miércoles, 23 de septiembre de 2009

Diario de Spurgeon

10 de Abril – 1850

Estoy mucho mejor de salud. Aparte del infierno, todo es misericordia. ¡Cuán pequeña es mi esfera y, sin embargo, cuán grandioso Ser condescendió a determinar mi estado antes de que yo tuviera el ser! Todas las cosas son ordenadas por Dios. Bendito sea su nombre. Aunque me matare, en Él esperaré. El pecado es limpiado en su totalidad por la sangre de Jesús. Vendrán pronto dudas y temores. “Deseo de mi alma”, prepárame para enfrentarlos. La presencia del Señor no se ha apartado todavía; si yo tuviese la lengua de un arcángel no podría alabarle lo suficiente por esto. Espero que todo esté bien en casa con mi querida madre; debo esperar pronto la cruz. “El que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí”.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Entrevista con George Müeller

Seguimos comentando una entrevista que el pastor Charles R. Parsons sostuvo con el siervo de Dios, George Müeller, un cristiano de muchísima fe.

Nos informa el pastor Parsons: "Le pregunté si pasaba mucho tiempo de rodillas".
-Varias horas todos los días. Pero vivo en espíritu de oración; oro al caminar, oro al acostarme y cuando me levanto. Y las respuestas siguen siempre llegando. Mis oraciones han sido contestadas decenas de miles de veces. En cuanto estoy persuadido de que algo es correcto, sigo orando hasta que llega la respuesta. ¡Nunca me doy por vencido!
"Estas palabras fueron dichas en un tono jubiloso. Había en ellas una nota de triunfo, y su rostro brillaba con un gozo santo. Se había levantado de su asiento al decirlas, y caminó hacia un costado de la mesa."
-En respuesta a mis oraciones, miles de almas han sido salvadas -continuó-. Me encontraré con miles de ellas en el cielo.
"Hubo otra pausa. Yo guardé silencio, y el señor Müeller continuó:
-Lo más importante y principal es no darse por vencido hasta que llegue la respuesta. Hace cincuenta y dos años que oro por la salvación de dos hombres, hijos de un amigo de mi juventud. Todavía no se han convertido, ¡pero lo harán! ¿Cómo podría ser de otra manera? Está la promesa inmutable de Jehová, y en eso confío. La falla grande de los hijos de Dios es que no perseveran en la oración; no siguen orando; no perseveran. Si anhelan algo para la gloria de Dios, deben orar hasta que lo consigan.
"Le conté algunas de las cosas que a mí me desalentaban, y le expresé la esperanza de ser utilizado por Dios más que nunca.
-Y será utilizado por Dios, hermano mío, -exclamó. ¡Dios mismo lo bendecirá! ¡Siga trabajando!
"Luego oró por mí. Su oración fue breve y sencilla. Poniéndose de rodillas, dijo:
-¡Oh Señor, mira ahora a este tu querido siervo y bendícelo más y más, más y más, más y más!
¡Y guía con Tu gracia su pluma en lo que escribirá en cuanto a esta Tu obra y nuestra conversación de hoy! Te lo pido por los méritos de tu amado Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡Amén!

Este es otro grandioso ejemplo, proveniente de un notable siervo de Dios, de una oración breve.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Declaraciones de George Müeller

Me he visto frente a muchos desalientos, pero en cada circunstancia he confiado en Dios. ¡Mi alma ha descansado en las palabras de promesa de Jehová! ¡Oh, es bueno confiar en Él; Su Palabra nunca vuelve a nosotros vacía! "Él da fuerza al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna" (Isaías 40: 29). Esto se aplica también a mis obras públicas. Hace sesenta y dos años prediqué un sermón deficiente, seco, infructuoso, que no me proporcionó ningún consuelo a mí y, según imaginaba, no sirvió de ningún consuelo para los demás. Pero mucho tiempo después me llegaron noticias de 19 casos diferentes de bendiciones como resultado de aquel sermón.

Comentario de George Müeller hecho al pastor Charles R. Parsons. Publicado como 'An hour with George Müeller - The Man of Faith to Whom God gave Millions

sábado, 12 de septiembre de 2009

Diario de Spurgeon

8 de Abril – 1850

Salí a caminar después del desayuno. Nunca vi más claramente la soberanía de la voluntada de Dios. Él me ha llamado, entonces, me siento seguro de que me llevará a la gloria. No me siento bien. Oh Dios de gracia, llévame a casa cuando te plazca. Se trata de “Misericordia, misericordia, misericordia”, de principio a fin.

