CRECIMIENTO
“Creced en la gracia
y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 3: 18).
Este es un asunto vital para aquellos que toman con
seriedad su compromiso a la santidad. Necesitan preguntarse algunas veces:
‘¿Estoy progresando en mi religión? ¿Crezco? Tal vez los días de cumpleaños, o
en Navidad, o antes de participar en la cena del Señor sean tiempos apropiados
para un tal autoexamen. Hay tres puntos acerca de este crecimiento espiritual
que deseo enfatizar.
1. La realidad del crecimiento en la
espiritualidad
Hay tal cosa como un crecimiento en la gracia. Al decir
esto, quisiera dejar bien claro que no me refiero a que nosotros, por nuestros
propios esfuerzos, podamos marcar alguna diferencia en cuanto a nuestra
justificación a los ojos de Dios. No podemos ser más perdonados jamás, más absueltos,
más justificados de lo que somos en el primer momento en que creemos. El
crecimiento al que me refiero es un crecimiento en las gracias que nos son
dadas por el Espíritu Santo: nuestro arrepentimiento, nuestra fe, esperanza,
amor, humildad, celo y valor. Nosotros podemos, y debemos, realizar un continuo
progreso espiritual por medio del crecimiento en cada una de estas gracias.
La
Biblia
enseña el crecimiento en la gracia. “Vuestra
fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los
demás (2 Tesalonicenses 1: 3). “Llevando
fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios (Colosenses
1: 10). “Y esto pido en oración, que
vuestro amor abunde aun más y más (Filipenses 1: 9). Y hay muchas más
exhortaciones como esas.
Pero la experiencia personal confirma también que la
posibilidad de crecimiento en la gracia es un hecho. La diferencia entre el
grado de fe y conocimiento al principio de la conversión, y lo que es cierto
después de algunos años de caminar con el Señor, es evidencia en sí misma de
que ha habido un crecimiento. Quiero enfatizar que este asunto del crecimiento
involucra nuestros mejores intereses. Por ejemplo:
a) Crecer en la gracia es la mejor evidencia de salud espiritual.
Cualquier ser que tiene vida demuestra su salud por medio de un consistente
progreso en el crecimiento. Lo que no crece no está vivo.
b) Crecer en la gracia es una manera de ser felices en
nuestra religión. Hay un vínculo entre nuestra confort y nuestra santidad. El
creyente que siente el mayor gozo y paz por creer y que tiene el más claro
‘testimonio del Espíritu’ en su corazón (Romanos 8: 16) es el creyente que está
creciendo espiritualmente.
c) Crecer en la gracia es un secreto de nuestra utilidad
para otros. Nuestra influencia sobre otros depende grandemente de lo que ven en
nosotros. El creyente que pone al mundo a pensar es el creyente que está
mejorando continuamente y que está avanzando.
d) Crecer en la gracia agrada a Dios. Pudiera parecer
notable que algo que hagamos pueda agradar a Dios. Pero Jesús les dijo a Sus
discípulos: “En esto es glorificado mi
Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos (Juan 15: 8). El Señor se agrada en todo Su pueblo, pero
especialmente en aquellos que crecen espiritualmente.
e) Pero sobre todo lo demás, démonos cuenta de que crecer
en la gracia no sólo es posible, sino que es algo por lo cual tenemos que
rendir cuentas. ¿De quién es la culpa si un creyente no crece? Claramente no es
la culpa de Dios. Los creyentes tienen un deber de de crecer. El descuido del
crecimiento le roba al creyente sus privilegios, contrista al Espíritu, y
embota el alma. Nosotros mismos hemos de ser culpados, y nadie más, si no
estamos creciendo espiritualmente.
Aspectos de la Santidad - J. C. Ryle
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