¡Oh! Cuán feliz sería cualquier pastor cuyo pueblo fuera tan piadoso, tan unido, tan generoso, tan perseverante, tan devoto, tan lleno de fe y del Espíritu Santo, que por todos lados se hablara de ellos, y por ellos, por su conducta, la Palabra de Dios resonara en otras partes. Asegúrense de eso, hermanos míos, asegúrense de eso. Dios nos ha colocado donde somos observados por muchos. Denles algo para observar que sea valioso. Con los ojos de una multitud de testigos sobre nosotros, corramos con paciencia la carrera que nos es asignada.
Sermón #3551 - C. H. Spurgeon.
domingo, 9 de mayo de 2010
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