Después de un año de estudios en Maidstone, Charles y su hermano viajaron en Agosto de 1849, rumbo al norte, a Newmarket, para asistir a una escuela ubicada allí, en el Distrito de Cambridge. El Director de la escuela era John Swindell. Spurgeon pasó dos años en esa institución, donde además de estudiar, se convirtió en un maestro que enseñaba en un papel secundario, un ayudante de maestro.
Durante sus días escolares en Newmarket, Spurgeon comenzó a adquirir un nuevo entendimiento teológico, y, extraño es decirlo, fue de una vieja cocinera de la escuela. Mary King, o “la cocinera,” como la llamaban todos los estudiantes, era un alma buena y vieja, que poseía una buena percepción de la fe cristiana. Era una mujer grande y robusta, amada por todos los estudiantes, y que impresionaba a todos, y especialmente a Charles. Era miembro de la Iglesia Bautista Estricta de Betesda, y eso la convirtió en una calvinista de profunda convicción. Los bautistas estrictos eran firmes creyentes de los “cinco puntos del Calvinismo.”
Mary no tenía un entrenamiento teológico formal, pero tenía un enfoque muy claro y lógico de la teología, y poseía un entendimiento muy profundo de las Escrituras. Ella se consideraba un “ama de llaves” en la escuela, no simplemente una cocinera. Leía 'El Estándar del Evangelio' regularmente, y aprendía mucha teología en esas páginas.
Mary King sentía un especial afecto por Charles y pasaba horas junto a él, instruyéndole en la sana doctrina calvinista. Más tarde en la vida, cuando se encontraba en una situación económica muy estrecha, Spurgeon la ayudó durante años, hasta la muerte de Mary.
Charles escribió acerca del impacto que ella tuvo en su vida, lo siguiente:
“Las primeras lecciones de teología que recibí jamás, provinieron de una vieja cocinera en la escuela de Newmarket, donde yo fungía como ayudante de maestro. Era una buena y vieja mujer, que leía frecuentemente 'El Estándar del Evangelio. Ciertamente le gustaba algo muy dulce: la sólida y buena doctrina calvinista. Vivía intensamente, y también se alimentaba intensamente. Muchas veces comentamos juntos el pacto de la gracia, y hablamos sobre la elección personal de los santos, su unión con Cristo, la perseverancia final, y el significado de la piedad vital; y yo verdaderamente creo que aprendí más de ella, de lo pude haber aprendido de seis doctores de teología del tipo que se da ahora. Hay algunos cristianos que gustan, y ven, y se gozan de la religión en sus propias almas, y que llegan a un mayor conocimiento de ella de lo que los libros pudieran darles, aunque investigaran en ellos toda su vida. La cocinera de Newmarket era una piadosa mujer experimentada, de quien aprendí más que del ministro de la capilla a la que asistíamos.
En una ocasión le pregunté: ‘¿por qué asistes a ese lugar?’ Ella respondió: ‘pues, no hay ningún otro lugar de adoración al que pueda asistir.’ Yo le dije: ‘pero debe ser mejor permanecer en casa que oír esa palabrería.’ ‘Tal vez así es,’ replicó; ‘pero me gusta salir para adorar al Señor aun si no obtengo nada cuando voy. Algunas veces ves a una gallina rascando sobre un montón de basura, tratando de encontrar algún alimento. No obtiene nada, pero nos indica que está buscando, y que está usando los medios para obtenerlo, y luego, además, el ejercicio la hace entrar en calor.’ Así que la anciana dijo que escarbar en los pobres sermones que escuchaba, era bendición para ella, porque eso ejercitaba sus facultades espirituales y calentaba su espíritu. En otra ocasión le dije que no había encontrado ni una migaja de pan en todo el sermón, y le pregunté cómo le había ido a ella. ‘¡Oh!, respondió, ‘a mí no me fue mal hoy, pues a todo lo que dijo el predicador, le puse un no, y eso convirtió su plática en un verdadero evangelio.’
Tomado de The Young Spurgeon by Peter Jeffery, Evangelical Press. El Joven Spurgeon, de Peter Jeffery.
miércoles, 15 de agosto de 2007
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