El martirio se convirtió en el distintivo característico de los anabaptistas. Entre aquellos que murieron por su fe a manos de las autoridades, hubo un sinnúmero de dignos testigos, a menudo desconocidos, inolvidables. Empero, no hubo ninguno que superara a Michael Sattler a la hora de la muerte. Su testimonio superlativo se convirtió en un símbolo de la fidelidad anabaptista a los ojos del mundo del siglo 16, doquiera que la historia de su heroico martirio encontró una audiencia.
En un día de primavera, en Mayo de 1527, Michael Sattler fue sentenciado a muerte en la ciudad imperial de Rottenburg, junto al río Neckar. La sentencia decía:
“Michael Sattler será entregado al verdugo. Éste lo llevará a la plaza y allí le cortará primero la lengua, y luego lo atará firmemente a una carreta y allí, con tenazas de hierro calentadas al rojo vivo, arrancará dos veces trozos de su cuerpo. Luego, de camino al sitio de la ejecución repetirá la operación cinco veces más, como la primera vez, y luego quemará su cuerpo hasta convertirlo en cenizas por ser un hereje superlativo.”
La sentencia fue leída el 18 de Mayo de 1527. Dos días después, el 20 de Mayo, fue ejecutado.
La tortura, preludio de su ejecución, comenzó en la plaza de la ciudad, donde se le cortó a Sattler un pedazo de su lengua. Luego arrancaron rebanadas de su cuerpo, utilizando unas tenazas de hierro calentadas al rojo vivo. De camino a la escena de la ejecución, las tenazas fueron utilizadas cinco veces más para desgarrar su cuerpo. En la plaza y en el propio sitio de la ejecución, capaz de hablar todavía, el inconmovible Sattler oró por sus perseguidores. Después de ser atado con cuerdas a una escalera y ser empujado al fuego, Michael exhortó a la gente, a los jueces, y al alcalde de Rottenburg a que se arrepintieran y fueran convertidos. Luego oró: “Dios todopoderoso y eterno, Tú eres el camino y la verdad: como no se ha demostrado que estoy en el error, quiero dar testimonio en este día de la verdad, con Tu ayuda, y sellarla con la verdad”.
Tan pronto como se quemaron las cuerdas que ataban sus manos, Sattler alzó el dedo índice de ambas manos, dando así la señal prometida a sus hermanos de que la muerte de un mártir era soportable. Entonces, la multitud que se había congregado para presenciar la ejecución escuchó esta plegaria que brotaba de sus labios chamuscados: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.”
Otras tres personas fueron ejecutadas. Después de múltiples y vanos intentos para obtener una retractación de la fiel esposa de Sattler, ella fue martirizada 8 días después, siendo ahogada en el río Neckar.
Michael Sattler (1490-1527)
Fue un importante líder y un evangelista de los Hermanos Suizos, y su área de actividad fue la Selva Negra. Había sido prior de un monasterio benedictino en Friburgo, pero abandonó el monasterio a raíz del impacto de la ‘Revolución campesina’. Se unió a los anabaptistas a fines de 1526. Presidió la conferencia secreta que tuvieron los anabaptistas en Schleitheim en 1527, que adoptó la así llamada Confesión de Schleitheim, la primera confesión en la historia de los anabaptistas. Trataba primordialmente con temas de discipulado y orden de vida de la nueva comunidad.
Poco después de la conferencia fue arrestado conjuntamente con varios más y llevado a juicio en Rottenburg. La crónica de su juicio y de su ejecución es uno de los más famosos relatos sobre los mártires anabaptistas. El juicio demostró que era un individuo altamente educado y un cristiano humilde y manso. Su ejecución fue un epítome de crueldad, pero el ex monje permaneció firme hasta el final. Bucer, el reformador de Estrasburgo, se refirió a él de esta manera: “No dudamos de que Michael Sattler, que murió en la hoguera en Rottenburg, era un querido amigo de Dios, aunque era un líder de los anabaptistas”.
sábado, 11 de julio de 2009
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