Cada cristiano tiene que pelear esta batalla, sin importar
cuál sea su nacionalidad, clase, edad o rango social. Todos están viviendo en
un mundo lleno de trampas y de escollos ocultos. Todos tienen en su cercanía a
un demonio muy diligente. Todos tienen la influencia de su vieja naturaleza
antes de su conversión. ¡Todos tienen que pelear!
La lucha no cesa; es hasta la muerte. Los enemigos del
cristiano nunca toman vacaciones, no se cansan nunca y nunca duermen. El
conflicto es el constante compañero de aquellos que desean ser santos. Es algo
triste cuando alguien así llamado cristiano no sabe nada acerca de esta batalla
espiritual.
Al mismo tiempo el cristiano puede obtener consuelo del conocimiento
de que experimentar esta lucha interior es una buena señal, pues puede ser una
evidencia de que va en el camino correcto para alcanzar la santidad de vida.
Entonces lo repito: obtengamos consuelo por tener esta lucha. Hay dos grandes
marcas que identifican al verdadero cristiano: ¡una guerra espiritual interior
y un interior sentido de paz! Vamos a concentrarnos en la primera de las dos
marcas.
J. C. Ryle - Aspectos de la Santidad
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