domingo, 21 de junio de 2009

No corrompamos más a los pobres sacerdotes corrompidos

Y yo te aconsejo que si alguna vez hicieras una confesión ante un hombre, que sea un confesión general, pero nunca ha de ser una confesión específica. Tú debes confesar ante sus semejantes que has sido un pecador, pero decirle a cualquier hombre en qué sentido has sido un pecador no es sino pecar otra vez, y ayudar a que tus semejantes transgredan. Cuán inmunda ha de ser el alma de ese sacerdote que presta su oído para que sea convertido en una alcantarilla que ha de albergar la inmundicia de los corazones de otras personas. No puedo imaginar ni siquiera que el diablo sea más depravado que el hombre que gasta su tiempo, sentado en un confesionario, con su oído contra los labios de hombres y mujeres que, si confesaran verazmente, le harían un adepto de todos los vicios, y le instruirían en iniquidades que, de otra manera, no habría conocido nunca. Oh, yo te exhorto que nunca contamines a tu prójimo; guárdate tu pecado para ti mismo, y para tu Dios; Él no puede ser contaminado por tu iniquidad; haz una clara y plena confesión de tu pecado delante de Él; pero, ante tu prójimo, no le agregues nada a la confesión general: “¡soy un pecador!
Tomado del sermón Confesión y Absolución, de C. H. Spurgeon, basado en Lucas 18: 13.




La confesión debe ser ante Dios

Noten la confesión del publicano; ¿ante quién fue presentada? “Dios, sé propicio a mí, pecador.” ¿Pensó alguna vez el publicano en acudir a un sacerdote para pedirle misericordia y confesar sus pecados? El pensamiento pudo haber atravesado su mente, pero su pecado constituía un peso demasiado grande sobre su conciencia para que fuera aliviado de una manera como esa, así que pronto desechó la idea. “No”, -dijo- “siento que mi pecado es de tal carácter que nadie sino Dios puede quitarlo; y aunque fuera correcto que fuera e hiciera una confesión ante mi semejante, pienso que sería totalmente inútil en mi caso, pues mi enfermedad es de tal naturaleza que nadie, sino un Médico Todopoderoso podria suprimirla.”
Tomado de Confesión y Absolución, sermón de C. H. Spurgeon sobre Lucas 18: 13.



sábado, 20 de junio de 2009

Cartas desde el sufrimiento - No.33

Menton
22 de Diciembre de 1887

Queridos amigos:

Después del primer domingo de 1888, espero ver nuevamente sus rostros, y confío llevarles conmigo un mensaje de mi Señor.

Mi reposo me ha sido muy útil, mayormente porque me ha colocado lejos de la escena inmediata de un conflicto más bien acalorado. Tal vez los pensamientos de los hombres sobre los serios asuntos involucrados no empeorarán por una pequeña espera. En cuanto a mí, no he hablado sin la debida consideración, y, por tanto, he escogido mi terreno, y, por la gracia de Dios, lo defenderé contra todos los que se presenten, en espíritu de amor y de verdad, pero, ciertamente, sin vacilación alguna. Continúen sus oraciones importunas por mí.

Estoy muy preocupado por nuestro invaluable amigo, el señor William Olney. En otras ocasiones lo hemos rescatado con nuestras oraciones de las puertas de la tumba; supliquemos de nuevo por su restauración. ¡Oh Señor, prolonga la vida de tu amado siervo, pues le necesitamos grandemente!

Les deseo unas Navidades santas y felices en compañía de mi amado y estimado hermano, el señor Davies. Él es, en verdad, mi compañero de fatigas. Confío que su fuego galés logre calentar por lo menos sus corazones aunque no logre hacerlo con sus cuerpos. Hoy puedo divisar la nieve desde mi ventana, y el clima es frío y lluvioso, de tal forma que necesitamos encender la chimenea; pero esto es sólo, espero, por un día o dos, y luego gozaremos de un sol veraniego de nuevo. Si no fuera así, de todas formas me hará adaptarme a mi regreso.

Por favor tomen nota de que el sermón que lleva el número dos mil saldrá la próxima semana. Estoy especialmente agradecido al Señor por dejarme vivir tanto tiempo, y permitirme publicar un sermón semanal durante tantos años.

Deseo enviar un amor caluroso a toda mi amada iglesia y a mi congregación.

‘Estad así firmes en el Señor, amados’.

