sábado, 30 de abril de 2011

Los hombres pueden sostener aquí en la tierra la doctrina que quieran; pero en el cielo no podrán sostener ninguna otra doctrina que la de la rica Gracia Soberana.
C. H. Spurgeon – Sermón no. 318, Vol. 6

miércoles, 27 de abril de 2011

Diario de Spurgeon

14 de Mayo – 1850

En la noche disfruté de un éxtasis de deleite. Parecía transportado, y capaz de volar más allá de los límites de este pobre átomo de tierra. Las realidades espirituales estaban presentes a la vista, mientras que la carne, como el siervo de Abraham, se quedó al pie del monte. ¡Cuánto debo; cuán poco bien merezco, sí, nada en absoluto!

“¡Que Tu gracia, Señor, como un grillete
Ate a mi corazón errabundo!”

¡Bendito sea Tu nombre por siempre! ¡Bendice, alma mía, a Jehová; síguelo de cerca, ámalo y sírvele!

domingo, 24 de abril de 2011

Diario de Spurgeon

13 de Mayo – 1850


Un día de gran misericordia inmerecida. La felicidad no puede existir aquí sin algún hastío. ¡Cuán dulces son los gozos de la religión, de la comunión con Dios! Recibí carta de casa. Todo bien. Yo te doy gracias, Padre, por esas buenas noticias; ¡bendíceme también a mí, oh Padre mío! Quiero consagrarme a Ti; mi más excelso privilegio es ser capaz de entregarme a Ti. Tu servicio es el mayor placer, el más infatigable deleite; quiero, más que nunca, llevar Tu librea, ser conocido como Tu siervo, y convertirme en un de los miembros de Tu pueblo único.




domingo, 17 de abril de 2011

Aspectos de la Santidad

2. ¿Es sabio minimizar, como lo hacen algunos, las muchas exhortaciones prácticas a la santidad que se encuentran en el Sermón del Monte y en la parte final de las epístolas de Pablo?

Ningún creyente bien instruido disputará la necesidad de una caminata cotidiana con Dios y del hábito regular de acudir al Señor Jesucristo en oración y meditación. Pero el Nuevo Testamento no se contenta con enseñarnos en esos términos generales. En lugar de eso, descubrimos que habla de muchos detalles y de cosas particulares.

El uso de nuestras lenguas, de nuestros temperamentos, de nuestras inclinaciones naturales, de nuestra conducta como padres o hijos, jefes o siervos, esposos, esposas, gobernantes, súbditos, de nuestro comportamiento en la enfermedad o en la salud, en riquezas o en pobrezas, todos esos son asuntos sobre los cuales la Biblia nos habla en detalle. La santidad es algo más que lágrimas y suspiros, excitación corporal, pulso acelerado, apego apasionado a algún predicador o grupo religioso. “Es ser hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8: 29); es algo susceptible de ser visto por los demás, en el detalle de nuestro carácter, de nuestros hábitos y de nuestro comportamiento diario.
C. H. Ryle - Aspectos de la Santidad

miércoles, 13 de abril de 2011

Diario de Spurgeon




12 de Mayo – 1850



Uno de los días del Hijo del hombre. ¡Qué felicidad será cuando el día de reposo no termine nunca! Fui a la escuela dominical a las 9, me quedé hasta el servicio de las 10: 30, salí a las 12: 15; escuela dominical a la 1: 45, servicio de las 3 a las 4, y visitas hasta las 5. De esa manera el día ha sido ocupado plenamente. El sermón de la mañana fue sobre 1 Corintios 4: 7. En verdad yo no tengo nada que no haya recibido; no puedo jactarme de una justicia inherente. Si el Señor no me hubiera elegido, yo no lo habría elegido a Él. ¡Gracia! ¡Gracia! ¡Gracia! Todo es por gracia. Yo no puedo hacer nada, yo soy menos que nada; sin embargo, ¡qué diferencia: una vez fui un esclavo del infierno, ahora soy un hijo del Dios del cielo! ¡Ayúdame a caminar de manera digna de mi excelsa y exaltada vocación! Por la tarde, el Salmo 48: 14, “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; él nos guiará aun más allá de la muerte”. No podría desear un mejor Guía, o un Amigo más perdurable; Él me guiará a Su manera.



