martes, 27 de septiembre de 2011

¡Cuántas veces he anhelado que hombres de mentes sobresalientes pudieran ser convertidos! He deseado que pudiéramos contar con unos cuantos hombres como Milton, pero que cantaran al amor de Cristo; unos cuantos hombres poderosos, maestros de política y de ciencias semejantes, que consagraran sus talentos a la predicación del Evangelio.¿Por qué no sucede así? Bien, porque parece que el Espíritu Santo no cree que esa sea la manera de glorificar supremamente a Cristo; y prefiere, como una mejor manera de hacerlo, traernos a personas comunes, y tomar de las cosas de Cristo y hacérnoslas saber. Él verdaderamente glorifica a Cristo; y bendito sea Su santo nombre porque por siempre mis ojos de confusa mirada contemplarán su infinita amabilidad; que por la eternidad un infeliz como yo, que puede entender cualquier cosa excepto lo que debe entender, sea conducido a comprender las alturas y las profundidades, y conocer, con todos los santos, el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento.
C. H. Spurgen - sermón #2213

1 comentario:

Fer Conde dijo...

Gracias hermano Allán muy buena observación la de Spurgeon.
Cómo dijera Agustin: "La comprensión es la respuesta a la fe"