miércoles, 15 de julio de 2009

C. H. Spurgeon y los anabaptistas evangélicos

Siento, esta noche, como si estuviera devolviendo las escrituras de este edificio a los verdaderos propietarios, reconociendo que esta casa no pertenece a ningún hombre, sino, primero, al Dios del mundo entero, y, en seguida, a quienes sostienen la pura, primitiva y antigua fe apostólica. Nosotros creemos que los bautistas son los cristianos originales. Nosotros no comenzamos nuestra existencia en la época de la reforma. Nosotros fuimos reformadores antes de que nacieran Lutero o Calvino. Nosotros no salimos nunca de la iglesia católica de Roma, pues nunca pertenecimos a ella, y tenemos una línea continua hasta los propios apóstoles. Hemos existido siempre desde los propios días de Cristo, y nuestros principios, a veces velados y olvidados, como un río que corre subterráneamente por trechos, han tenido siempre santos y honestos adherentes. Perseguidos igualmente por los católicos de Roma y por los protestantes de casi todas las denominaciones, nunca ha existido un gobierno que sostuviera los principios bautistas que persiguiera a otros; tampoco, creo yo, ningún cuerpo de bautistas sostuvo alguna vez que fuera correcto poner a las conciencias de otros bajo el control del hombre. Hemos estado preparados siempre para sufrir, como nuestros martirologios lo demuestran, pero no estamos prestos a aceptar ninguna ayuda del estado para prostituir la pureza de la Esposa de Cristo, para establecer alguna alianza con el gobierno, y nunca haremos de la Iglesia, aunque sea la Reina, la déspota de las conciencias de los hombres.
Reunión pública de nuestros hermanos Bautistas de Londres
Púlpito del Tabernáculo Metropolitano, con motivo de la inauguración del nuevo edificio. La reunión se celebró el martes 2 de Abril de 1861, y la presidió Sir Morton Peto.

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