miércoles, 30 de julio de 2014

Errar es humano

Errar es humano, arrepentirse es divino. El hombre puede cometer la iniquidad, pero aun saber que es una iniquidad como para sentir su culpa, es un don de la gracia de Dios. Nosotros no tenemos nada y no somos nada que no sea vil. Todo lo que es semejante a la Deidad, todo lo que aspira hacia la rectitud y a la verdadera santidad, proviene del Altísimo.  
C. H. Spurgeon - Las Primeras Palabras de Dios para el Primer Pecador. Sermón #3309 - Volumen 58  

¡Perdidos!


¿Qué es lo que se entiende por “los perdidos”? Bien, “perdido” es una palabra terrible. Necesitaría mucho tiempo para explicarla; pero si el Espíritu de Dios, como un destello de luz, entrara en tu corazón y te mostrara lo que por naturaleza eres, aceptarías esa palabra “perdido” como descriptiva de tu condición, y la entenderías mejor de lo que te permitirían entender mil palabras mías. Perdido por la caída; perdido por heredar una naturaleza depravada; perdido por tus propios actos y acciones; perdido por mil omisiones del deber y perdido por incontables actos de abierta transgresión; perdido por hábitos de pecado; perdido por tendencias e inclinaciones que han acumulado fuerzas y te han sumido en una cada vez más profunda oscuridad e iniquidad; perdido por inclinaciones que nunca se volverían por sí mismas a lo que es recto sino que resueltamente rehúsan la misericordia divina y el infinito amor. Estamos perdidos obstinada y voluntariamente; perdidos perversa y completamente; pero aún así perdidos espontáneamente que es la peor forma de estar perdidos que pueda haber. Estamos perdidos para Dios, quien ha perdido el amor de nuestro corazón y ha perdido nuestra confianza y ha perdido nuestra obediencia; perdidos para la iglesia a la que no podemos servir; perdidos para la verdad, que no queremos ver; perdidos para los rectos, cuya causa no sostenemos; perdidos para el cielo, en cuyos sagrados recintos no podemos entrar nunca; perdidos, tan perdidos que a menos que la misericordia todopoderosa intervenga, seremos arrojados en el pozo del abismo para hundirnos allí para siempre. “¡PERDIDOS! ¡PERDIDOS! ¡PERDIDOS!” La simple palabra me parece que es el tañido de campanas de difuntos de un alma impenitente. “¡Perdidos! ¡Perdidos! ¡Perdidos!” ¡Oigo el lúgubre tañido! ¡Se está celebrando el funeral de un alma! ¡La muerte sin fin le ha acontecido a un ser inmortal! Se eleva como un espantoso lamento desde mucho más allá de los límites de la vida y la esperanza, procedente de esas lúgubres regiones de muerte y de oscuridad donde moran los espíritus que no quieren que Cristo reine sobre ellos. “¡Perdidos! ¡Perdidos! ¡Perdidos!” ¡Cuán terrible sería que estos oídos oigan jamás ese lúgubre sonido! ¡Es preferible que arda un mundo entero a que se pierda un alma! ¡Es preferible que se apague cada estrella y que aquellos cielos se conviertan en una ruina a que una sola alma se pierda! 
C. H. Spurgeon - Sermón 3309 - Vol. 58

lunes, 21 de julio de 2014

Una advertencia

¡LOT: UNA ADVERTENCIA!

“Y deteniéndose él…” (Génesis 19: 16)

La Biblia, que fue escrita para nuestra instrucción, nos muestra lo que no debemos imitar, así como lo que debemos imitar. Si queremos ser santos, la Biblia nos muestra qué tenemos que evitar así como lo que debemos buscar. Lot es un ejemplo de algo que ha de ser evitado. Su carácter se resume en dos palabras: él dudó. ¡Aunque eran dos ángeles los que le exhortaban a abandonar la ciudad de Sodoma, aun así él todavía dudó!

1.   ¿Qué tipo de persona era Lot?

Si esto no queda bien claro, tal vez muchas personas digan: ‘¡Ah!, Lot era un hombre malo, un pobre inconverso; no nos sorprende que haya dudado’. Pero Lot no era nada de eso. Lot era un verdadero hijo de Dios y un creyente justificado. Él era, un hombre justo… (2 Pedro 2: 7). Había defectos en su carácter y pagó caramente por causa de ellos. Entonces no olvidemos que, como Lot, un creyente puede tener muchos defectos, y sin embargo, ser un verdadero cristiano.

a) Sabemos que Lot vivía en una ciudad malvada, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos y sin embargo, él mismo no era inicuo (2 Pedro 2: 8). Ser un hombre justo en Sodoma sólo podía ser por la gracia de Dios. Sin tal gracia sería imposible.

b) Otra evidencia de su carácter era que afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos (2 Pedro 2: 8). La vista del pecado le afligía, le dolía y le hería. Nada explicaría esto sino la gracia de Dios.

c) Otra evidencia más de su carácter es que estaba abrumado por la nefanda conducta de los malvados… cada día (2 Pedro 2: 7). No se acostumbró gradualmente a ver el pecado de manera que comenzara a verlo sin preocupación, como lo hacen muchos. Nuevamente, esto sólo puede explicarse por la gracia de Dios en Lot.

