viernes, 18 de abril de 2008

Spurgeon: Asilos y Hospicios

El Colegio del Pastor era para Spurgeon ‘el primogénito y el más amado’ de sus proyectos. Pero todas sus demás obras le seguían muy de cerca. El doctor John Rippon, un notable pastor de la Capilla New Park Street en años previos, había comenzado una obra para ayudar a viudas necesitadas. Construyó un edificio en el que vivían gratuitamente, y Rippon les daba a cada una, una cantidad semanal.
Esta obra estaba vigente cuando Charles vino a Londres. A Spurgeon le dio gusto continuarla, pero cuando se inauguró el Tabernáculo, se hizo necesario reubicar a las personas en un edificio más cercano y más adecuado. Así fue que comenzó un proyecto de construcción de un nuevo edificio. Al mismo tiempo que se completaba este edificio, Spurgeon estaba construyendo otra institución más grande: un orfanato.
La idea de un orfanato surgió de la siguiente manera: en el verano de 1866, en una reunión de oración, Spurgeon dijo: “queridos amigos, nosotros somos una iglesia grande, y deberíamos estar haciendo más por el Señor en esta gran ciudad. Quiero que esta noche le pidamos que nos envíe una nueva obra; y, si necesitamos dinero para llevarla a cabo, oremos para que también nos envíe los medios.”
Unos cuantos días después Spurgeon recibió una carta de una tal señora Hillyard, expresando que tenía unas 20,000 libras esterlinas que querría dedicar al entrenamiento y educación de niños huérfanos. La señora Hillyard era una viuda de un clérigo de la iglesia de Inglaterra que nunca había oído hablar de Spurgeon. Ella le pidió a un amigo (que no era un admirador particular de Spurgeon) que le recomendara a alguien, una figura pública totalmente confiable, en cuyas manos ella pudiera poner su dinero para que fuera usado a favor de niños huérfanos, y este amigo de inmediato respondió: Spurgeon. Ella no había conocido nunca al famoso predicador, pero al oír esa recomendación, de inmediato le escribió.
Después de intercambiar alguna correspondencia, la señora le pidió a Spurgeon que fuera a verla. Spurgeon se hizo acompañar de un diácono. Conforme se acercaban a la dirección señalada, se dieron cuenta de la pobreza de las viviendas de la zona, que no sugería que algún ocupante de ellas poseyera esa suma de dinero. Así que cuando los dos hombres se reunieron con la señora Hillyard, Spurgeon le dijo:
“Hemos venido, señora, en relación a las doscientas libras esterlinas que usted mencionó en su carta.”
“¿Doscientas?” replicó ella. “Quise decir veinte mil.”
“Oh, sí, usted escribió veinte mil”, dijo Spurgeon, “pero yo no estaba seguro si habría algún cero de más por error”.
Spurgeon trató de no aceptar el dinero. Primero le sugirió que diera el dinero a parientes suyos, miembros de la familia, pero ella le garantizó que no estaba pasando por alto a nadie. Entonces Spurgeon le sugirió que le diera el dinero a alguien como George Müller, y le habló de la gran obra que Müller estaba desarrollando en Bristol a favor de los huérfanos. Pero la señora Hillyard permanecía firme en su decisión de dar el dinero a Spurgeon para que lo usara con los huérfanos, y expresó su certeza de que muchas otras personas querrían sin duda ayudar.
Spurgeon y el diácono, de regreso de su visita se acordaron de la oración elevada en la reunión de oración previa. Dios había respondido a su petición y les había dado tanto el proyecto como los medios para desarrollarlo.
Spurgeon comenta de una ocasión cuando él y un amigo pastor estaban visitando a un tercer amigo. Spurgeon declaró su confianza de que Dios satisfaría las necesidades del orfanato. Su amigo estuvo de acuerdo, y mientras hablaban llegó un telegrama anunciando que un donador desconocido acababa de enviar a Spurgeon 1,000 libras esterlinas para este proyecto.
El concepto usado por Spurgeon era el de construir casas individuales pero unidas entre sí, formando una sola fila, que albergaban cada una a catorce niños, bajo el cuidado de una señora que actuaba como madre de los niños. Se enfatizaba la disciplina, la educación y la educación cristiana. Spurgeon pensaba en todo, pues incluso les construyó una alberca.
Diez años después de haber construido el orfanato para niños, construyó otro para niñas. Spurgeon conocía virtualmente a todos los niños por nombre, y siempre tenía un centavo para cada uno de ellos. Siempre visitaba a los niños que se encontraban en la enfermería. Los niños llegaban de todas las denominaciones. Había blancos y negros, judíos y gentiles, anglicanos, presbiterianos, congregacionalistas, católicos, cuáqueros y bautistas.
El asilo y los orfanatos eran el fruto del cristianismo, y se destacaban en agudo contraste con la falta de tales instituciones entre los incrédulos. Inglaterra tenía en aquel entonces Sociedades de Libre Pensadores y Asociaciones Agnósticas, pero esas agrupaciones no hacían nada para ayudar a los pobre y a los que sufrían. Ellos se esforzaban por denunciar al cristianismo, pero desconocían todo lo relativo a la abnegación por causa del necesitado.

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