domingo, 28 de febrero de 2010

Algunos consejos de Spurgeon sobre la oración

Presta atención a tu manera de orar, y hazlo con toda seriedad. No permitas nunca que la oración se convierta en una formalidad sin vida. Algunas personas oran durante un largo tiempo, pero no consiguen lo que piden, porque no argumentan la promesa de una manera veraz y seria. Si entraras en un Banco y te quedaras hablando con el empleado durante una hora y salieras de nuevo sin tu dinero en efectivo, ¿de qué te serviría? Si voy a un banco, entrego mi cheque en la ventanilla, tomo mi dinero y me dedico a mis actividades: esa es la mejor manera de orar. Pide aquello que necesitas porque el Señor lo ha prometido, y sigue haciendo tu trabajo con la plena seguridad de lograrlo. Ponte de pie cantando, porque la promesa ha sido cumplida, y de esa manera tu oración recibirá una contestación. Lo que hace que Dios oiga, no es la longitud de tu oración, sino la fuerza de tu oración, y la fuerza de tu oración radica en tu fe en la promesa que has argumentado delante del Señor.
Tomados de libro Según Sus promesas. C. H. Spurgeon

jueves, 25 de febrero de 2010

Diario de Spurgeon

30 de Abril – 1850

Otro mes ha transcurrido. El tiempo vuela. Estoy más cerca del hogar. Este mes me ha traído mucho gozo santo, mucho privilegio; ¡cuán poco he hecho comparado con lo que Jesús ha hecho por mí! ¡Soy un siervo muy perezoso de un Señor muy bueno! ¡Meses, sigan transcurriendo; traigan dicha o aflicción, según les plazca; si Dios está conmigo, todo es mío! ¡Cuán semejante a la Feria de las Vanidades es este lugar (Newmarket)! Está abarrotado de visitantes; vi que se necesitaron dos locomotoras para transportarlos a Londres. ¡Señor, dame fuerzas como la locomotora, para proseguir sin desviarme, guiado por Ti, mi gran Conductor!

miércoles, 24 de febrero de 2010

Mujer, he ahí tu hijo

“Mujer, he ahí tu hijo”. Esto manifiesta claramente la propia humanidad real de Cristo, quien hasta el final reconoció Su relación humana con María, de quien nació. Sin embargo, Su lenguaje nos enseña a no adorarla a ella, pues la llama: “mujer”, y nos lleva a honrarlo a Él, que en Su más terrible agonía pensó en las necesidades y aflicciones de ella, así como piensa de igual manera en todos los miembros de Su pueblo ya que ellos son Su madre y Su hermana y Su hermano. “Mujer, he ahí tu hijo”. Allí vemos al Hijo del hombre preocupándose por Su afligida madre con la ternura de un hijo. En una palabra anterior, cuando abrió el Paraíso, vieron al Hijo de Dios; ahora ven a Aquel que fue cierta y verdaderamente nacido de una mujer y sometido a la ley; y bajo la ley le ven todavía, pues honra a Su madre y se preocupa por ella en el artículo de la muerte.
C. H. Spurgeon, sermón no.1409 - La última de las siete palabras.

jueves, 18 de febrero de 2010

Un mensaje para la iglesia de Dios

Iglesia de Dios, tu misión no está encaminada hacia los pocos seres respetables que se congregan en torno a tus ministros para escuchar respetuosamente sus palabras; tu misión no es para la élite y para los eclécticos, los inteligentes que criticarán tus palabras y harán juicios sobre cada sílaba de tu enseñanza; tu misión no es para aquellos que te tratan amablemente, generosamente, afectuosamente, quiero decir, no solamente para éstos, aunque ciertamente es para éstos como parte del resto; pero tu gran encargo es para la ramera, para la prostituta, para el ladrón, para el blasfemo y para el borracho, para los más depravados y pervertidos. Aunque nadie más se preocupe por ellos, la iglesia siempre debe hacerlo, y si alguien ha de ocupar el primer lugar en sus oraciones deberían ser éstos que, ¡ay!, son generalmente los últimos en nuestros pensamientos. Debemos considerar diligentemente a los ignorantes. No basta que el predicador predique de tal manera que quienes son instruidos desde su juventud puedan entenderle; tiene que pensar en aquéllos para quienes las frases más comunes de la verdad teológica son tan carentes de significado como la jerga de un lenguaje desconocido; él tiene que predicar con el objeto de conseguir la más mínima comprensión; y si los muchos ignorantes no se acercan a oírlo, él debe usar los mejores medios que pueda para inducirlos, es más, para forzarlos a oír las buenas nuevas.
C. H. Spurgeon, sermón #897 - La Primera Palabra desde la Cruz.

Una sencilla definición del Evangelio

El Evangelio es justamente esto: confíen en Jesucristo que murió por los culpables, y serán salvos. Oh, que Dios los ayude a hacer esto esta misma mañana, y se convertirán en hombres nuevos y nuevas mujeres; un cambio tendrá lugar en ustedes igual a un nuevo nacimiento; serán nuevas criaturas en Cristo Jesús.
C. H. Spurgeon sermón #897 - La Primera Palabra desde la Cruz.

La iglesia de Cristo

Como fue Cristo, así ha de ser Su iglesia en este mundo. Cristo vino a este mundo no para ser servido, sino para servir, no para ser honrado sino para salvar a otros. Su iglesia, cuando entienda su obra, percibirá que no está aquí para acumular para sí riqueza u honor, o para buscar cualquier engrandecimiento y posición temporales; la iglesia está aquí para vivir abnegadamente, y si fuese necesario, para morir abnegadamente para la liberación de las ovejas perdidas, para la salvación de los hombres perdidos.
C. H. Spurgeon sermón #897 - La Primera Palabra desde la Cruz.

martes, 9 de febrero de 2010

Diario de Spurgeon

29 de Abril – 1850

Asistí a la reunión de oración. Reflexioné sobre Mateo 8: 20. Cuando cuento con la presencia del Señor nada es una penalidad para mí. Me encantaría posar con mi Maestro, y soportar todas las cosas por Él. Mi primer amor no debe enfriarse. No tengo fuego en mi interior para mantenerlo vivo; sólo Tú puedes hacer esto, mi Señor y mi Dios. Quisiera consagrarme a Ti de nuevo, y gloriarme únicamente en Tu cruz, y en Tu vergüenza.