para el mundo venidero.

Hemos considerado el carácter de quienes son llamados correctamente ‘santos’. Pero ningún creyente ha de desanimarse por una lista semejante de propósitos. La santidad sólo se alcanza con mucho esfuerzo. El crecimiento en santidad trae consigo una conciencia amplificada del pecado. La santificación es siempre una obra progresiva; en el mejor de los casos es una obra imperfecta. Los santos más santos pudieran tener muchas fallas a los ojos de Dios. ¡La luz nunca brillará sin algunas nubes e incluso el sol mismo tiene manchas en su faz!

Pero aunque aceptamos el lado débil y pecaminoso de la naturaleza humana, el cuadro de la santidad dado aquí sigue siendo la meta de todo creyente. Es aquello por lo que se esfuerzan, aunque no sea lo que son.
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad     

    
    

sábado, 22 de diciembre de 2012

Aspectos de la Santidad



d) Las personas santas son mansas, benevolentes, pacientes, lentas para ‘afirmar sus propios derechos’. Vemos excelentes ejemplos de esto en Moisés cuando Aarón y María hablaron en contra suya (Números 12: 3), y en David cuando Simei lo maldijo (2 Samuel 16: 10).



e) Las personas santas no son indulgentes consigo mismas. Ellas no permiten que los malos deseos, los afectos indebidos o las inclinaciones inmorales controlen sus vidas. Tal como el propio Jesús advirtió a Sus seguidores: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida” (Lucas 21: 23).



f) Las personas santas están llenas de amor, de la clase de amor de la que habló Jesús en el Sermón del Monte y que Pablo describió  en 1 Corintios 13. ¡Donde hay amor, es imposible mentir, engañar, robar, y hacer daño a otras personas de cualquier manera!



g) La santidad es amor en acción. No se trata simplemente de no hacer daño; se trata de hacer el bien. Dorcas “abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” (Hechos 9: 36). Pablo pudo escribir a los creyentes de Corinto: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo” (2 Corintios 12: 15).



h) La santidad busca la pureza de mente y de corazón. Una persona así sentirá horror por toda inmundicia de espíritu, y evitará cualquier cosa que pudiera conducirle a la impureza. ¿Quién podría descuidar estas cosas, cuando David (2 Samuel 11), un varón conforme a Su corazón, cometió un pecado tan serio? Bajo las antiguas leyes ceremoniales de Israel, quienquiera que simplemente tocara un hueso, o un cadáver, quedaba inmundo de inmediato a los ojos de Dios. ¡Pocos cristianos son alguna vez demasiado cuidadosos respecto a la pureza de mente y corazón!



i) La santidad consiste en sentir un profundo respeto por Dios y Sus caminos. Como un niño que desea comportarse de manera que agrade a los padres, así el creyente ama a Dios y quiere agradarle. Nehemías nos da un excelente ejemplo de esto cuando declina actuar de cierta manera diciendo: “Pero yo no hice así, a causa del temor de Dios” (Nehemías 5: 15). 
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad  
  



    

    






viernes, 21 de diciembre de 2012

Una oportuna reflexión para el fin del año



¿Qué han hecho algunos de ustedes este año? Me temo, hermanos cristianos, que algunos de ustedes han hecho muy poco. Bendito sea Dios porque hay muchos corazones fervientes en medio de ustedes; no todos ustedes están dormidos; hay algunos que se esfuerzan con ambas manos por hacer la obra de su Señor, pero incluso ustedes mismos no son tan entregados como deberían serlo. El predicador se incluye en esa lista confesando con tristeza que no predica como desearía predicar. Oh, si tuviera las lágrimas y los clamores de Baxter, o el ferviente celo seráfico de Whitefield, mi alma estaría muy contenta, pero, ¡ay!, nosotros predicamos fríamente sobre temas ardientes, y descuidadamente sobre asuntos que deberían hacer que nuestros corazones fueran como llamas de fuego. Pero yo pregunto, hermanos, ¿acaso no hay hombres y mujeres aquí, miembros de esta iglesia, que no están haciendo nada por Cristo? Ningún alma ha sido salvada por ustedes este año y Cristo no ha sido honrado por ustedes. Ninguna joya ha sido colocada en Su corona. ¿Para qué han vivido, si inutilizan la tierra? ¿Para qué están en la iglesia, ustedes, que son árboles estériles? Oh, ustedes que hacen tan poco por Él, que Dios haga que se humillen delante de Él, y que comiencen el próximo año con esta determinación: que conociendo los terrores del Señor, persuadirán a los hombres y trabajarán arduamente y se esforzarán por llevar a los pecadores a la cruz de Cristo. 
C. H. Spurgeon - El Fin del Pecador