Hermanos, mantengan la señal de la sangre muy visible sobre todas las misericordias que reciben. Todas ellas están marcadas con la sangre de la cruz; pero algunas veces pensamos tanto en la dulzura del pan, o en la frescura de las aguas, que nos olvidamos de dónde proceden, y cómo nos llegaron, y entonces pierden su mejor sabor. Que haya venido de Cristo es lo mejor acerca de la mejor cosa que provenga jamás de Cristo. Que Él mismo me salve es, de alguna manera, mejor, que simplemente ser salvado. Ir al cielo es una gran bendición; pero yo sé que es mejor estar con Cristo, y, como resultado de ello, ir al cielo. Es Él mismo, y lo que procede de Él, lo que es lo mejor de todo, porque viene de Él mismo.
C. H. Spurgeon - #2213
martes, 27 de septiembre de 2011
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