viernes, 21 de diciembre de 2012

Una oportuna reflexión para el fin del año



¿Qué han hecho algunos de ustedes este año? Me temo, hermanos cristianos, que algunos de ustedes han hecho muy poco. Bendito sea Dios porque hay muchos corazones fervientes en medio de ustedes; no todos ustedes están dormidos; hay algunos que se esfuerzan con ambas manos por hacer la obra de su Señor, pero incluso ustedes mismos no son tan entregados como deberían serlo. El predicador se incluye en esa lista confesando con tristeza que no predica como desearía predicar. Oh, si tuviera las lágrimas y los clamores de Baxter, o el ferviente celo seráfico de Whitefield, mi alma estaría muy contenta, pero, ¡ay!, nosotros predicamos fríamente sobre temas ardientes, y descuidadamente sobre asuntos que deberían hacer que nuestros corazones fueran como llamas de fuego. Pero yo pregunto, hermanos, ¿acaso no hay hombres y mujeres aquí, miembros de esta iglesia, que no están haciendo nada por Cristo? Ningún alma ha sido salvada por ustedes este año y Cristo no ha sido honrado por ustedes. Ninguna joya ha sido colocada en Su corona. ¿Para qué han vivido, si inutilizan la tierra? ¿Para qué están en la iglesia, ustedes, que son árboles estériles? Oh, ustedes que hacen tan poco por Él, que Dios haga que se humillen delante de Él, y que comiencen el próximo año con esta determinación: que conociendo los terrores del Señor, persuadirán a los hombres y trabajarán arduamente y se esforzarán por llevar a los pecadores a la cruz de Cristo. 
C. H. Spurgeon - El Fin del Pecador

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