martes, 15 de mayo de 2012


De esta manera, he pensado algunas veces: tenemos a nuestros hermanos wesleyanos, y algunos de ellos aman al Señor; no tengo ninguna duda de que estén en el arca, aunque no ocupen el mismo compartimiento con nosotros. Tenemos a nuestros amigos bautistas, que aman al Señor; a ellos les damos la bienvenida en nuestro aposento. Luego están los amigos ‘independientes’, aquellos que aman también al Señor; ellos están en otro aposento; y también nuestros hermanos ‘presbiterianos’ y ‘episcopalianos’: en todas estas diversas secciones hay algunos que son llamados por Dios, e introducidos al arca, aunque estén en diferentes aposentos; pero, amados, todos ellos están en una sola arca. No hay dos evangelios. En tanto que pueda encontrar a un hombre que sostenga el mismo Evangelio, no me importa qué orden de gobierno eclesial adopte, si está en Cristo Jesús. Tiene muy poca importancia en qué aposento se encuentre, en tanto que esté en el arca. Si forma parte de aquellos de quienes está escrito: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”,  yo le llamaré hermano. No podemos esperar estar todos en un solo aposento. Los elefantes no vivían con los tigres, y los leones no se echaban junto a las ovejas. Había diferentes cuartos para diferentes clases de criaturas; y es algo bueno que haya diferentes denominaciones, pues estoy seguro de que algunos de nosotros no nos llevaríamos confortablemente con ciertas denominaciones. Nosotros necesitaríamos más libertad de la que podríamos encontrar en la Iglesia de Inglaterra; necesitaríamos mayor independencia de la que podríamos obtener con los presbiterianos; necesitaríamos mayor rectitud de doctrina de la que podríamos obtener con los ‘wesleyanos’; y necesitaríamos un poco más de amor fraternal, tal vez, del que podríamos encontrar con algunos de los ‘bautistas estrictos’. No podríamos estar de acuerdo enteramente con todos ellos; y bienaventurado es aquel que puede meter su cabeza en un aposento, y algunas veces en otros, y que puede decirles a todos los que aman al Señor Jesucristo: “la gracia sea con todos ustedes, en tanto que estén en el arca”. 
C. H. Spurgeon - La Parábola del Arca

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