miércoles, 3 de agosto de 2011

¡Ah, amigo mío!, permíteme que te asegure, y, ¡oh!, cuánto me alegra poder hacerlo, que hay esperanza para el más vil por medio de la sangre preciosa de Jesús. Nadie podría ir demasiado lejos para que el largo brazo de Cristo no pudiera alcanzarle. Cristo se deleita en salvar a los peores pecadores. Él les dijo a Sus apóstoles: “Predicad el evangelio a toda criatura, pero comenzad”, ¿dónde?, “comenzad en Jerusalén. Allí viven los desdichados que escupieron en mi rostro. Allí viven los seres crueles que clavaron los clavos en Mis manos. Vayan y predíquenles el Evangelio a ellos primero. Díganles que puedo salvar, no meramente a los pequeños pecadores, sino al peor de los pecadores. Díganles que confíen en Mí y vivirán”.
C. H. Spurgeon - sermón # 742

1 comentario:

rafael dijo...

hola
soy un joven predicador de venezuela tengo 10 años en el cristianismo y un año escuchando los sermones de spurgeon y leyendo sus libros... me han servido de mucho