Entonces, amados, todos aquellos
que son creyentes en Cristo, que son conocidos por los hombres por su
excelencia de carácter, -en tanto que Dios los conoce por haberlos escogido por
Su gracia- son conducidos a tiempo a ejercer sus privilegios a través del nuevo
nacimiento que es obrado en ellos por el Espíritu Santo. Si sólo nacemos una
vez, hemos de morir dos veces; pero si nacemos dos veces, morimos una sola vez,
y después de esa única muerte, que no es realmente muerte, entramos en la vida
eterna. La regeneración nos hace en realidad los hijos de Dios, justo como la
adopción nos hizo virtualmente hijos de Dios. Por la regeneración, nos volvemos
real y verdaderamente herederos de Dios, y coherederos con Cristo; y nuestro
derecho al cielo, a todas las bendiciones del pacto de la gracia y a las
promesas de Dios, surge de este nuevo nacimiento celestial. El cielo es la
herencia de los hijos de Dios; no es una posesión comprada con su dinero, o
ganada por cualesquiera obras que hubieren realizado. Esta herencia es el
derecho de nacimiento de todos los que han nacido de nuevo, nacidos de arriba;
así que la pregunta que debe hacerse cada uno de nosotros es: “¿He
experimentado este nuevo nacimiento?” “El que no naciere de nuevo, no puede ver
el reino de Dios”. “Lo que es nacido de la carne, carne es”, y es sólo carne;
“y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es”; y como el cielo y todas las
otras bendiciones del pacto son espirituales, no podemos poseerlas hasta que
nosotros mismos seamos “nacidos del Espíritu”.
C. H. Spurgeon - Sermón#3206 -La Iglesia de los Primogénitos
1 comentario:
Es verdad y el nacimiento del Espíritu viene de arriba, De Dios, De Cristo, Del Espíritu, que Dios en su grande misericordia nos haga partícipes hasta la eternidad y podamos ver su reino y amarlo.
Te saludo Alan, y te mando un abrazo.
Andrea
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