domingo, 27 de febrero de 2011

El entierro

Más de mil policías participaron a lo largo del recorrido de cuatro millas de la procesión fúnebre del pastor Spurgeon al Cementerio de Norwood. Spurgeon había dicho dieciocho años antes: “Cuando vean mi ataúd siendo transportado a la silente tumba, me gustaría que cada uno de ustedes, ya fuera convertido o no, se viera constreñido a decir: ‘él nos exhortó denodadamente, en un lenguaje claro y sencillo, a no posponer la consideración de las cosas eternas. Spurgeon nos suplicó que miráramos a Cristo’”.

viernes, 25 de febrero de 2011

Muerte de Spurgeon

El 20 de Enero de 1892, Spurgeon salió a dar su último paseo en Menton. Por la noche, se quejó de dolor en la mano, y a la mañana siguiente, de un severo dolor de cabeza, que, dijo, le dolía al mismo nivel que le atormentó al comienzo de su seria enfermedad en el verano. Spurgeon hizo en ese momento varios comentarios significativos a su secretario, el señor Harrald, tales como: “Mi obra ha concluido”, indicando que sabía que su fin se aproximaba. Durante los siguientes días estuvo inconsciente casi todo el tiempo, hasta que expiró el día 31 de Enero de 1892. Su viuda oró con el pequeño grupo que la acompañaba, dándole gracias a Dios por el tesoro que le había prestado por tanto tiempo, y pidiéndole fortaleza y ayuda. Posteriormente mandó un telegrama a su hijo ‘Tom’, diciéndole: “Tu padre en el cielo. Tu madre resignada”.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Cartas desde el sufrimiento - No.61

Menton
14 de Enero de 1892

Mis queridos amigos:

No he visto al doctor desde que les escribí la última vez y, por tanto, poco tengo que decirles sobre mi salud basado en un testimonio médico. Hemos tenido una semana con un clima muy cambiante e incierto: días de lluvia, intervalos de viento y horas de frío. Ésto me ha obligado a permanecer encerrado, pues no me atrevo a correr el riesgo de un enfriamiento y, por tanto, me temo que no he logrado ningún progreso y difícilmente puedo estar mejor en cuanto a mi indisposición interna. En otros sentidos me siento muy bien, y profundamente agradecido por estar libre de dolor y libre de miedo en cuanto al resultado final.

Deseo sinceramente que el clima de ustedes mejore. Si aquí está mal, qué será con ustedes allá. La nieve de las montañas nos recuerda lo que otras personas están soportando. Yo quisiera gozar de tal salud como para estar siempre con ustedes, pero como ésto no puede ser, estoy muy agradecido por el retiro que me proporciona este lugar protegido, y todavía lo estoy más por el ánimo adicional que me viene al saber que todos ustedes están siendo alimentados por el ministerio del doctor Pierson. Espero que su salud se sostenga y también la de su esposa durante este arduo invierno.

Pueden estar seguros de que me estoy sintiendo bastante bien, pues de lo contrario el doctor ya me habría visitado. Cuando me visite la próxima vez recibiré un boletín suyo, y hasta entonces pueden estar tranquilos en cuanto a mí. Que las lluvias que saturan de bendición, que estoy esperando, caigan pronto en tropical abundancia, y que no dejen seca ninguna parte del campo. Si hay personas entre ustedes que estén muy tristes, abatidas o que se estén autocondenando, yo siento un amor especial por ellas. El Señor mismo mira desde el cielo y atisba a esos individuos. Vean Job 33: 27, 28. Yo creo que este texto es un mensaje para algunos. Que la gracia abunde para ustedes.

Suyo de todo corazón

C. H. Spurgeon

martes, 22 de febrero de 2011

Diario de Spurgeon

10 de Mayo – 1850

¡Bendito sea el nombre del Señor, porque no ha abandonado a Su siervo ni se ha apartado de Su elegido! Aunque he pecado frecuentemente y he descuidado el dulce privilegio de la oración, Él no me ha desamparado. Recibí una carta del señor L. Yo espero que el Señor lo bendiga, y que le dé muchas almas como sello por su ministerio. Me pregunto cómo estarán en casa. El tiempo vuela. Las estaciones vienen y van. ¡Señor, concédeme que Tu Santo Espíritu me haga capaz de mejorar a cada instante! “Por precio fui comprado”.


jueves, 17 de febrero de 2011

En el centésimo aniversario del nacimiento de William Carey (1761-1834), el pastor Charles Haddon Spurgeon dijo de Carey: “Yo admiro a Carey… por ser bautista; no tenía nada de la falsa caridad que podría motivarlo a ocultar su creencia por temor de ofender a otros; pero al mismo tiempo fue hombre que amó a todos los que amaban al Señor Jesucristo”.
Tributo de C. H. Spurgeon a William Carey.

