Otros hermanos nuestros se deleitan sin medida en lo que ellos llaman: una predicación práctica, que expone la vida interior del creyente, incluyendo la furia de la depravación y el triunfo de la gracia; eso es bueno en su debida proporción, de acuerdo a la analogía de la fe; pero aún así, Jesús mismo debería ser más conspicuo que nuestros cuerpos y que nuestros sentimientos, que nuestras dudas y que nuestros temores, que nuestras luchas y que nuestras victorias. Podríamos ponernos a estudiar a tal grado la acción de nuestros propios corazones que hay peligro que caigamos en el desaliento y en la desesperación. “Mirar a Jesús” es mejor que mirar a nuestro propio progreso; el autoexamen tiene sus usos necesarios, pero el mejor curso para un cristiano es acabar con el yo y vivir por la fe en Jesucristo mismo.
C. H. Spurgeon - Jesucristo Mismo - Sermón 1388
viernes, 20 de enero de 2012
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