Suyo en vida eterna.

C. H. Spurgeon

viernes, 19 de junio de 2009

Más en lo tocante al natalicio de Spurgeon

Hace unos momentos estaba yo recordando al queridísimo hermano Bob Ross, y lo mencionaba en mi blog anterior como alguien que fue puesto en mi camino por la Providencia de Dios para que tradujera los sermones de Spurgeon. Bob tuvo que darme aliento durante mucho tiempo para que finalmente me decidiera a hacerlo.

Casualmente acabo de recibir un correo suyo en el que comenta lo siguiente:

‘Hoy, 19 de Junio, nos vamos a reunir un grupo de personas en Pasadena, Texas, para recordar el nacimiento de Spurgeon. La influencia de Spurgeon en nuestras vidas ha sido de tal naturaleza, que no tenemos idea de qué o quiénes hubiéramos sido de no haber entrado en contacto con sus sermones y otros escritos que sólo exaltan a Cristo. Le damos gracias al Señor por su nacimiento, ocurrido hace 175 años, y por lo que el niño nacido en aquel día ha significado para nosotros en lo tocante a la fe en Cristo y al entendimiento de las enseñanzas de la Palabra de Dios.’

Nació en la humilde aldea de Kelvedon, Essex, Inglaterra, ubicada varias millas al noreste de Londres. Fue convertido en la ciudad de Colchester, ubicada todavía más hacia el este, y pronto fue bautizado, el día 3 de Mayo, en el río Lark, cerca de Isleham. Predicó su primer sermón a la edad de 16 años, en una cabaña en Teversham. Su primer oficio de pastor fue en la aldea de Waterbeach, en 1851, y en 1854, antes de cumplir los veinte años, fue invitado a ocupar el puesto de pastor en la famosa capilla de Park Street. Posteriormente trasladaron la congregación al actual Tabernáculo Metropolitano, y su pastorado se prolongó hasta su muerte ocurrida en 1892.

Hoy, en esta época de avanzada tecnología en las comunicaciones, los sermones y las obras de Spurgeon se están dando a conocer en todo el mundo, y están disponibles en Internet, en libros electrónicos, discos, folletos, libros y programas de radio en diversos países.

Fue D. L. Moody, quien en un servicio para celebrar el Jubileo de Spurgeon, el 18 de Junio de 1884, dijo lo siguiente:

Usted no morirá nunca. John Wesley vive más ahora que cuando estaba en la tierra; Whitefield vive más hoy que cuando estaba en su cuerpo; John Knox vive más hoy que en cualquier otro período de su vida; y Martín Lutero, que se fue hace más de 400 años, todavía vive. Tengan en mente, amigos, que nuestro amado hermano ha de vivir para siempre. Tal vez no nos volvamos a ver en la carne, pero, con la bendición de Dios, nos vamos a reunir en el más allá.” (Volumen en memoria del Jubileo de Spurgeon, página 9)



En el natalicio de Spurgeon

Hoy, 19 de Junio, recordamos el natalicio del pastor y evangelista Charles Haddon Spurgeon, nacido el 19 de Junio de 1834, en Kelvedon, Essex, Inglaterra.

Recibí recientemente un correo de mi amigo, el señor Bob Ross, de Pasadena, Texas, que relata lo siguiente:

En Selecciones de Junio de 2009 se publicó un artículo titulado: “Ellos nunca lo dijeron”, páginas 159, 159, que dice:

‘Como un simple ejercicio, vayan a los buscadores de su computadora y escriban las siguientes cuatro palabras: lie, truth, boots y world, es decir, escriban: mentira, verdad, botas y mundo. Recibirán miles de referencias a variaciones de la siguiente cita: "A lie can travel halfway around the world before the truth can get its boots on." Su traducción es: “Una mentira puede recorrer la mitad del mundo antes de que la verdad se pueda poner sus botas.”

La mayoría de las referencias citan a Mark Twain como el autor del aforismo. Al Gore le ha dado a Twain el crédito por el proverbio. Lo mismo ha hecho el gobernador del Estado de Mississippi, el señor Haley Barbour.

Pero Mark Twain no dijo eso. Charles Haddon Spurgeon lo dijo, en el año de 1855, y atribuyó el sabio aforismo a “un viejo proverbio”. Spurgeon fue un pastor británico, tan famoso en su tiempo como Rick Warren y Billy Graham lo son hoy en los Estados Unidos. Pero ese es el problema con la fama. Puede ser pasajera.’