9 de Abril – 1850

Hoy me siento feliz otra vez; si tales días continúan, la tierra y el Cielo no serán sino un solo ente; pero, ¿qué he escrito? Yo sé que he pecado en este día; en el Cielo, no podré pecar. ¡Oh, ser santo, ser como Dios! Confío que un día lo seré. Oh gloriosa hora, oh morada bienaventurada cuando esté cerca de mi Dios y sea semejante a Él. Jesús, ¿cómo podría olvidarte jamás a Ti, que eres la vida de mis deleites? ¡Sosténme por Tu Espíritu libre y derrame en mí más amor por Ti! A duras penas puedo orar, mas, ¡oh Dios mío, recuerda a A____! ¡Oh, que pudiera hacer más por Dios! “Por gracia sois salvos”.

martes, 8 de septiembre de 2009

La anécdota del mendigo

Un hombre tocó a la puerta de mi casa hace algún tiempo solicitando una caridad; se trataba de un mendigo arrogante, no me cabe la menor duda. Pensando que los harapos del hombre y su pobreza eran reales, le di un poco de dinero, algunas de mis ropas, y un par de zapatos. Después que se cambió la ropa y se marchó, pensé: “Bien, después de todo, muy probablemente no te hice ningún favor, pues ahora no vas a recibir tanto dinero como antes, ya que no te verás como un sujeto tan desvalido”. Sucedió que salí de casa como un cuarto de hora más tarde, y vi a mi amigo, pero ya no llevaba los vestidos que yo le había dado; vamos, habría arruinado yo su negocio si le hubiera podido convencer para que mantuviera una apariencia respetable. El mendigo había sido lo suficientemente listo para deslizarse debajo de un pasaje abovedado donde se quitó la buena ropa y se visitó nuevamente con sus harapos. ¿Lo culpé por eso? Sí, por ser un pillo, pero no lo culpé por seguir haciendo su negocio con el atuendo adecuado. El hombre no hacía sino llevar su librea apropiada, pues los harapos son la librea del mendigo. Entre más harapiento se viera, más obtendría. Lo mismo sucede con ustedes. Si van a ir a Cristo, no lleven con ustedes sus buenas acciones ni sus buenos sentimientos, pues no obtendrían nada; vayan en sus pecados, pues son su librea. Su ruina es su argumento para alcanzar misericordia; su pobreza es la razón por la que piden las limosnas celestiales, y su necesidad es la excusa para la bondad celestial. Vayan tal como están, y dejen que sus miserias argumenten a favor de ustedes.
Sermón No.715, C. H. Spurgeon


lunes, 7 de septiembre de 2009

Diario de Spurgeon

Diario

6 de Abril - 1850

He tenido un día bienaventurado de refrigerio procedente del Señor y de la gloria de Su rostro. Recorrí el distrito asignado a mi cargo, y conversé con varias personas. Confío que el Señor está obrando aquí. Estuve reflexionando seriamente acerca del bautismo. “Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación”.

7 de Abril – 1850

No me he sentido bien; el cuerpo abate al alma. Escuché la predicación del señor S. sobre Génesis 22: 8; no pude absorberla con mi corazón pues mi dolor de cabeza no me lo permitió. El arminianismo no va conmigo. Si tuviese que soportar por largo tiempo esta pesadez, difícilmente podría vivir. Por la noche, no pude asistir a escuchar el sermón, pero me sentí más contento por no hacerlo. Me deleité todo el tiempo con esta estrofa:

“Cuando me remonto a mundos desconocidos,
Y te veo en el trono de Tu juicio
¡Roca Eterna!, escondedero para mí,
He de ocultarme en Ti”.

No puedo imaginar cómo el señor S. pueda decir que cree que Esaú fue convertido, si el Señor dice: “A Esaú aborrecí”.

