A
duras penas he sido capaz de salir de los Evangelios y de las Epístolas; y he
de dejar ese profundo libro del Apocalipsis, con sus aguas en las que hay que
nadar, a mentes más instruidas. “Bienaventurado el que guarda las palabras de
la profecía de este libro”; a esa bendición quiero aspirar, pero todavía no
puedo presumir que pueda interpretarla.
C. H. Spurgeon - Sermón #1778
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