jueves, 30 de agosto de 2012

Aspectos de la Santidad



La santificación no puede nunca justificar a una persona, y, sin embargo, agrada a Dios. Las acciones más santas de la persona más santa todavía sufre de defectos e imperfecciones; sólo son ‘pecados espléndidos’, como ha dicho alguien, que merecen la ira y la condenación de Dios. El motivo pudiera ser impuro, y su realización defectuosa. La única justicia mediante la cual podemos presentarnos ante Dios es una justicia perfecta, la cual se encuentra únicamente en nuestro Señor. ¡Su perfección, y no la nuestra, Su obra, y no la nuestra, son nuestra justificación y nuestro único derecho al cielo!

Al mismo tiempo se nos asegura que las acciones rectas de los creyentes son agradables a Dios aun cuando son imperfectas. Así como un padre se agrada con los imperfectos esfuerzos de un niñito para agradarle, así nuestro Padre se agrada aun con los imperfectos esfuerzos de Sus hijos. Él mira a la intención de nuestras acciones, y no meramente a su cantidad y calidad.   
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad 



lunes, 27 de agosto de 2012

Algo de mucha importancia


Entre más conoces los atributos de Dios, más entiendes Sus actos.
C. H. Spurgeon – Sermón #287 – Vol. 6

miércoles, 22 de agosto de 2012

La Ingratitud del Hombre


Ahora tengo una ominosa tarea que consiste en que tengo que hablar de algunas personas cuya ingratitud es aun mayor, si es que pudiera haber tal cosa, pues rehúsan confiar en Él por completo. Deseo hablar con aquellos a quienes les he predicado en vano durante todos estos años. El único tópico de cada domingo en este lugar es Jesucristo crucificado. Tengo otras cosas que decirles, pero ese tema es repetido constantemente, y se les dice sin cesar que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, para que “todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. A pesar de todo eso, muchos de ustedes han rehusado confiar en Él hasta ahora; es para ustedes “Piedra de tropiezo, y roca que hace caer”, y de esta manera hacen que la roca de la salvación sea un tropezadero para ustedes. Si lo niegan les preguntaré: entonces, ¿por qué no lo aceptan como su Salvador? ¿Por qué están enemistados en sus corazones con Él? Tal vez su respuesta sea que ustedes no piensan en esas cosas. Entonces, ¿es esta su conducta para con el Salvador agonizante, que ni siquiera van a pensar en Él? ¿Él no es nada para ustedes? ¿Desprecian Su sangre? Tal vez es que no entienden; entonces seguramente en su caso debe ser una ceguera intencional del entendimiento, pues la verdad ha sido expuesta ante ustedes tan claramente  como la podían expresar las palabras, y tampoco sé cómo podría haber hablado más claramente. Ustedes han rechazado hasta ahora al Cristo que murió por los pecadores. ¿Se dan cuenta de lo que han hecho? Yo desearía que Él subiera a este púlpito en este instante, para que vieran a quién han despreciado. Véanlo con las rojas gotas que todavía relucen en Su corona de espinas, con Su rostro magullado, con Su semblante marcado por el dolor, con Sus ojos enrojecidos por las lágrimas, con Sus hombros surcados por el látigo, con Sus manos y Sus pies perforados por los clavos, y con Su costado atravesado por una lanza: ¡este es el Varón de dolores a quien han rechazado! ¡Miren ahora a Aquel a quien traspasaron! ¿Pueden continuar con su rechazo en Su presencia? ¿Todavía atrancarán su corazón para que no entre? ¿Le dirán ahora en Su cara: “Hijo de Dios, que te desangras por el pecado del hombre, no queremos confiar en Ti; Hijo del hombre, que mueres en vez de los pecadores, no nos entregaremos a Ti”? Sin embargo, le han dicho eso en Su presencia, que es real en todas partes, aunque el ojo o el oído no puedan discernirla. Con esos ojos de fuego que disciernen desde el cielo todo lo que se hace en la tierra, Él ha visto cómo rehúsan impúdicamente ser salvados por Él. 
C. H. Spurgeon - La Ingratitud del Hombre #1055

martes, 21 de agosto de 2012


Pablo afirmó que “gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (1 Timoteo 6: 6), y luego procedió a explicar que “nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar”. Tal vez hacía eco conscientemente de Job, quien dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá”. En otras palabras, la vida en la tierra es un breve peregrinar entre dos momentos de desnudez. Entonces seríamos sabios si viajáramos sin mucho equipaje. No vamos a llevarnos nada.
John Stott – El Discípulo Radical