Sobre el nacimiento nuevo

La vida no sale de quienes predican la palabra, sino que es colocada por el Espíritu Santo dentro de la palabra predicada por ustedes. La vida no está en la mano del predicador, sino en el hombre mismo que es conducido a asirse de la verdad por el Espíritu de Dios. La salvación no proviene de la autoridad personal del predicador, sino que viene a través de la convicción personal, de la fe personal y del amor personal del oyente.
"Explícame el nuevo nacimiento," pide alguien. Mi respuesta es: "experimenta el nuevo nacimiento, y así sabrás lo que es." Hay secretos en los que no podemos adentrarnos, pues su luz es demasiado intensa para que los ojos de los mortales la puedan tolerar. Oh, hombre, tú no puedes volverte omnisciente, pues eres una criatura y no el Creador.
C. H. Spurgeon, sermón no. 1603

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Un golpe propinado a la justicia propia

Sólo déjame decir una frase solemne que puedes rumiar a placer. Si confías en tu fe y en tu arrepentimiento, estarás tan perdido como si confiases en tus buenas obras o confiases en tus pecados. El cimiento de tu salvación no es la fe, sino Cristo; no es el arrepentimiento, sino Cristo. Si yo confío en mi confianza en Cristo, estoy perdido. Mi tarea es confiar en Cristo; apoyarme en Él; depender, no en lo que el Espíritu ha hecho en mí, sino en lo que Cristo hizo por mí, cuando colgó realmente en el madero. Ahora, has de saber que cuando Cristo murió, cargó con los pecados de todo Su pueblo sobre Su cabeza y allí y entonces todos ellos cesaron de existir. En el momento en que Cristo murió, los pecados de todos Sus redimidos fueron borrados. Él sufrió entonces todo lo que ellos debieron sufrir; Él pagó todas sus deudas; y sus pecados fueron real y positivamente alzados de sus hombros en aquel día y puestos en Sus hombros, pues “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”. Y ahora, si tú crees en Jesús, no queda ningún pecado en ti, pues tu pecado fue puesto en Cristo; Cristo fue castigado por tus pecados antes de que fueran cometidos.
Sermón no.350 C. H. Spurgeon

martes, 1 de septiembre de 2009

Un golpe asestado a la justicia propia

Entiéndanme, lo que digo lleva toda mi intención. No quiero que piensen que hablo incautamente ahora. Cristo dijo de los fariseos de tiempos antiguos precisamente lo mismo que acabo de decir de ustedes. Los fariseos eran buenos y excelentes a su manera, pero, dijo el Señor: los publicanos y las rameras entran en el reino de Dios delante de ustedes, porque ustedes quieren irse por el camino equivocado, mientras que los pobres publicanos y las rameras fueron conducidos a seguir el camino correcto. Los fariseos que iban por todas partes para hacer una justicia propia, no se sometieron a la justicia de Cristo; el publicano y la ramera, sabiendo que no poseían nada de lo cual vanagloriarse, venían a Cristo y le tomaban como era, y entregaron sus almas para ser salvadas por Su gracia. ¡Oh, que podamos hacer lo mismo!, pues hasta que desechemos la justicia propia, estamos en un estado de condenación, y de agonía, y la sentencia debe ser ejecutada en nosotros por los siglos de los siglos.
Sermón no.350 - de Charles Haddon Spurgeon

Un golpe asestado a la justicia propia

¡Ah, alma!, yo no sé quién seas, pero si cuentas con alguna justicia propia, eres un alma desprovista de gracia. Si tú has dado todos tus bienes para alimentar a los pobres; si has construido muchísimos santuarios y has andado rodando con abnegación entre las casas de la pobreza para visitar a los hijos e hijas de la aflicción; si has ayunado tres veces a la semana; si tus oraciones han sido tan largas que tu garganta ha enronquecido por causa de tus clamores; si tus lágrimas han sido tantas que tus ojos se han quedado ciegos por causa de llanto; si tus lecturas de la Escritura han sido tan largas que el aceite de media noche ha sido consumido en abundancia; si, afirmo, tu corazón ha sido tan tierno hacia el pobre y el enfermo y el necesitado que habrías estado dispuesto a sufrir con ellos, a soportar todas sus repugnantes enfermedades, es más, si sumado a todo eso, entregaras tu cuerpo a las llamas, pero confiaras en cualquiera de estas cosas, tu condenación sería tan segura como si fueras un ladrón o un borracho.
Tomado del sermón no. 350 de Charles Haddon Spurgeon, que lleva el título de este comentario.