Señor, no permitas que yo elija el camino, y no permitas que me descarríe por una vereda apartada del prado; ¡sería preferible que me lleves directo a la gloria! Por la noche, Hechos 17: 11. La Palabra de Dios es mi mapa. Señor, dame más de la nobleza de Berea; ¡concédeme Tu gracia para escudriñar las Escrituras, y para ser sabio para vida eterna! Tuyo es el don, yo no podría hacerlo sin Ti. ¡Otra vez quiero entregarme de manera renovada a Ti; ata el sacrificio con cuerdas a los cuernos del altar! ¡No permitas que me aparte de Ti; sostenme firme en Tus clementes brazos! Que Tu omnipotencia sea mi protección, Tu sabiduría mi dirección, Tu gracia mi salvación. “Creo; ayuda mi incredulidad”.




domingo, 10 de abril de 2011

Aspectos de la Santidad - I

Introducción

Durante un buen número de años he experimentado la convicción que la santidad práctica y la completa entrega a Dios de nuestro ser están siendo desatendidas. La piedad ha sido asfixiada por la mundanalidad, la devoción personal a Cristo difícilmente existe y las normas de vida cristiana han sido relajadas. La importancia de “adornar en todo la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito 2: 10), ha sido olvidada.

Es inútil profesar una buena doctrina evangélica a menos que vaya acompañada de una vida santa. La insinceridad de profesar ser un cristiano que cree en la Biblia pero que no vive una vida santa pronto es percibida como una impostura que acarrea desprecio para nuestra religión.

Sin embargo, es de suma importancia que entendamos el tema en su integridad a la luz de la enseñanza de la Biblia. Mi intención en este libro es tratar de explicar lo que la Escritura realmente enseña sobre el tema. Y puesto que hay varias ideas erróneas al respecto que son enseñadas por algunas personas, comienzo por alertarlos acerca de esos errores.

1. ¿Es sabio enseñar, como lo hacen algunos, que la santidad de los creyentes viene por fe únicamente, y de ninguna manera por el esfuerzo personal del creyente?

Ningún cristiano bien instruido negará jamás que la fe en Cristo es el principio de toda santidad. Mientras no creamos en Él, no tenemos ninguna santidad en absoluto. Pero la Escritura nos enseña en verdad que el creyente necesita aplicar un esfuerzo en esta materia, junto con su fe. El mismo apóstol que escribió: “Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios (Gálatas 2: 20), también escribió: “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre (1 Corintios 9: 27). En otros lugares leemos: “Limpiémonos de toda contaminación…” (2 Corintios 7: 1); “Procuremos…” (Hebreos 4: 11); “Corramos con paciencia…” (Hebreos 12: 1).

De acuerdo a la enseñanza de la Escritura, hay una diferencia entre cómo nos justifica la fe y cómo nos santifica. La fe que justifica es una gracia que simplemente confía, reposa, y se apoya en Cristo (Romanos 4: 5). Todos los que simplemente creen, son justificados. La fe santificadora es una gracia que, como el muelle real de un reloj, mueve al creyente hacia la santidad; “lo único que cuenta es la fe que se expresa a través del amor (Gálatas 5: 6). El Nuevo Testamento no habla en ninguna parte de “santidad por fe”. Si bien es cierto que se nos dice que somos justificados por fe sin las obras de la ley, en ninguna parte se nos dice que somos santificados sin las obras de la ley. Por el contrario, aprendemos que, “la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2: 17).

Justificación: Justificar a una persona es declarar que esa persona es justa. Es una palabra legal, esto es, está vinculada con las cortes de justicia; un juez justifica a una persona, declarando que esa persona es justa. Dios justifica a los creyentes sobre la base de lo que Jesucristo hizo por Su pueblo.

J. C. Ryle, Aspectos de la Santidad.

domingo, 3 de abril de 2011

El amor por Cristo es parte de la santidad - III

‘¿Amas verdaderamente a Cristo?’

No basta que me respondas que conoces todas las doctrinas cristianas. La Biblia enseña que no puede haber un verdadero cristianismo sin un sentimiento de amor por Cristo. No es una respuesta satisfactoria que tú desapruebes una religión de sentimientos. Si la religión sólo consistiera en sentimientos, entonces, estaría de acuerdo contigo; pero si dejas fuera todo sentimiento, poco conoces entonces al cristianismo real.

