¡Cuántas veces he anhelado que hombres de mentes sobresalientes pudieran ser convertidos! He deseado que pudiéramos contar con unos cuantos hombres como Milton, pero que cantaran al amor de Cristo; unos cuantos hombres poderosos, maestros de política y de ciencias semejantes, que consagraran sus talentos a la predicación del Evangelio.¿Por qué no sucede así? Bien, porque parece que el Espíritu Santo no cree que esa sea la manera de glorificar supremamente a Cristo; y prefiere, como una mejor manera de hacerlo, traernos a personas comunes, y tomar de las cosas de Cristo y hacérnoslas saber. Él verdaderamente glorifica a Cristo; y bendito sea Su santo nombre porque por siempre mis ojos de confusa mirada contemplarán su infinita amabilidad; que por la eternidad un infeliz como yo, que puede entender cualquier cosa excepto lo que debe entender, sea conducido a comprender las alturas y las profundidades, y conocer, con todos los santos, el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento.
C. H. Spurgen - sermón #2213
martes, 27 de septiembre de 2011
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1 comentario:
Gracias hermano Allán muy buena observación la de Spurgeon.
Cómo dijera Agustin: "La comprensión es la respuesta a la fe"
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