domingo, 17 de noviembre de 2013

Crecimiento

CRECIMIENTO

“Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 3: 18).

Este es un asunto vital para aquellos que toman con seriedad su compromiso a la santidad. Necesitan preguntarse algunas veces: ‘¿Estoy progresando en mi religión? ¿Crezco? Tal vez los días de cumpleaños, o en Navidad, o antes de participar en la cena del Señor sean tiempos apropiados para un tal autoexamen. Hay tres puntos acerca de este crecimiento espiritual que deseo enfatizar.

1.   La realidad del crecimiento en la espiritualidad

Hay tal cosa como un crecimiento en la gracia. Al decir esto, quisiera dejar bien claro que no me refiero a que nosotros, por nuestros propios esfuerzos, podamos marcar alguna diferencia en cuanto a nuestra justificación a los ojos de Dios. No podemos ser más perdonados jamás, más absueltos, más justificados de lo que somos en el primer momento en que creemos. El crecimiento al que me refiero es un crecimiento en las gracias que nos son dadas por el Espíritu Santo: nuestro arrepentimiento, nuestra fe, esperanza, amor, humildad, celo y valor. Nosotros podemos, y debemos, realizar un continuo progreso espiritual por medio del crecimiento en cada una de estas gracias.

La Biblia enseña el crecimiento en la gracia. “Vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás (2 Tesalonicenses 1: 3). “Llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios (Colosenses 1: 10). “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más (Filipenses 1: 9). Y hay muchas más exhortaciones como esas.

Pero la experiencia personal confirma también que la posibilidad de crecimiento en la gracia es un hecho. La diferencia entre el grado de fe y conocimiento al principio de la conversión, y lo que es cierto después de algunos años de caminar con el Señor, es evidencia en sí misma de que ha habido un crecimiento. Quiero enfatizar que este asunto del crecimiento involucra nuestros mejores intereses. Por ejemplo:

a) Crecer en la gracia es la mejor evidencia de salud espiritual. Cualquier ser que tiene vida demuestra su salud por medio de un consistente progreso en el crecimiento. Lo que no crece no está vivo.

b) Crecer en la gracia es una manera de ser felices en nuestra religión. Hay un vínculo entre nuestra confort y nuestra santidad. El creyente que siente el mayor gozo y paz por creer y que tiene el más claro ‘testimonio del Espíritu’ en su corazón (Romanos 8: 16) es el creyente que está creciendo espiritualmente.

c) Crecer en la gracia es un secreto de nuestra utilidad para otros. Nuestra influencia sobre otros depende grandemente de lo que ven en nosotros. El creyente que pone al mundo a pensar es el creyente que está mejorando continuamente y que está avanzando.

d) Crecer en la gracia agrada a Dios. Pudiera parecer notable que algo que hagamos pueda agradar a Dios. Pero Jesús les dijo a Sus discípulos: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos (Juan 15: 8). El Señor se agrada en todo Su pueblo, pero especialmente en aquellos que crecen espiritualmente.

e) Pero sobre todo lo demás, démonos cuenta de que crecer en la gracia no sólo es posible, sino que es algo por lo cual tenemos que rendir cuentas. ¿De quién es la culpa si un creyente no crece? Claramente no es la culpa de Dios. Los creyentes tienen un deber de de crecer. El descuido del crecimiento le roba al creyente sus privilegios, contrista al Espíritu, y embota el alma. Nosotros mismos hemos de ser culpados, y nadie más, si no estamos creciendo espiritualmente.  
Aspectos de la Santidad - J. C. Ryle 



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