sábado, 20 de junio de 2009

Cartas desde el sufrimiento - No.33

Menton
22 de Diciembre de 1887

Queridos amigos:

Después del primer domingo de 1888, espero ver nuevamente sus rostros, y confío llevarles conmigo un mensaje de mi Señor.

Mi reposo me ha sido muy útil, mayormente porque me ha colocado lejos de la escena inmediata de un conflicto más bien acalorado. Tal vez los pensamientos de los hombres sobre los serios asuntos involucrados no empeorarán por una pequeña espera. En cuanto a mí, no he hablado sin la debida consideración, y, por tanto, he escogido mi terreno, y, por la gracia de Dios, lo defenderé contra todos los que se presenten, en espíritu de amor y de verdad, pero, ciertamente, sin vacilación alguna. Continúen sus oraciones importunas por mí.

Estoy muy preocupado por nuestro invaluable amigo, el señor William Olney. En otras ocasiones lo hemos rescatado con nuestras oraciones de las puertas de la tumba; supliquemos de nuevo por su restauración. ¡Oh Señor, prolonga la vida de tu amado siervo, pues le necesitamos grandemente!

Les deseo unas Navidades santas y felices en compañía de mi amado y estimado hermano, el señor Davies. Él es, en verdad, mi compañero de fatigas. Confío que su fuego galés logre calentar por lo menos sus corazones aunque no logre hacerlo con sus cuerpos. Hoy puedo divisar la nieve desde mi ventana, y el clima es frío y lluvioso, de tal forma que necesitamos encender la chimenea; pero esto es sólo, espero, por un día o dos, y luego gozaremos de un sol veraniego de nuevo. Si no fuera así, de todas formas me hará adaptarme a mi regreso.

Por favor tomen nota de que el sermón que lleva el número dos mil saldrá la próxima semana. Estoy especialmente agradecido al Señor por dejarme vivir tanto tiempo, y permitirme publicar un sermón semanal durante tantos años.

Deseo enviar un amor caluroso a toda mi amada iglesia y a mi congregación.

‘Estad así firmes en el Señor, amados’.

Suyo en vida eterna.

C. H. Spurgeon

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