Nuestro Señor Jesucristo animaba a Sus discípulos a encontrar su gozo, no en el hecho de pertenecer a una cierta estructura denominacional, sino en el simple hecho de que “vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10: 20).

martes, 15 de febrero de 2011

Buscar el Reino de Dios

La principal ocupación que debe concernir al discípulo del Señor Jesús es buscar el Reino de Dios. Yo creo que esto significa buscar la prosperidad de la Iglesia tanto externa como interna. Si buscamos ganar almas para el Señor Jesús, estamos buscando la prosperidad externa del Reino de Dios. Si les ayudamos a nuestros hermanos en el Cuerpo a crecer en gracia o verdad o los cuidamos de cualquier manera, entonces estamos buscando la prosperidad interna del Reino de Dios.

En conexión con esto, también tenemos que buscar Su justicia. Esto significa buscar ser más y más semejantes a Dios, buscar ser conformados interiormente a la mente de Dios. Si estas dos cosas fueran atendidas diligentemente, llegamos a esta preciosa promesa: “Todas estas cosas (esto es, alimento, vestido o cualquier cosa que necesites para esta vida presente) os serán añadidas”.

¿Es tu prioridad y tu primer gran propósito buscar el Reino de Dios y Su justicia? ¿Son las cosas de Dios, el honor de Su nombre, el bienestar de Su Iglesia, la conversión de los pecadores y el beneficio de tu propia alma, tu principal objetivo? ¿O son tus negocios, tu familia o tus propias preocupaciones temporales las que ocupan primeramente tu atención? Recuerda que el mundo pasará, pero las cosas de Dios permanecerán para siempre.
Tomado del Diario de George Müller, escrito el día 3 de Febrero de 1848.

jueves, 10 de febrero de 2011

Diario de Spurgeon

9 de Mayo – 1850

Reunión de oración. El señor S., renunció. Bien, nosotros tenemos un mejor Pastor que no nos abandona ni nos abandonará. Realmente estoy profundamente abatido; mi lámpara pareciera sumirse en la oscuridad. ¡Señor, enciéndela y mantenla ardiendo! Yo sé que no puedo perecer nunca; ¡sin embargo, Señor, te pido que te agrade visitarme de nuevo para revivirme y sostenerme para que yo pueda honrarte más; hazme un eminente siervo Tuyo, y bendíceme con el poder de servirte, como Tu gran siervo Pablo!

sábado, 5 de febrero de 2011

"Hay algunas ciencias que pueden ser captadas por la mente humana, pero la ciencia de Cristo crucificado sólo puede ser captada por el corazón".
C. H. Spurgeon, sermón no. 223, volumen 4.

jueves, 3 de febrero de 2011

“En medio del teológicamente desacreditado siglo diecinueve, vivió un predicador que recibía al menos seis mil personas en su congregación cada día domingo, cuyos sermones fueron cablegrafiados a Nueva York los lunes por la mañana, durante muchos años, para ser publicados en los principales periódicos de aquel país, que ocupó el mismo púlpito durante casi cuarenta años sin la menor mengua del flujo abundante de su predicación y sin repetirse a sí mismo o sin que se extinguiera su material. El fuego que encendió y que se convirtió en un faro que brilló a través de los mares y a lo largo de las muchas generaciones hasta nuestros días, no fue una simple ‘quema de matorrales’ producido por el sensacionalismo, sino un incendio inextinguible que resplandece y arde en sólidos hogares, alimentado por los fuelles de la Palabra eterna. Tenemos ante nosotros el milagro de una zarza que arde en fuego y que, sin embargo, no se consume”.

Con estas palabras, Helmut Thielicke inició su clásico estudio sobre Charles Haddon Spurgeon, el más grande predicador que habría en la iglesia evangélica desde que John Knox tronara en Escocia. Durante su vida, su voz fue escuchada por unos diez millones de personas; en ciertas ocasiones especiales predicó a más de veinte mil personas congregadas para oírle, quienes sorprendentemente podían escucharle a pesar de que no había en aquel tiempo ni micrófonos ni los sofisticados dispositivos disponibles en nuestros días. Hoy, como Abel, muerto, aún habla. En contraste con los laxos sermones y la teología intrascendente de la mayoría de los predicadores contemporáneos, los escritos de Spurgeon continúan siendo publicados, comprados y leídos. En 1992, un siglo después de su muerte, había más obras impresas de Spurgeon que de cualquier otro autor de habla inglesa, vivo o muerto. Charles fue un poderoso instrumento del despertar espiritual, del avivamiento y de la reforma, en una época en que tanto la piedad como la teología de la iglesia estaban siendo acosadas interna y externamente.