Nunca
olvidaré la fe de un cierto miembro de esta iglesia, que todavía vive. Hace
como dieciocho o diecinueve años, yo me encontraba, en verdad, gravemente enfermo. La
mayoría de la gente pensaba que me iba a morir, pero, una mañana, muy temprano,
este buen hermano vino a mi casa, y solicitó ver a mi esposa. Era justo al
amanecer, y cuando ella lo recibió, él le dijo: “he pasado toda esta noche
luchando con Dios por la vida de su esposo. No podemos permitirnos perder a
nuestro pastor, y estoy seguro de que él vivirá, así que pensé que caminaría
hasta aquí, para decirle esto.” “Muchas gracias, muchas gracias”, le respondió
mi esposa. “Estoy muy agradecida por sus oraciones y por su fe.” No es
cualquiera el que puede orar a Dios así, y fallamos en obtener las bendiciones
que buscamos porque no oramos de esa manera.
C. H. Spurgeon - El Poder con Dios
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