En nuestra oración familiar, a mí
me gusta en la mañana ponerme junto con todo lo que tengo en las manos de Dios,
y luego, en la noche, me gusta simplemente mirar entre Sus manos, y ver cuán
seguro he estado, y luego decirle: “Señor, enciérrame otra vez esta noche;
cuídame a lo largo de todas las vigilias de la noche. ‘En tus manos encomiendo
mi espíritu.’”
C. H. Spurgeon - Las Últimas Palabras de Cristo en la Cruz
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