Un hombre tocó a la puerta de mi casa hace algún tiempo solicitando una caridad; se trataba de un mendigo arrogante, no me cabe la menor duda. Pensando que los harapos del hombre y su pobreza eran reales, le di un poco de dinero, algunas de mis ropas, y un par de zapatos. Después que se cambió la ropa y se marchó, pensé: “Bien, después de todo, muy probablemente no te hice ningún favor, pues ahora no vas a recibir tanto dinero como antes, ya que no te verás como un sujeto tan desvalido”. Sucedió que salí de casa como un cuarto de hora más tarde, y vi a mi amigo, pero ya no llevaba los vestidos que yo le había dado; vamos, habría arruinado yo su negocio si le hubiera podido convencer para que mantuviera una apariencia respetable. El mendigo había sido lo suficientemente listo para deslizarse debajo de un pasaje abovedado donde se quitó la buena ropa y se visitó nuevamente con sus harapos. ¿Lo culpé por eso? Sí, por ser un pillo, pero no lo culpé por seguir haciendo su negocio con el atuendo adecuado. El hombre no hacía sino llevar su librea apropiada, pues los harapos son la librea del mendigo. Entre más harapiento se viera, más obtendría. Lo mismo sucede con ustedes. Si van a ir a Cristo, no lleven con ustedes sus buenas acciones ni sus buenos sentimientos, pues no obtendrían nada; vayan en sus pecados, pues son su librea. Su ruina es su argumento para alcanzar misericordia; su pobreza es la razón por la que piden las limosnas celestiales, y su necesidad es la excusa para la bondad celestial. Vayan tal como están, y dejen que sus miserias argumenten a favor de ustedes.
Sermón No.715, C. H. Spurgeon
martes, 8 de septiembre de 2009
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1 comentario:
bendiciones. spurgeon gran predicador
El mendigo es una asertada comparacion de como nosotros debemos ir a nuestro salvador reconociendo que somos unos mendigo no debemos a cudir a el con ropas lujosas como las buenas obras somos mendigos y debemos ir como mendigo con todo nuestros arapos y el nos dara su misericordia.
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