Si el hombre deshonesto prospera en el mundo, ¿es eso acaso una
bendición para él? No, ciertamente no; pues únicamente se volvería más
deshonesto. Si un hombre practica el libertinaje y escapara a sus
consecuencias en esta vida, ¿es eso acaso una bendición para él? No;
pues se convierte en un mayor libertino; y si Dios no castigara a los
hombres por su pecado, sino que les permitiera ser felices en el pecado,
sería una mayor maldición para ellos que si Él viniera y les dijera:
"Por cada transgresión de mi justa ley, habrá un debido castigo; y para
todo mal moral sobrevendrán también males físicos en aquellos que los
cometan."
Yo doy gracias a Dios porque no permita que el pecado produzca felicidad; bendigo a Dios porque pone el castigo a espaldas del mal, pues así debería ser. La maldición del pecado está en el propio mal más que en su castigo; y si se convirtiera en algo feliz que un hombre fuera pecador, entonces los hombres pecarían, y pecarían repetidamente, y pecarían más gravemente aún; y esto Dios no lo tolerará.
Yo doy gracias a Dios porque no permita que el pecado produzca felicidad; bendigo a Dios porque pone el castigo a espaldas del mal, pues así debería ser. La maldición del pecado está en el propio mal más que en su castigo; y si se convirtiera en algo feliz que un hombre fuera pecador, entonces los hombres pecarían, y pecarían repetidamente, y pecarían más gravemente aún; y esto Dios no lo tolerará.
C. H. Spurgeon - Sermón no. 2705.
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