Al final
del sermón “Dos Clases de Oidores” se encuentra la siguiente leyenda que es tan
válida para hoy como lo era para los tiempos del pastor Spurgeon:
“Si
quienes se benefician de estos sermones promovieran su circulación pudieran
hacer tanto bien como si ellos mismos predicaran. El predicador se sentiría
grandemente animado si al regresar a su púlpito encontrara que la circulación
de los sermones ha aumentado sustancialmente. Una palabra juiciosa puede ganar
un nuevo suscriptor para quien la lectura podría ser útil. ¿No sería para
muchos de nuestros lectores un fácil y eficiente modo de servicio cristiano la
distribución y la propagación de los sermones?”
Ánimo,
lectores, difundan por todos los medios que puedan el sitio de los sermones de
Charles Haddon Spurgeon.
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