miércoles, 26 de octubre de 2011

El reconocido escritor C. S. Lewis, en un libro muy solicitado todavía, titulado Mere Christianity, toma prestado del griego dos palabras para distinguir entre dos tipos de vida: Bios y Zoe. Bios se refiere a la vida que todo mundo tiene, la vida biológica que es sustentada por los alimentos, el aire, el agua, pero que invariablemente termina en la muerte. Zoe, por otra parte, es la vida espiritual, el tipo de vida que Dios da cuando nacemos de nuevo, una vida que dura para siempre. Lewis nos informa que estos dos tipos de vida no solamente son diferentes, sino que son antagonistas, se oponen la una a la otra. Bios, está centrada en el yo, mientras que Zoe está centrada en Dios y en el prójimo, en los demás. La regeneración es el mismísimo principio del proceso de la salvación.

Entonces podemos decir que la regeneración es el comienzo de la vida espiritual en la persona, implantada en el ser humano por el Espíritu Santo, que le capacita para arrepentirse y creer. Y posteriormente es la primera manifestación de la nueva vida implantada.

También podemos definir la regeneración de esta manera: “es un cambio radical de la muerte espiritual a la vida espiritual, un cambio generado en nosotros por el Espíritu Santo, un cambio en el que el hombre es un ente completamente pasivo. Este cambio implica una renovación interior de nuestra naturaleza, es el fruto de la gracia soberana de Dios y tiene lugar en unión con Cristo”.

También mencionamos la justificación. Podemos definir la justificación como un acto judicial y de gracia de Dios, por medio del cual declara a los pecadores creyentes: ‘justos’ sobre la base de la justicia de Cristo que les es acreditada a los pecadores, perdona todos sus pecados, los adopta como hijos, y les da el derecho a la vida eterna.

La doctrina de la justificación presupone un reconocimiento de la realidad de la ira de Dios.
Es una acto de Dios por medio del cual declara judicialmente justo al pecador. No es un proceso.
La justificación es recibida estrictamente por la fe, y no es un mérito conseguido por las buenas obras de los seres humanos.
La justificación tiene su raíz en la unión con Cristo. Es debido a que somos uno con Cristo que Su justicia puede sernos acreditada.
La justificación está basada en la obra sustitutiva de Cristo. Cristo intercambia lugares con nosotros y soporta el castigo de la ira de Dios que nuestros pecados merecían.
La justificación implica la imputación de la justicia de Cristo a nosotros.
En la justificación se reúnen la misericordia y la justicia. Es totalmente inmerecida.
La justificación tiene tanto un aspecto negativo como un aspecto positivo. En el aspecto negativo significa el perdón de nuestros pecados. En el lado positivo incluye nuestra adopción como hijos de Dios y la recepción del derecho a la vida eterna.
La justificación tiene implicaciones escatológicas. Significa que el veredicto que Dios pronunciará para nosotros en el Día del Juicio ha sido traído al presente. Por tanto no necesitamos temer al Día del Juicio.
Aunque la justificación nunca ha de ser separada de la santificación, esas dos bendiciones son distintas.

Elaborado por Allan Román




1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias hermano Allan, estoy leyendo La Cruz de Cristo de John Stott y este escrito es muy claro. Alabamos a nuestro Dios por su amor y su santidad. David Altamirano