La solemne advertencia de
Jesús acerca de un tipo de pecado que no será perdonado se encuentra en tres
evangelios: Mateo 12: 31, 32; Marcos 3: 28-30; y Lucas 12: 10. Es específicamente
“blasfemia contra el Espíritu Santo”. En el contexto específico, los oponentes
de Jesús decían que el Poder de hacer buenas obras entre ellos no era Dios,
sino el demonio. Jesús distingue entre esta blasfemia y otros pecados.
Lo que hace al pecado
imperdonable diferente de otros es su relación con el Espíritu Santo. Una obra
del Espíritu Santo es iluminar la mente de los pecadores (Efesios 1: 17, 18),
revelar y enseñar el Evangelio (Juan 14: 26), persuadir a las almas que se
arrepientan y crean la verdad (Hechos 7: 51). El Espíritu no sólo explica la Palabra de Dios, sino que
abre la mente para que la capte (2 Cor. 3: 16, 17). Cuando Su influencia es
rechazada deliberadamente y a sabiendas, en oposición a la luz, entonces se
comete el pecado irreversible como un acto de malicia voluntario e informado. En
respuesta hay un endurecimiento del corazón provocado por Dios que excluye el
arrepentimiento y la fe (Hebreos 3: 12, 13). Dios permite que la decisión de la
voluntad del hombre sea permanente en este caso. Dios no hace eso ligeramente o
sin causa, sino en respuesta a una ofensa en contra de Su amor.
Una persona que quiere
arrepentirse no ha sufrido este endurecimiento y no ha cometido el profundo
acto de odio que Dios ha resuelto que no perdonará. Todo el que ha nacido de
nuevo no cometerá ese pecado, porque el Espíritu vive en esa persona y Dios no
está dividido consigo mismo (1 Juan 3: 9).
Jesús dijo que “todo pecado”
y “cualquier blasfemia” serán perdonados, excepto ese único pecado.
Este texto es una traducción
de The Unpardonable Sin, una nota teológica que se encuentra en The Reformation
Study Bible, R. C. Sproul, General Editor.
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