Hasta aquí el artículo de Selecciones. Firma: Carl M. Cannon.

Bob Ross, en el correo que me envió, comenta lo siguiente: ‘Aunque apreciamos la información proporcionada por el señor Cannon acerca de la cita, su comentario sobre la fama es digno de desacuerdo en relación a la fama de Spurgeon. Si pones el nombre: Spurgeon en el buscador de tu computadora, descubrirás que Spurgeon es todavía muy famoso. Hay miles de vínculos a Spurgeon, y hay muchos sitios que publican, en diversos idiomas, sus sermones y otros escritos.

Nota: El hermano Bob Ross de Pasadena, Texas, de Pilgrim Publications, se dio a la ingente tarea de buscar por diversos lugares del mundo cada uno de los volúmenes originales de los sermones de Spurgeon que fueron publicados por Passmore y Alabaster, de Londres, entre 1855 y 1917, y de publicar nuevamente en forma facsimilar (perfecta reproducción de un impreso) los 63 volúmenes, publicación que ha sido la fuente de nuestras traducciones. Bob ha publicado también en forma facsimilar El Tesoro de David y Conferencias a mis estudiantes, además de muchas otras obras de Spurgeon. Además, fue quien me alentó originalmente a traducir los sermones del famoso predicador. Transcurrieron todavía dos años antes de que, después de una larga conversación con Bob, yo en México y él en Pasadena, me hiciera sentir que estaba perdiendo mi tiempo.

Visitar su librería, en Pasadena, Texas, un suburbio de Houston, es toda una experiencia. Tiene a la venta muchos libros de autores puritanos y, literalmente, toneladas de obras de Spurgeon. Además se puede disfrutar de un buen rato de una edificante conversación con Bob, quien posiblemente sea el mejor conocedor de la vida y obra de Spurgeon.

¡Feliz cumpleaños, pastor! “Habiendo muerto, habla todavía.”






domingo, 14 de junio de 2009

Cartas desde el sufrimiento - No.32

Menton
27 de Noviembre de 1887

Al copastor y a los diáconos,
mis propios hermanos amados:

Estoy conmovido por su amorosa carta. La carta refleja exactamente lo que son ustedes, pero fue escrita tan tiernamente, tan consideradamente, que contiene una peculiar dulzura. ¡Que el Señor trate con cada uno de ustedes como ustedes me han tratado, con un amor tierno y con verdadera fidelidad!

Entre más conozcan de esta controversia, sus juicios y sus corazones me apoyarán más. No me es posible comunicarle a nadie todo lo que ha llegado a mi conocimiento, pero he tenido abundantes razones para cada paso que he dado, como el día de días lo revelará. En todas las diversas iglesias existe el mismo mal, y en cierta medida, existe en todas las denominaciones; y de todo tipo de creyentes llega la misma expresión agradecida de deleite porque los esquemas de los propulsores del error han sido derrotados al ser derramada la luz sobre ellos. No puedo decirles en este momento cuánto menosprecio ha sido arrojado en mi contra, lo que no dejaría de sorprenderles; pero, primero el amor de Dios, y luego, el amor de ustedes, constituyen mi consuelo y mi apoyo. Tal vez, seamos conducidos a sentir un poco del fragor de la batalla en nuestros diversos fondos, pero el Señor vive. Nuestro gran doctor Gill dijo: ‘señor, soy pobre, pero no puedo vender mi conciencia’, y él ha dejado su manto así como su silla en nuestra sacristía.

Me encantaría verlos entrar aquí a todos ustedes, y escuchar sus amorosas voces alzadas en oración. Allison es un buen representante, pero él no es todos ustedes, y yo me siento unido a ustedes más y más.

Suyo para siempre

C. H. Spurgeon

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La desaprobación de las acciones de Spurgeon condujo a algunas personas a cancelar el apoyo financiero de la obra, pero otros comenzaron a dar más generosamente. La controversia cobró su precio, y Spurgeon escribió: ‘la tensión casi ha quebrantado ya mi corazón, y he experimentado toda la amargura que puedo soportar’. Spurgeon recibió cientos de cartas de apoyo de ministros y clérigos de todo el país, incluyendo al Obispo J. C. Ryle.

