Hermanos, “Jesucristo mismo” debe ser siempre el pensamiento prominente en nuestras mentes como cristianos. Nuestra teología debe estar enmarcada por el hecho de que Él es el Centro y la Cabeza de todo. Debemos recordar que “en él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. Algunos de nuestros hermanos están primordialmente ocupados con las doctrinas del Evangelio y son un poco amargos en su estrecha ortodoxia. Nosotros hemos de amar cada palabra de nuestro Señor Jesús y de Sus apóstoles, y hemos de contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos, pero, con todo, es bueno sostener siempre la verdad en conexión con Jesús y no como si fuera en sí misma la suma de todas las cosas. La verdad, aislada de la persona de Jesús, se vuelve dura y fría. Nosotros conocemos a algunos en quienes la más ligera variación con respecto a su sistema despierta su indignación, aun cuando admiten que el hermano está lleno del Espíritu de Cristo. Para ellos lo único es doctrina, doctrina, doctrina; para nosotros, así lo espero, es Cristo mismo. La verdadera doctrina es inapreciable para nosotros como un trono para nuestro Señor viviente, pero nuestro deleite supremo no está en el trono vacante, sino en la presencia del Rey en él. No me den Sus vestiduras, aunque valoro cada uno de sus hilos, sino a la bendita Persona que las usa, cuya sagrada energía hizo que incluso el borde del manto sanara a su contacto.
C. H. Spurgeon - Jesucristo Mismo - Sermón 1388
viernes, 20 de enero de 2012
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