Entonces no lo olviden: Lot era un hijo de Dios.

JC Ryle - Aspectos de la santidad 

  


jueves, 17 de julio de 2014

Cómo mirar al pecado

Un mar de lágrimas es el medio apropiado a través del cual un cristiano debería mirar al pecado.
C. H. Spurgeon – Sermón #834 y Vol. 14

miércoles, 16 de julio de 2014

Lección práctica proveniente del ejemplo de Moisés



 ¿Qué lección práctica podemos aprender del ejemplo de Moisés?
a) Si deseas ser un verdadero cristiano debes elegir el camino de Dios y no el camino del mundo. Tienes que estar preparado para aceptar cosas duras y difíciles, y para rehusar esas cosas fáciles y confortables que no sean la voluntad de Dios. El mundo en nuestro día es como era en el día de Moisés: los corazones de la gente están endurecidos todavía contra Dios, y el pueblo de Dios es todavía despreciado. La pregunta importante es: ¿Quieres ser salvado? Entonces recuerda que has de elegir a quién servirás. Tienes que dejar a los hijos de este mundo. No puedes servir tanto a Dios como al mundo.

¿Estás haciendo tales sacrificios? ¿Te cuesta algo tu religión? ¿Estás dispuesto a renunciar a todo aquello que te impida acercarte a Dios? ¿Hay algo en tu forma de vida que colisiona con tu religión? ¿O has suavizado y redondeado todo en tu religión para que se adapte convenientemente a la manera en que vives? ¡Escudriña y ve!

b) Lo único que te capacitará a elegir a Dios en vez del mundo es la fe. Una religión que ha de sobrevivir tiene que tener un cimiento vivo y no hay ningún otro sino la fe. Tiene que haber una creencia real de que las palabras de Dios son confiables prescindiendo de cuán desagradables pudieran parecer, y que Su camino es correcto y todos los demás son erróneos.

Tienes que aprender que las promesas son mejores que posesiones; que lo que no es visto es mejor que lo que es visto; que la alabanza de Dios es mejor que la alabanza de hombres y mujeres. Entonces y sólo entonces tomarás una decisión como Moisés y preferirás a Dios sobre el mundo. Noé, Abraham, Rut, Daniel, todos ellos actuaron como lo hicieron porque creyeron en Dios, como Moisés.

c) La razón por la cual tantas personas son impías y mundanas es porque carecen de fe. No piensan realmente que lo que Dios dice es verdadero. Hay incluso muchos que se llaman a sí mismos cristianos que no pensarían nunca en hacer lo que hizo Moisés.

Tales personas no creen en el infierno, y por tanto, no huyen de él. No creen en el cielo, y por tanto, no lo buscan. No creen en la culpa del pecado y así no se apartan de él. No creen que necesitan a Cristo y así no confían en Él. No sienten confianza en Dios, y entonces no hacen nada por Él. La fe que no influencia nuestra norma de vida no es verdadera fe.

d) El secreto de hacer grandes cosas para Dios es tener una gran fe. En tu caminar con Dios irás sólo tan lejos como creas y no más allá. Tu paz, paciencia, valor, celo y servicio para Dios no serán más grandes que tu fe en Él.

Cuando lees las vidas de los grandes cristianos del pasado encontrarás que fue su fe la que fue la inspiración de su santidad. Eran tan entregados a la oración porque la oración es la fe hablando con Dios. Eran tan diligentes porque la diligencia es fe en acción. Eran tan valientes porque el valor es fe cumpliendo su deber. Eran santos porque la santidad es fe en el proceso de hacerse visible.

¿Deseas dejar en claro que, como Moisés, tú elijes a Dios y no al mundo? Entonces anda y clama al Señor Jesucristo pidiéndole: ¡Señor, aumenta mi fe! La fe es la raíz de un carácter cristiano verdadero. Si tu raíz es la debida, serás fructífero. Tu prosperidad espiritual será siempre tan grande como tu fe. ¡Toma a Moisés como ejemplo para ti!