Anoche grabé el sermón no.2013, “La Infalibilidad de la Escritura”, y mientras lo grabábamos, muchos párrafos me impactaron, de manera renovada, por la profundidad de sus pensamientos. Traducir un sermón implica repetir su lectura unas tres o cuatro veces. Sin embargo, cuando vuelvo a leer los sermones tiempo después, percibo algunas nuevas perspectivas, algunas aristas ocultas, que se descubren con fuerza. Una de las características que más me sorprende de la predicación del pastor Spurgeon es su actualidad. Todos estos pensamientos que publico a continuación, son frases independientes, tomadas aleatoriamente del sermón, pero que constituyen una buena sustancia para una prolongada meditación:
“En lo relacionado a la verdad de Dios somos mayordomos, y debemos tratar con la tesorería del Señor, no según los lineamientos de caridad hacia las opiniones humanas, sino según la regla de fidelidad al Dios de la verdad. Somos intrépidos cuando declaramos con pleno convencimiento aquello que el Señor revela”.
“Cuando hablamos en el nombre del Señor en contra del error, nosotros no suavizamos nuestros tonos; más bien salen de nuestras bocas descargas de rayos”.
"Está escrito" es el gran cañón que silencia todas las baterías del pensamiento del hombre. Los que hablan en el nombre de Jehová, el Dios de Israel, deben hablar valerosamente.
“Hermanos, si alcanzamos una correcta comprensión de la verdad del Evangelio, (ése "La boca de Jehová lo ha dicho") nos moverá a proclamarla con mayor ardor y celo. No repetiríamos monótonamente el Evangelio a un puñado de personas adormecidas”.
“Yo me maravillo que Dios haya hablado por los profetas; pero me admira todavía más que haya escrito Su palabra en blanco y negro, en lenguaje inequívoco que puede ser traducido a todas las lenguas, de tal forma que todos podemos ver y leer por nosotros mismos lo que Dios el Señor nos ha dicho, y lo que, ciertamente, continúa diciendo; pues, lo que ha dicho, todavía nos lo dice a nosotros, de manera tan fresca como si lo hubiera expresado por primera vez”.
Cuando yo subo a este púlpito para predicar el Evangelio, nunca siento que puedo invitarlos con toda la calma a prestar atención a un tema que es uno entre muchos, y que puede ser abandonado por algún tiempo, con toda propiedad, si sus mentes ya estuvieran ocupadas en otra cosa. No; ustedes podrían morir antes que yo tuviera la oportunidad de hablar con ustedes de nuevo, y por lo tanto yo solicito una atención inmediata. No temo estarlos distrayendo de otros asuntos muy importantes cuando los invito a que presten atención a eso que la boca del Señor ha dicho; pues ningún otro asunto tiene una importancia intrínseca comparable con esto: éste es el tema supremo. Se trata de tu alma, de tu propia alma, de tu alma eterna, y es tu Dios Quien te está hablando. Te suplico que lo escuches. Yo no te estoy pidiendo un favor cuando te pido que oigas la Palabra del Señor: es una deuda que tienes con tu Hacedor y que estás obligado a pagar. Sí, y además, se trata de amabilidad hacia ti mismo. Inclusive desde una perspectiva egoísta, yo los insto a que oigan lo que la boca de Jehová ha dicho, pues en su Palabra hay salvación. Presten atención con diligencia a lo que su Hacedor, su Salvador, su mejor amigo, tiene que decirles. "No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación," sino que "Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma." "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios."
viernes, 23 de abril de 2010
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