j) Las personas santas son gente humilde, estimando
siempre a los demás por encima de ellas mismas. Tales personas siempre verán un
mayor mal en sus propios corazones que en las vidas de otros. Saben lo que Abraham
tenía en mente cuando dijo: “Soy polvo y
ceniza” (Génesis 18: 27), y Jacob, cuando dijo: “Menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has
usado para con tu siervo” (Génesis 32: 10), o Pablo, cuando dijo: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a
los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1: 15).
k) Las personas santas son fieles y confiables en el cumplimiento de sus deberes
y en sus relaciones. “Y todo lo que
hagáis, hacedlo de corazón como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses
3: 23) escribió Pablo a la iglesia de Colosas. Los seres santos deberían
procurar hacer todo bien: ser buenos esposos, buenas esposas, buenos padres,
buenos hijos, buenos en lo privado, buenos en lo público, buenos en el trabajo y
buenos en el hogar. La santidad vale poco si no llega ni siquiera a esto.
l) Finalmente, las personas santas son gente orientada a
lo espiritual. Reconocen que esta vida es una preparación para la vida en el
cielo. Esto significa que son capaces de aceptar que las únicas cosas de
verdadero valor en este mundo son aquellas que nos hacen idóneos para el mundo
venidero.
Hemos considerado el carácter de quienes son llamados
correctamente ‘santos’. Pero ningún creyente ha de desanimarse por una lista
semejante de propósitos. La santidad sólo se alcanza con mucho esfuerzo. El
crecimiento en santidad trae consigo una conciencia amplificada del pecado. La
santificación es siempre una obra progresiva; en el mejor de los casos es una
obra imperfecta. Los santos más santos pudieran tener muchas fallas a los ojos
de Dios. ¡La luz nunca brillará sin algunas nubes e incluso el sol mismo tiene
manchas en su faz!
Pero aunque aceptamos el lado débil y pecaminoso de la
naturaleza humana, el cuadro de la santidad dado aquí sigue siendo la meta de
todo creyente. Es aquello por lo que se esfuerzan, aunque no sea lo que son.
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad
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