Los ataques del pastor Spurgeon contra la justica propia eran incansables y perennes. Es asombrosa la capacidad de supervivencia que tiene ese mal. El sábado pasado fui a Cuernavaca para platicar sobre el Evangelio con algunas personas. Estuve hablando sobre la condición perdida del hombre, y me ayudaba para ello de los conocidos textos de Romanos 3, tales como "No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios, etc." Enfaticé mucho esa parte del Evangelio para luego concluir en la necesidad que tenemos de que Dios nos dé el arrepentimiento y la fe. A nuestro regreso a la Ciudad de México, una de las personas que participó en la reunión tuvo la gentileza de acompañarme, aunque él vive en Cuernavaca. En el camino me dijo: "yo estoy convencido de que el hombre tiene libre albedrío". ¡Oh, frustración! Mi respuesta fue: "el hombre tiene libre albedrío para todo mal dentro de la esfera del mal, mas no para lo bueno". "No hay quien haga lo bueno", dice Pablo en Romanos 3: 12
He aquí unas palabras del pastor Spurgeon, contenidas en el excelente sermón que estoy traduciendo:
"Tu esperanza no ha de estar aquí, en lo que tus manos puedan hacer, sino allá, en aquella cruz, en lo que Él hizo, y allá, en aquel trono, en Aquel que resucitó para tu justificación.
La cosa más difícil del mundo pareciera ser lograr que la gente se apegue a esta verdad, pues he notado que mucho de la doctrina del pensamiento moderno no es nada sino la justicia propia disfrazada de nuevo. Les está pidiendo a los hombres que todavía crean en ellos mismos, que confíen en su carácter moral, que confíen en sus aspiraciones morales, o en esto o en aquello.
Estoy aquí esta noche para decirles que la base de su esperanza no es ni siquiera su propia fe, ni mucho menos sus propias buenas obras; sino que la base de su esperanza es lo que Cristo hizo de una vez por todas, pues “vosotros estáis completos en él”, y nunca podrían estar completos de ninguna otra manera."
Este sermón fue predicado al final de su vida, y fue leído nuevamente un 18 de Diciembre del año de 1892 porque fue considerado muy apropiado para esta época del año.
Sermón no.2287, Si no hay Resurrección
jueves, 10 de diciembre de 2009
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