Si no amas a Cristo es porque no sientes estar en deuda con Él, no sientes ninguna obligación para con Él. Sólo hay un remedio para ésto. Necesitas un mejor conocimiento de ti mismo a través de la enseñanza del Espíritu Santo. Debes descubrir cuál es realmente tu naturaleza. Debes descubrir tu culpa y tu vacío a los ojos de Dios. Tienes que suplicar a Dios por tu alma. Lee cómo describe Pablo a la naturaleza humana en los capítulos uno y dos de su carta a los Romanos. Estudia ese pasaje pidiendo la guía del Espíritu Santo, y pronto llegarás a entender qué es lo que quiero decir acerca de estar endeudado con Cristo y estar necesitado de la ayuda de Dios.

Ver tu necesidad de Cristo es el primer paso para amarlo. No amarlo es estar en un inminente peligro de ruina eterna. No seas demasiado altanero para rechazar el consejo que te ofrezco; ¡tómalo y sé salvo!

Hay personas que están seguras de que aman a Cristo. A esas personas les digo: el amor de ustedes es una evidencia del amor de Dios, en Cristo, por ustedes. No amarían a Cristo si Él no hubiera hecho nada por ustedes. Por tanto, no se avergüencen nunca de hacer saber a los demás su amor por Él. Hablen a favor de Él; vivan para Él; trabajen para Él.

J. C. Ryle, obispo de Liverpool. Aspectos de la santidad.

viernes, 1 de abril de 2011

El amor por Cristo es parte de la santidad - II

2. ¿Cómo podemos reconocer el amor por Cristo?

Puesto que no hay salvación sin un amor por Cristo, ésta es una pregunta sumamente importante. Pero no es una pregunta difícil de responder. ¿Cómo sabemos que amamos a alguien? Permítanme mostrarles que el amor por Cristo tiene una manera similar de revelarse que el amor por nuestros amigos y parientes:

a) Si amamos a alguien, nos gusta pensar acerca de esa persona. No la olvidamos, ni necesitamos que nos la recuerden. Viene a nuestra mente muchas veces durante el día. De la misma manera, si amamos a Cristo, entonces, por Su Espíritu, “habita Cristo por la fe en vuestros corazones” (Efesios 3: 17).

b) Si amamos a alguien, nos gusta oír acerca de esa persona. Si su nombre es mencionado, inmediatamente tomamos nota. ¡El afecto es el secreto de una buena memoria, ya sea entre amigos o entre el creyente y Cristo!

c) Si amamos a alguien, nos gusta leer acerca de esa persona y conocer sus actividades. Una carta enviada por un ser amado produce en nosotros mucho placer. Los verdaderos creyentes se deleitan cuando leen las Escrituras porque allí leen acerca de su Salvador.

d) Si amamos a alguien nos gusta agradarle. Investigamos qué le gusta y qué no le gusta, y procuramos actuar de conformidad a eso. Los cristianos hacen también cualquier esfuerzo para agradar a Cristo; descubren en la Biblia cuál es Su voluntad y luego procuran cumplirla.

e) Si amamos a alguien, también simpatizamos con sus amigos. Cuando conocemos a sus amigos no nos sentimos como completos extraños con ellos. Así, como cristianos, todos los amigos de Cristo son nuestros amigos. Amamos al mismo Salvador que ellos aman.

f) Si amamos a una persona, estamos dispuestos a defenderla. No toleramos que hablen mal de ella, antes bien, de inmediato la defendemos. Como cristianos, nos sentiremos ofendidos si oímos que alguien habla mal de Cristo, y necesitamos hablar a favor Suyo.

g) Si amamos a alguien, nos gusta pasar el tiempo con esa persona, y hablar con ella, oír lo que dice, o simplemente estar cerca de ella. Sin importar cuán tímidos y callados seamos con otras personas, no tenemos ningún problema de estar cerca de un buen amigo o de hablar con él. Así, al verdadero cristiano no le resulta difícil hablar con Cristo.

Estas son unas señales por medio de las cuales podemos comprobar el verdadero amor. Todas son cosas sencillas y claras, y fáciles de entender. Úsenlas para examinarse honestamente, y sabrán si sienten un amor por Cristo. Entonces, permítanme hacerles la pregunta que el Señor le hizo a Pedro: ‘¿Amas verdaderamente a Cristo?’

J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad