El sistema de ferrocarriles de Inglaterra ha experimentado duros tiempos durante la segunda mitad del siglo veinte. Algunos trenes tal vez se muevan más rápido, pero hay un menor número de trenes en circulación. En una época podía decirse que nadie vivía a más de 25 kilómetros de una vía férrea.
En las décadas pasadas, el sistema de ferrocarriles de Inglaterra ha servido muy bien al Evangelio de Cristo. Se dice del doctor F. B. Meyer que conocía el itinerario de los trenes tan bien como conocía la Biblia. Y ciertamente C. H. Spurgeon utilizó en gran manera los trenes en su extenso ministerio. Spurgeon nació cuando el ferrocarril estaba en su infancia, y creció con él, y la influencia de los trenes se desarrolló lado a lado con la influencia de Spurgeon.
Cuando era tan sólo un predicador adolescente en Cambridgeshire, viajó a Londres en tren. La prensa nacional pronto hizo caricaturas de Spurgeon mostrándolo como “Spurgeon sobre la locomotora” aludiendo a su veloz ascenso a la fama. Fue dibujado sentado en un tren llamado “El Spurgeon” y tales caricaturas sirvieron para acarrearle más publicidad y popularidad. Entre más se reían de Spurgeon, más le escuchaba el hombre de la calle.
Siempre que viajaba en tren, se aseguraba de hablar con sus compañeros de viaje. Algunos de ellos atestiguaron posteriormente la ayuda espiritual experimentada, y, en algunos casos, incluso la conversión recibida. En su primer viaje a Escocia en 1855, conversó un buen tiempo con el guardia, y luego hizo la observación: “disfruté de la conversación con él, que espero que Dios la bendiga para su bien.”
Hay que comentar que no apreciaba la prisa y el bullicio de las estaciones en el extranjero, ni el humo que se concentraba en los vagones.
En una de sus giras de predicación que cubría Hereforshire y Gloucestershire, Spurgeon dejó de leer el periódico y le dijo a su acompañante: “oremos”. Se pusieron de rodillas en el vagón y “tuvieron una de las reuniones de oración más dulces que fueran recordadas.”
Una interesante anécdota le ocurrió a Spurgeon cuando viajaba en un tren a un cierto lugar. Después de un rato de que el tren hubo partido, Spurgeon súbitamente descubrió que había perdido su boleto; más aún, se dio cuenta de que había salido de casa sin un centavo en su bolsillo. Un pasajero sentado a su lado, expresó su preocupación por su aprieto, pero Spurgeon simplemente le declaró: "voy viajando en los asuntos del Señor y estoy seguro que todo estará bien, que todo saldrá bien. He experimentado tantas intervenciones de la Divina Providencia, tanto en asuntos pequeños como en otros muy grandes, que siento que independientemente de lo que me suceda, voy a terminar cayendo a Sus pies agradecido." Cuando el tren llegó finalmente a su destino, el responsable de verificar los boletos, entró al compartimiento en que se encontraba Spurgeon. Cuando el recolector miró a la persona que estaba junto a Spurgeon, hizo una venia mostrando evidencias de que se conocían. Entonces el acompañante de Spurgeon le dijo: 'todo está bien'. El recolector inmediatamente dio la vuelta y salió, sin pedir los boletos. En la providencia de Dios, resulta que el compañero de viaje de Spurgeon era el gerente del ferrocarril. Ambos, él y Spurgeon, consideraron el incidente como una prueba divina de la provisión y el cuidado de Dios para aquellos que confían en Él, tanto en los pequeños detalles como en los grandes asuntos de la vida.
Los trenes le servían a menudo como ejemplos en sus sermones, proyectando luz sobre el camino de salvación de Dios, la fe, la provisión de Dios para Sus hijos, y una advertencia contra la tibieza y la rebelión.
Fue en un tren que los restos mortales de Spurgeon fueron llevados de regreso a Inglaterra procedente de Francia después de su muerte el 31 de Enero de 1892. Un tren francés lo transportó de Mentone a Dieppe (vía París); luego su cuerpo fue embarcado a través del Canal de la Mancha, y finalmente un tren de Inglaterra llevó el ataúd a Londres vía Lewes desde Newhaven.
En un magnífico sermón sobre Job 16: 22 (“Nuestra Última Jornada”) Spurgeon predicó sobre la partida del cristiano al hogar permanente y lo ilustró refiriéndose a un viaje en ferrocarril entre la estación de Borough Road y la estación de Elephant y Castle (el trayecto sólo toma unos cuantos minutos). Así el cristiano pasa inmediatamente a la presencia de su Señor a la hora de la muerte.
viernes, 6 de junio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario