En el referido mensaje, el pastor Spurgeon nos pide que hagamos una pausa. Tenemos que interrumpir el desarrollo del sermón para escuchar unas cuantas preguntas y tratar de responderlas, como ante Dios, con toda sinceridad. ¿Soy de la Verdad? ¿Es Dios el Señor de mi corazón? Hemos de recordar que la sentencia: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas", es válida desde la perspectiva divina. El Señor no acepta un corazón dividido. Pero desde la perspectiva del corazón artero y traicionero del hombre, se puede servir hasta veinte o más señores.... He aquí al pastor Spurgeon de nuevo:
"Hagamos una pausa aquí. Cristo es rey, un rey por la fuerza de la verdad en un reino espiritual; con este propósito nació; por esta causa vino al mundo. Alma mía, hazte esta pregunta: ¿Ha sido cumplido en ti este propósito del nacimiento y de la vida de Cristo? Si no es así, ¿cuál es el provecho de la Navidad para ti? Los miembros del coro cantarán: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado." ¿Es cierto eso para ti? ¿Cómo podría serlo a menos que Jesús reine en ti, y sea tu Salvador y tu Señor? Los que verdaderamente pueden regocijarse en Su nacimiento son aquellos que le conocen como el Señor de sus corazones, que gobierna su entendimiento por la verdad de su doctrina, su admiración por la verdad de Su vida, y sus afectos por la verdad de Su persona. Para esa gente, Él no es un personaje que deba ser retratado con una corona de oro y un manto de púrpura, como los reyes comunes y teatrales de los hombres, sino ¡Alguien más resplandeciente y más celestial, cuya corona es real, cuyo dominio es incuestionable, que gobierna con verdad y amor! ¿Conocemos a este rey?
sábado, 28 de noviembre de 2009
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