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viernes, 12 de junio de 2009

El secretario Joseph W. Harrald

El pastor Joseph W. Harrald, conocido familiarmente como ‘el escudero’, fue secretario privado de Spurgeon durante muchos años, y uno de sus amigos más cercanos y fiables. Se dedicó a ayudarle en su obra. Durante la larga enfermedad de Charles en el año de 1891, se ocupó de hacer que las cosas siguieran caminando. Tenía a su cargo responder el inmenso volumen de correspondencia, además de la administración diaria, y la publicación semanal del sermón y de otras obras literarias, entre otras cosas. Durante muchos años acompañó a Spurgeon a Menton.

Previamente había pastoreado una iglesia en Shoreham durante varios años, y posteriormente otra iglesia en Thornton Heath, pero renunció al ministerio pastoral para apoyar enteramente a Spurgeon. Predicó en lugar del famoso predicador en diversas ocasiones y además dirigía los servicios que tenían lugar en el salón de conferencias del Tabernáculo, los domingos por la tarde.

miércoles, 10 de junio de 2009

Las admoniciones del Espíritu Santo

Se cuenta la historia (y algunos de nosotros podríamos contar muchas historias igualmente impactantes) de un cierto individuo que, una noche, fue motivado a tomar su caballo del establo, y a cabalgar unos diez o doce kilómetros de distancia, hasta una cierta casa en la que vivía una persona a quien nunca había visto. Llegó allí a altas horas de la noche, tocó a la puerta, y le abrió el señor de la casa, quien parecía encontrarse sumido en una gran confusión de mente.

El visitante nocturno le dijo: “Amigo, he sido enviado a ti, no sé por qué razón, pero seguramente el Señor tiene alguna razón para haberme enviado a ti. ¿Hay algo peculiar acerca de tus circunstancias?”

El hombre, pasmado, le pidió que le acompañara, subieron, y allí arriba le mostró una jáquima atada a una viga. Estaba sujetándose la cuerda alrededor del cuello, para suicidarse, en el preciso instante en que un llamado resonó a la puerta, y decidió bajar y responder a la llamada, para después regresar y matarse; pero el amigo, a quien Dios había enviado, habló con él, logró tranquilizarlo, y le ayudó en la dificultad pecuniaria que le avergonzaba, y el hombre vivió y fue un cristiano honorable.

Yo declaro solemnemente que a mí me han guiado admoniciones igualmente poderosas, y sus resultados han sido notables para mí, de cualquier manera. En su mayoría, estos son secretos entre Dios y mi propia alma, y no estoy ansioso de romper el sello y contárselos a otros. Hay muchos cerdos a nuestro alrededor como para ser generosos con nuestras perlas. Si fuéramos obedientes a tales impulsos, aunque no salváramos a los suicidas, podríamos salvar almas, y podríamos ser, a menudo, en las manos de Dios, como ángeles enviados del cielo: pero somos como el caballo y la mula, que no tienen entendimiento, cuya boca ha de ser controlada con el freno y la brida; no somos lo suficientemente tiernos para ser sensibles a la influencia divina cuando nos llega, y así el Señor no se agrada en hablarnos a muchos de nosotros de esta manera tan frecuentemente como lo desearíamos. Sin embargo, es cierto que “todos los que son guiados por el Espíritu de Dios”, independientemente de cómo los guíe, “éstos son hijos de Dios.”


Tomado del sermón no.1220, La guía del Espíritu, la marca secreta de los hijos de Dios, de Charles Haddon Spurgeon.



domingo, 7 de junio de 2009

¿Han sido ustedes conducidos a la verdad?

Amados, ninguna mentira proviene de la verdad, y nadie que reciba una mentira, ha sido guiado a esa mentira por el Espíritu de Dios, diga lo que diga. Por otro lado, la verdad es como una recámara cerrada para el hombre no regenerado; podría leer el índice de lo que está contenido en la preciosa bodega, pero no puede entrar al aposento secreto: hay Uno que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra; y la llave con la que abre es el poder del Espíritu Santo. Cuando Él abre una doctrina para que un hombre la aprenda, ese hombre la aprende correctamente, y nunca podría conocerla de otra manera. Podrías asistir a una universidad y sentarte a los pies del más erudito Gamaliel del presente día, pero no podrías conocer nunca, con tu corazón, la verdad, a menos que el Espíritu Santo te la enseñe. Nosotros no conocemos nunca una verdad en todo su poder mientras no sea grabada con fuego en nuestra alma, como con un hierro candente, mediante una experiencia de su poder, o mientras no sea grabada como sobre bronce por medio de la revelación mística del Espíritu. Únicamente el Espíritu puede entretejer la verdad con el corazón, y hacerla parte y porción de nosotros mismos, de tal forma que está en nosotros y nosotros estamos en ella.

¿Han sido conducidos ustedes de esta manera a la verdad? Si es así, denle la gloria a Dios, pues el Espíritu certifica de esta manera su adopción.

Tomado del excelente sermón no.1220, La Guía del Espíritu - la marca secreta de los hijos de Dios, predicado por don Charles Haddon Spurgeon en el cada vez más lejano siglo 19. Sin embargo, cuando las palabras de un predicador tienen el sello del Espíritu Santo, permanecen extrañamente vivas.

martes, 2 de junio de 2009

¡Señor, sálvame!

Cuando uno de nuestros queridos amigos, que recientemente se fue al cielo, se encontraba muy enfermo, uno de sus hijos oró con él. Comenzó de una manera muy formal: “Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra y Creador nuestro”, pero el enfermo le detuvo y le dijo: “mi querido muchacho, yo soy un pobre pecador, y necesito la misericordia de Dios; di: “¡Señor, sálvale!” El moribundo necesitaba que su hijo fuera al grano, y yo me identifico con él; pues, con frecuencia, cuando algunos de nuestros amados hermanos se han encontrado orando aquí, y se han andado con rodeos, yo habría deseado que fueran al grano, y que pidieran por aquello que realmente necesitaban. Han seguido dando vueltas alrededor de la casa, en vez de tocar la puerta y tratar de entrar. La oración de Pedro nos muestra cómo ir directo al corazón del asunto: “¡Señor, sálvame!”

C. H. Spurgeon, sermón no.3186, La Oración más breve de Pedro: "¡Señor, sálvame!"

lunes, 1 de junio de 2009

Una exhortación apropiada

Los exhorto a cultivar el hábito de orar con brevedad durante todo el día. Ya les he comentado anteriormente acerca del puritano que, en un debate, fue visto tomando notas, y cuando fueron examinadas posteriormente, se descubrió que no había nada en el papel, excepto estas palabras: “¡Más luz, Señor! ¡Más luz, Señor! ¡Más luz, Señor!” Necesitaba luz sobre el tema bajo discusión, y, por tanto, se la pedía al Señor, y esa es la manera de orar. Tú puedes orar durante el día: “Señor, dame más gracia. Señor, sujeta mi temperamento. ¡Dime, oh Dios mío, qué he de hacer en este caso! Señor, dirígeme. Señor, sálvame.” Oren de esta manera, y estarán imitando el buen ejemplo de brevedad en la oración que nuestro texto coloca ante ustedes.

C. H. Spurgeon. Sermón no.3186, La Oración más breve de Pedro: "¡Señor, sálvame!"

Unos cuantos sabios consejos

Queridos amigos, cuando estén orando, ya sea en público o en privado, recuerden que no tienen necesidad de enseñar al Señor un sistema de teología; Él sabe mucho más acerca de eso, que ustedes. No tienen ninguna necesidad de explicarle al Señor toda la experiencia que un cristiano debe tener, pues Él lo sabe mucho mejor que ustedes. Y no hay necesidad de volver a repetir siempre las diversas agencias, e instituciones, y estaciones de misiones. Díganle al Señor lo que esté en su corazón tan brevemente como sea posible, y poder así dejar tiempo y oportunidad para que otras personas hagan lo mismo.

C. H. Spurgeon, sermón no. 3186, La Oración más breve de Pedro: "¡Señor, sálvame!"

La ocupación y la oración

Nosotros podemos orar a Dios mientras estemos involucrados en cualquier ocupación, siempre que sea legítima; y, si no lo es, no deberíamos estar involucrados en ella. Si hubiera algo que hacemos sobre lo que no podamos orar, no deberíamos atrevernos nunca a hacerlo de nuevo; y, si hay alguna ocupación en relación a la cual tenemos que decir: “no podríamos orar mientras estemos involucrados en ella”, es claro que la ocupación es indebida.

C. H. Spurgeon, sermón no.3186, La Oración más breve de Pedro: "¡Señor, sálvame!"