miércoles, 31 de julio de 2013

¿Cómo podemos calcular el costo correctamente?

3.   ¿Cómo podemos calcular el costo correctamente?

No hay nada que pueda atemorizarnos si calculamos el costo de ser cristiano de una manera correcta. Cualquier costo que sea requerido de nosotros puede ser pagado, si nuestra fe es fuerte. Nos basta con leer acerca de tales personajes bíblicos como Noé, Moisés y Pablo para darnos cuenta de que sin una sólida fe en Dios, el costo de lo que Él les pedía habría sido demasiado grande para que lo pagaran ellos. Podría costar mucho ser un verdadero cristiano, pero contra eso hemos de poner siempre la recompensa de la gloria del cielo.

a) Entonces comparemos las pérdidas y las ganancias. Podríamos perder algunas cosas de este mundo temporal, pero ganar la salvación eterna de nuestras almas.

b) Comparemos la alabanza y la censura. ¡Otras personas querrán culparte, pero, como Su hijo, tienes la alabanza de Dios!  

c) Comparemos los amigos y los enemigos. De un lado están el demonio y la gente malvada. Pero del otro están el favor y la amistad del Señor Jesucristo, que ha derrotado al demonio.

d) Comparemos la vida presente con la vida venidera. Podría haber ahora luchas y tribulaciones, pero sólo duran unos cuantos años. Por otro lado está la vida eterna del cielo, donde no hay pecado, ni lucha ni tribulación.

e) Comparemos los placeres del pecado contra la bendición del servicio de Dios. Los placeres de este mundo son insatisfactorios; brillan durante unos instantes y luego se desvanecen. Dependen mucho de infelices circunstancias. Pero las bendiciones de Dios son perdurables, y no dependen de las circunstancias terrenales.

f) Cuenten y comparen los problemas que pudiera tener un cristiano contra los que están reservados para los impíos. Nada de lo que los cristianos están llamados a sufrir puede compararse con la ira eterna de Dios sobre los impíos.

Con frecuencia sumas de este tipo no se realizan correctamente, o ni siquiera se realizan. Algunos no pueden decidir si vale la pena servir a Cristo. El gran secreto de calcular el costo de una manera correcta es tener una fe firme. Yo te exhorto, querido lector, a que consideres si tu presente religión te cuesta algo en absoluto. Te exhorto a que consideres cuánto le ha costado a Dios traer la salvación a los pecadores en este mundo. ¡Te exhorto a que consideres cómo, cuando estés en la gloria del cielo, pudieras volver tu mirada al pasado y asombrarte de que pudiste llegar a pensar que el costo en que habías de incurrir era demasiado!
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad  




lunes, 29 de julio de 2013

Características de la obediencia que hemos de pedir


“Que el Señor nos dé el hábito y el espíritu de una obediencia personal meticulosa, cuidadosa, consistente y minuciosa”.
C. H. Spurgeon – sermón #767 – Vol. 13.

viernes, 26 de julio de 2013

El justo vivirá por la fe


De entrada esta es una afirmación excluyente; elimina muchas pretendidas maneras de vivir diciendo: “El justo por la fe vivirá”. Esta frase nos recuerda a la puerta angosta que está a la entrada del camino, a la angosta senda que conduce a la vida eterna. Esto acaba de un solo golpe con todos los alegatos de justicia aparte de un modo específico de vida. Los mejores hombres en el mundo sólo pueden vivir por la fe pues no hay ninguna otra manera de ser justos a los ojos de Dios. No podemos vivir en justicia por el yo. Si vamos a confiar en nosotros mismos o en cualquier cosa que provenga de nosotros mismos, estamos muertos mientras confiemos en eso; no habremos conocido la vida de Dios de acuerdo a la enseñanza de la Palabra Sagrada. Deben abandonar por completo la confianza en cualquier cosa que sean o esperen ser. Deben despojarse de las prendas de la ropa leprosa de la justicia legal y romper con el yo en todas y cada una de sus formas. Se descubrirá que la confianza en uno mismo en las cosas de la religión es autodestrucción. Tienen que confiar en Dios según es revelado en Su Hijo Jesucristo, y sólo en Él. El justo por la fe vivirá; pero los que ponen la mira en las obras de la ley están bajo la maldición y no pueden vivir delante de Dios. 
C. H. Spurgeon - Sermón 1749 - Vol. 29

sábado, 20 de julio de 2013

La importancia de calcular el costo



2.   Voy a mostrar por qué es importante calcular el costo

Hay un grupo de personas para quienes calcular el costo de ser un verdadero cristiano es de gran importancia. No ignoran la religión. Saben mucho al respecto, pero su fe no es fuerte. Pudieran haber adquirido su conocimiento ‘de segunda mano’ y no por experiencia personal. Pudieran haber sido educados en una familia religiosa. Pero tales personas están en un verdadero peligro pues su religión requiere de poco esfuerzo de su parte. Cuando se aproximan al fin de la vida, y tratan de hacer algunos últimos esfuerzos para volverse a Dios, descubrirán que el arrepentimiento no es algo tan fácil como se habían imaginado. Esas personas tienen que ver algunos ejemplos en la Biblia de aquellos que no contaron el costo total de lo que Dios requería, y al final murieron en sus pecados.

a) Miles de los hijos de Israel perecieron en el desierto entre Egipto y Canaán porque no calcularon el costo. Abandonaron Egipto llenos de entusiasmo y celo. Habían pensado que poseerían la Tierra Prometida de inmediato. Pero cuando experimentaron algunas dificultades su entusiasmo los abandonó y su valor falló. No habían calculado el costo. Perdieron su fe y murieron en sus pecados.

b) Por no calcular el costo, muchos de aquellos que escucharon a nuestro Señor después de un tiempo “volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6: 66). Habían visto Sus milagros y pensaron que el reino de Dios llegaría de inmediato. Pero cuando descubrieron que tenían que creer en duras doctrinas y que realizar un duro trabajo, su fe colapsó. No habían calculado el costo.

c) Por no calcular el costo, el rey Herodes regresó a sus viejos pecados y destruyó su alma. Había oído predicar a Juan el Bautista y le había gustado lo que oía. Estaba interesado e incluso honraba a Juan como a un varón santo. Pero su fe no pudo controlar su lascivia, ni aceptar las críticas de sus invitados (Marcos 6: 19-28). No había calculado el costo de vivir según la santa enseñanza de Juan.

d) Por no calcular el costo, Demás abandonó a Pablo porque no estaba dispuesto a renunciar a su amistad con el mundo a cambio de la amistad de Dios. “Demas me ha desamparado, amando este mundo” (2 Timoteo 4: 10). Evidentemente Demas no había calculado el costo cuando se unió al equipo de obreros de Pablo.

e) Por no calcular el costo, muchas personas que oyen una predicación poderosa podrían dar la impresión de haber cambiado por un tiempo. Son motivados a alegar una experiencia espiritual que realmente no han conocido. Y cuando la novedad se ha desvanecido se apartan de la congregación de creyentes (Mateo 13: 20, 21). No calcularon el costo.

f) Por no calcular el costo muchas personas que parecieran ser convertidas en grandes avivamientos y en especiales ‘misiones evangelísticas’ no logran mantener su fe. No consiguen entender que la religión es algo más que una sensación de ‘venir a Cristo’. Cuando después de un tiempo descubren que hay que cargar una cruz, que nuestros corazones son engañosos y que Satanás está siempre cerca de nosotros, regresan a formas de vida carentes de Cristo. Realmente no contaron nunca el costo (Mateo 13: 20, 21).

g) Por no contar el costo, algunos hijos de padres cristianos a menudo no pueden desarrollarse como cristianos. Desde sus primeros años han conocido las verdades bíblicas pero sin experimentarlas realmente en ellos. Y una vez lejos del hogar comienzan a descubrir placeres mundanos y ya no tienen más tiempo para las cosas cristianas. No han calculado el costo. ¡Tal vez nunca se les dijo que había un costo!

Voy a atreverme a decir que sería bueno que el deber de contar el costo fuera enseñado con mayor frecuencia de lo que es. Se le debería decir honestamente a la gente qué es lo que están asumiendo, si expresan un deseo de servir a Cristo. No seamos como un deshonesto sargento reclutador del ejército que sólo habla acerca del uniforme, de la paga y de la gloria, y no dice nada acerca de los enemigos, de la batalla y de las heridas.
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad   





    
    

miércoles, 10 de julio de 2013

Aspectos de la Santidad



5.
EL COSTO

“Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?  (Lucas 14: 18)

Es un buen signo que queramos ser santos. Podemos dar gracias a Dios por poner ese deseo en nuestros corazones. Al mismo tiempo hemos de pensar seriamente acerca de cómo ser un cristiano afectará realmente nuestras vidas. ¡El camino de Cristo hacia la vida eterna es un camino de gran consuelo, pero es también un camino angosto en el que la cruz va delante del trono!

1.   Voy a mostrar lo que cuesta ser un verdadero cristiano

No estoy discutiendo lo que cuesta salvar el alma de un cristiano. Yo sé que cuesta nada menos que la sangre vital del Hijo de Dios para proveer una expiación por el pecado y así redimir a una persona del infierno. Quiero considerar lo que los creyentes están dispuestos a renunciar por una vida de servicio para Cristo.

Concedo que cuesta poco ser un cristiano meramente nominal. Asistir a un lugar de adoración en un día domingo y ser tolerablemente moral durante la semana es un cristianismo barato y fácil; no hay ningún renunciamiento o abnegación en ello. Pero sí cuesta algo ser un verdadero cristiano: hay enemigos a vencer, batallas que pelear, sacrificios que hacer, tentaciones que resistir. Esa es la razón por la que es importante que calculemos el costo.

a) Hay un costo para nuestra justicia propia. Hemos de deponer toda soberbia y todo engreimiento en relación a lo que pensamos que es nuestra propia bondad. Somos salvados únicamente por la bondad y el mérito de otro: Jesucristo. Sin Él nuestra moralidad, nuestras oraciones, nuestro estudio de la Biblia, la asistencia a las reuniones de adoración, todo eso equivale a nada. Tenemos que saber que en nosotros mismos somos pobres pecadores desvalidos. Entonces, el costo para ser un verdadero cristiano será nuestra justicia propia.

b) Hay un costo para nuestros pecados. Tenemos que renunciar a toda acción que sea mala a los ojos de Dios. Ya sean grandes o pequeños, públicamente conocidos o secretos, es preciso renunciar a todos los pecados. “Quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien” (Isaías 1: 16). Hacer eso será difícil. ¡Nuestros pecados son a menudo tan queridos para nosotros como nuestros hijos; los amamos, los abrazamos, nos aferramos a ellos, nos deleitamos en ellos! Cristo está dispuesto a recibir a los pecadores pero no los recibirá si se aferran a sus pecados. Para ser verdaderos cristianos tendremos que desprendernos de nuestros pecados.

c) Hay un costo que pagar en nuestro amor por la tranquilidad. Si como creyentes queremos ser exitosos en nuestro viaje al cielo, será necesario un esfuerzo constante. Tenemos que ser cuidadosos en nuestro comportamiento en cada momento del día: cuidadosos respecto a cada pensamiento, a cada palabra, a cada acto. Necesitaremos ser cuidadosos con nuestras oraciones, con nuestro estudio bíblico, y con nuestro uso de los ‘medios de gracia’. Esto también suena a un difícil consejo. Nos desagrada cualquier cosa que requiera lucha. No podemos tener ganancias sin sufrimientos. Para ser verdaderos cristianos hemos de renunciar a nuestra vida de tranquilidad.

d) Podría costarnos popularidad con nuestros vecinos. Si nuestro principal objetivo es agradar a Dios, entonces podríamos tener que aceptar la mala voluntad de otras personas. La gente podría descartarnos como necios, o fanáticos. Jesús dijo: “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15: 20). Esto será difícil de soportar. Es siempre desagradable que hablen mal de uno. Pero ha de tolerarse. Ser verdaderos cristianos podría costarnos la buena voluntad de nuestros vecinos que no son cristianos.

Recordemos que una religión que no cuesta nada no vale nada. ¡Un cristianismo barato sin una cruz, al final será un cristianismo inútil sin una corona!
 J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad




    
    



lunes, 8 de julio de 2013

Un bello pensamiento



"La  adoración es la más excelsa elevación del espíritu y no obstante es la más humilde postración del alma". 
C. H. Spurgeon – sermón no. 795 – Volumen 14.