¡Oh! Bendito es ese hombre para quien nuestro Evangelio llega con el Espíritu Santo. Amados, no nos admira si las personas se burlan del Evangelio en sí mismo, o si otros lo oyen y no son conmovidos por él, porque el Evangelio en sí mismo es como una espada sin el brazo de un guerrero que la sostenga. Pero cuando el Espíritu de Dios viene, el hombre ya no duda más. Es cuando Él coloca la verdad en el corazón (de manera que alma y espíritu, articulación y médula, se sumergen en ella) que los hombres son convencidos, convertidos, salvos, y la verdad es para ellos ciertamente una cosa viva. Rueguen, oh amados miembros de esta iglesia, rueguen porque la palabra de Dios, nuestro evangelio, pueda venir en el Espíritu Santo.
Sermón #3551 - El Evangelio nos llegó en poder.
domingo, 9 de mayo de 2010
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